martes, 10 de diciembre de 2019

UN PASEO POR TIERRAS DE LEÓN


El sol tramontaba tras los Montes de León mientras entrábamos en la capital del antiguo reino. La claridad del crepúsculo se desvanecía a poniente; sobre ella destacaban las agujas de la Pulchra Leonina, que esperaba nuestra visita. En nuestra era fue cuando apareció León en la tierra de los astures junto al río Bernesga. Allí se instaló el campamento de la Legión VI "Victrix", sustituida posteriormente por la VII "Gemina", creada por Galba el año 68 d.c. Esta Legión tuvo un papel destacado en la crisis del año 69, el llamado año de los cuatro emperadores, que culminó con el acceso al poder de Vespasiano.
Como en las anteriores excursiones que he recogido en entradas de este Blog, viajo de nuevo por tierras castellano-leonesas con dos viejos amigos: el Negro y Picaraña, y mi cámara Nikon. El concepto de estos viajes es combinar la cultura con la gastronomía, y aunque hoy día se le considera también cultura, yo estimo que es otra cosa, muy buena, loable, pero una disciplina menor, sin menospreciar ni a los profesionales, ni a los simpáticos animales que se ofrecen en holocausto para nuestro deleite: bueyes, vacas, corderos, cochinillos, conejos... etc., por citar solo algunos. La vida es dura, y a pesar de que nuestra especie está en la cima de la cadena trófica, cada vez soy más aficionado a verduras, legumbres y frutas. El colesterol no perdona.


El viaje comenzaba en Burgos, a donde nos dirigimos Picaraña y yo desde Madrid para reunirnos con el Negro. El Talgo, por la línea de alta velocidad, despacha el trayecto a Valladolid en una hora y treinta y cinco minutos. Desde allí otro tren nos llevó hasta Burgos, en dos horas, pero pertrechados con buenas lecturas los viajes en tren se hacen mucho más llevaderos que en automóvil. En fin, que a la una y veinte ya estábamos en Burgos, con el Negro esperándonos con su coche para pasar un rato en la ciudad y salir hacia León a la caída de la tarde.
En León nos alojamos en la Residencia de Santa Bárbara, muy digna y bien mantenida, que se encuentra al lado del antiguo cuartel del Regimiento de Caballería "Almansa", muy mal mantenido desde su cesión a la Universidad, que parece emplear sus fondos en otros menesteres.
Azorín dijo de León que "es ciudad vetusta y heroica": claro, sería en su época, pues no pudo conocer los nuevos barrios de la ciudad y su bullicio; en cambio, respecto a su heroicidad, solo hay que dar un repaso a su historia para confirmarlo y recordar que es la cuna, entre otros, de Guzmán el Bueno.
La parte cultural, repartida en tres días, comenzó con la entrada a la ciudad por la puerta Castillo, abierta en las murallas romanas, en donde enseguida te espera la estatua del rey de León Alfonso IX (1182-1230), cuya presencia te lleva a recordar la compleja historia medieval española. Este rey se casó con doña Berenguela, reina de León, ambos los padres de Fernando III (1217-1252), en quien se unieron en 1230 las coronas de Castilla y León, pues la primera la había recibido por cesión de su madre, y la de León por renuncia de sus hermanas. Alfonso IX también es recordado por la fundación de la Universidad de Salamanca en 1218, y porque en 1188 convocó la Curia Real a la que asistieron por vez primera los representantes del pueblo llano con voz y voto en asuntos de gobierno, lo que constituye el precedente más antiguo de parlamentarismo europeo, y así se ha reconocido por la UNESCO.


LA CATEDRAL DE LEÓN

      La Catedral de León es sencillamente impresionante, una de las más hermosas de las catedrales góticas españolas, que se conoce por el sobrenombre de la Pulchra Leonina. Su situación exenta en la plaza, sus proporciones y sus dos altas torres le da una elegancia especial. Los trabajos de construcción se extendieron entre los siglos XIII al XV, aunque es predominantemente gótica. Tiene una magnífica colección de esculturas góticas, como la Virgen del Dado y la Virgen Blanca; también merece contemplarse en la girola el sepulcro del rey Ordoño II, con quien bajo su reinado se trasladó la capital del Reino de Asturias a León; pero lo más característico de esta catedral son sus grandes vidrieras coloreadas que la hacen muy luminosa con diferentes tonos de luz.


LA CATEDRAL DE LEÓN
El paseo hasta la Catedral se puede hacer desde la puerta Castillo, y continuar por delante de la Colegiata de San Isidoro, la casa natal de Guzmán el Bueno; la casa de los Botines, de Gaudí; el Palacio de Los Guzmanes; y ya por la calle Ancha, llegar a la Catedral, y si el tiempo fuera frío, se puede uno socorrer con un chocolate caliente con churros en la excelente chocolatería "Valor". En caso de haber mercadillo, se puede uno desviar a la porticada Plaza Mayor, en donde se encuentra el Ayuntamiento viejo, y admirar los productos de la tierra.
Otra imprescindible visita es al Hostal de San Marcos, construido, entre los siglos XII y  XV como hospital de peregrinos del camino de Santiago. Actualmente está en restauración, aunque su iglesia se puede visitar. El conjunto tiene una    elegante fachada plateresca ante la que se encuentra una amplia plaza, en cuyo centro se yergue un crucero que recuerda al peregrino que el camino lleva hasta Galicia. La historia de este crucero me la contó un querido amigo provecto doctor y escritor, quien me relató  su traslado desde Galicia en la posguerra civil, por iniciativa de la Secretaría Cultural de la Falange de León, en la que él ostentaba un cargo dirigente. Ya no está con nosotros, pero me dejó un recuerdo inolvidable.

LEÓN. SAN MARCOS
La iglesia de San Marcos, consagrada en 1541, está situada en el lateral de la fachada plateresca del Hostal; es de estilo gótico con planta de cruz latina y una amplia nave cubierta con bóvedas de crucería y con capillas entre los contrafuertes. Actualmente alberga tesoros de la colección del Museo de León.
Otra visita obligada es a la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, con su Panteón Real de los reyes de León a los pies de la iglesia. Fue construido entre los siglos XI y XII, aunque tuvo modificaciones posteriores góticas, renacentistas y barrocas. Estuvo dedicado a San Pelayo y después a san Isidoro, tras el traslado de sus restos al altar mayor de este templo. La torre de la iglesia se apoya sobre uno de los treinta y seis "cubos" de la muralla romana. El arte románico está bien representado en el Panteón Real y en las dos puertas de este templo; en especial en la llamada Puerta del Cordero, en la que se puede ver la influencia del pasado agareno en el reino de León, con la representación de Agar e Ismail, cosa poco corriente en el arte religioso.

COLEGIATA DE SAN ISIDORO
El Panteón Real, llamada la ”Capilla Sixtina del Arte Románico”, está adornado con una magnífica muestra de pintura románica.  En él están enterrados  11 reyes, 12 reinas, 10 infantes, 9 condes y diferentes nobles, aunque es difícil verificarlo, ya que durante la ocupación francesa las tropas se alojaron en el templo y profanaron sus tumbas, lo que ha hecho muy difícil identificar los restos. Creo que se podía hacer un esfuerzo para hacer más didáctica la visita con paneles explicativos y no tener que acudir forzosamente a una visita guiada.
Se cree que en el Panteón están enterrados los  reyes y reinas siguientesSancho Garcés III de Pamplona, un importante rey en la historia medieval de España, del que se discute que sus restos puedan estar en éste panteón o en San Salvador de Oña, como ya he escrito en la entrada de este Blog "Un paseo por Burgos y la Rioja";  Alfonso V (999-1028), que fue quien promulgó el Fuero de León; los constructores de este panteón: Fernando I (1037-1065) “el Grande” y su esposa la reina Sancha, éste rey antes de morir, dividió el reino entre sus hijos, lo que degeneró en una lucha fratricida de la que resultó vencedor el futuro Alfonso VI (1040-1109), cuyos restos descansan en este panteón y de quien cuenta la tradición que el Cid le obligó a jurar que no había tenido parte en la muerte de su hermano, el rey Sancho II. También están aquí los restos de doña Urraca (1033-1101) y los del ya mencionado anteriormente Alfonso IX.
       Doña Urraca, hija de Fernando I, fue quien donó sus joyas para decorar el famoso Cáliz formado por dos copas romanas de ágata del siglo I. La tradición dice que se encontraba en el Santo Sepulcro de Jerusalen, y sobre cuya llegada a España, a través del emir de Denia, hay una interesante historia.
Desde León nos trasladamos a visitar Astorga, la capital de la Maragatería, en una mañana muy fría que amenazaba nieve, que no tardó en caer. En sus inmediaciones hay algunos asentamientos de la edad de hierro, pero su nacimiento tiene origen  con la presencia de un destacamento de la Legión X "Gémina" después de las campañas de  Augusto contra astures y cántabros al final del siglo I a.c. Posteriormente la prosperidad de la ciudad, capital de un Conventus romano, llegó con el oro extraído de minas como Las Médulas, cuyos restos merecen una visita para apreciar los efectos de la técnica "ruina montium". Después de la ocupación musulmana fue recuperada por el reino de Asturias, y por estar situada sobre el Camino de Santiago recibió sus influencias económicas y culturales.


RETABLO MAYOR DE LA CATEDRAL DE ASTORGA
Visita obligada es su magnífica catedral, sede de la diócesis, a donde nos dirigimos para protegernos de la copiosa nevada que caía, acogiéndonos a sagrado. El templo muestra varios estilos artísticos que reflejan la extensión en el tiempo de su construcción; así que se aprecia el gótico en la nave y sus capillas; renacimiento, en su portada sur; barroco, en la fachada principal; y neoclásico, en el claustro. Está muy bien conservada y cuenta con un moderno museo catedralicio. Destacan en ella su retablo mayor, magnífica obra del renacimiento, y la sillería renacentista del coro.
También merece visitarse el Palacio Episcopal de Astorga. Se trata de un edificio proyectado por el arquitecto Antonio Gaudí. Su construcción se llevó a cabo entre 1889 y 1915 en estilo neogótico, dentro del la tendencia historicista, de moda en la época. En la actualidad ya no es la residencia del obispo, y hoy es la sede del Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago. Una industria local importante es la fabricación de chocolate, que ha dado fama a la ciudad, que cuenta con un Museo del Chocolate; en vista de lo cual, no hubo más remedio que llevarnos de regalo algunas tabletas de chocolate de varios tipos.
El aspecto gastronómico del viaje había comenzado en Burgos, y allí, antes de ir a comer, nos fuimos al bar "La Petenera" en donde suele sentar sus reales Manolo, un simpático médico jubilado, quién nos invitó a unos vinos mientras comentaba las vicisitudes de su interesante vida. En vista de que no convenía hacer esperar ni al cocinero ni al pescado que habíamos reservado, dejamos al galeno antes de darle tiempo a que se alargara más con su vida: lo dejaremos para la próxima ocasión, pues era un personaje interesante, como la mayoría de los médicos, si no tienen que meterte mano...
Teníamos reserva en el restaurante  "Aurelio", decorado con gusto y atendido mejor por Carmen, su dueña, que nos tenía reservado congrio y salmonetes, ambos excelentes, que aturuxaban pidiendo la compañía de un buen Albariño, así que la cosa resultó muy enxebre, a pesar de no encontrarnos en el antiguo Reino de Galicia.
En el lado gastronómico, el viaje también incluía cada noche una visita al Barrio Húmedo de León, adonde acudíamos impertérritos marcando el paso, cayera viento, frío o nieve, mientras, si lo requería la ocasión, cantábamos aires marciales recordando a los "jinetes valerosos y temerarios" del Almansa y mis admirados legionarios romanos; el frio es un ingrediente esencial para curar cecinas, para lo que en la zona son maestros. El barrio tenía poca vida, solo los recalcitrantes empinaban el codo en los abundantes bares que lo adornan en los alrededores de la plaza de San Martín, y donde te puedes socorrer con las tapas que siempre acompañan a las bebidas que sirven.
Pero claro está, no podíamos irnos de la región sin degustar un cocido maragato, para lo que nos trasladamos a Castrillo de los Polvazares, en donde en la "Hostería Casa Coscolo" teníamos reservado nuestro cocido, que consistió en un aperitivo, un primer "vuelco" de morcillo, gallina, tocino, chorizo y morcilla; un segundo "vuelco" de garbanzos, patatas y repollo; y como tercer "vuelco" para empujar el conjunto, una excelente sopa de cocido;  todo regado con un buen vino del Bierzo y rematado con un postre. Un placer inolvidable y un precio económico muy razonable.


CASTRILLO DE LOS POLVAZARES
Con el cuerpo caldeado por las viandas y el vino, la siguiente función era ayudar a la digestión con un paseo por el pueblo, que data del siglo XVI y que está magníficamente conservado. Las casas, todas de piedra y calles empedradas, sin ninguna concesión a esperpentos modernos, reflejan que ser arriero era la principal ocupación de sus habitantes, lo que se aprecia en los amplios portones que dan acceso a los patios de las casas. Seguro que el pueblo haría las delicias de Alfio cantando: Oh che bel mestiere, fare il carrettiere, andar di qua e di lá!... con la música del gran Mascagni. Total, que sin ver a Lola, la "fior di giagliolo", pero con el estómago lleno nos volvimos a la capital del viejo reino pasando por Murias de Rechivaldo: ¡nombres preciosos los de esta tierra!
Otro hito gastronómico fue la visita al renombrado restaurante "El Capricho" para degustar sus famosas chuletas de buey. El pueblo de  Jiménez de Jamuz, es típico por sus bodegas excavadas en el terreno, en donde en una de ellas se ha instalado el restaurante objeto de nuestra visita. A decir verdad, el local es una bodega lúgubre, mas para alojar a Pedro Botero y sus calderas que a un restaurante acogedor. El servicio era decente, algo lento, el vino excesivamente caro, y la chuleta bastante más aún, aunque buena. Lección aprendida: es preferible buscar un sitio con "menos ruido y mas nueces".
Estos días pasados en buena compañía por la provincia de León, confirmaron las  habilidades del Negro como planificador de viajes y anfitrión en la zona, porque además, para cerrar el viaje y no irnos de vacío, nos obsequió con unos cuantos deliciosos Boletus y Níscalos que él mismo recoge en los campos de Burgos. Ni que decir tiene que ya estamos pensando en la siguiente excursión por las tierras de la Patria mía.