jueves, 21 de mayo de 2020

INFANTERÍA DE MARINA. LA CRISIS DE 1931-1934. POR TIERRA Y POR MAR XVIII


INTRODUCCIÓN.

Subyace en los universos mentales de los infantes de marina un comprensible y permanente "estado de alerta" ante acciones que pudieran poner en peligro la existencia digna del Cuerpo en el que sirven. Un somero análisis a la historia de larga duración de la Iª de Mª, de casi cinco siglos de existencia, demuestra que esos peligros se repiten cada vez que ha habido que afrontar una nueva coyuntura o un acontecimiento inesperado, como cuando algún alto cargo del ministerio o de la Armada cree que tiene una receta mágica para mejorar la organización, o decide hacer economías con su presupuesto.
Esta entrada es un ejemplo de la razón de este permanente estado de "alerta". En ella se presenta un asunto que tiene escasa presencia en la "historia oficial" de la Armada y de la Infantería de Marina. Relata los problemas a los que se enfrentó el personal del Cuerpo, derivados del Decreto de "exterminio" del año 1931, pues solo así se puede calificar, aunque en las normas de la época se hablaba de "extinguir" o "disolución".
El desarrollo se hará en tres partes. En la primera, por medio de una síntesis de las disposiciones ministeriales relativas al personal que afectaron al Cuerpo en ese año crítico. En la segunda, se expone las inquietudes que se manifestaron en el personal. Y en la tercera, se presenta un apunte de una propuesta parlamentaria para restablecer la Infantería de Marina.
Para el análisis se usa como fuentes primarias los documentos y correspondencia particular del archivo del coronel de Iª de Mª don Cándido Díaz (del Río) Montero, además de los Boletines Oficiales de Marina y el Boletín Oficial de las Cortes, que aportan suficiente material de investigación para elaborar un apunte histórico que, en definitiva, es la esencia de esta entrada de Blog
FERROL. OFICIALES DEL 2º REGIMIENTO

 LAS DISPOSICIONES REFERENTES AL PERSONAL DURANTE LA REPÚBLICA.

La última reforma de la Infantería de Marina, antes de la República, fue la del ministro don Salvador Carvia y Caravaca,  quien por real Decreto-Ley de 11 de julio de 1930 dispuso que la Infantería de Marina sufriera una transformación. Para ello el Cuerpo quedaba constituido por tres Regimientos y una Compañía de Ordenanzas en el Ministerio. La organización incluía también la Sección del Cuerpo en el Ministerio y una Escuela.
Ésta será la organización que se encontró, en abril de 1931, Santiago Casares Quiroga nuevo Ministro de Marina del Gobierno Provisional de la II República Española, quien pretendía iniciar un programa reformador, en línea con el establecido por Manuel Azaña en el Ministerio de la Guerra, en especial con la reducción de efectivos, Cuerpos, Escalas, Unidades y Centros.
Al contrario que en el Ejército que contaba con numeroso personal innecesario en los empleos de Generales y Oficiales, el caso de la Armada era diferente. Es cierto que era necesario hacer reformas orgánicas para mejorar la eficacia de la institución, pero el ministro Casares empezó intentando hacer economías con el recurso de personal, llevándolas hasta la extinción de Cuerpos, cosa que Manuel Azaña, su inspirador, no hizo en el Ejército.
SAN FERNANDO. 1931. ENTREGA DE BANDERAS REPUBLICANAS

        El 2 de junio de ese mismo año el nuevo ministro ordenó la constitución de  comisiones en los diferentes Cuerpos, incluyendo al de Infantería de Marina, para que estudiaran la reorganización de sus Servicios y expusieran con toda amplitud las reformas que estimaran oportuno introducir. Para la Iª de Mª la orden suponía un nuevo estudio de reorganización, cuando no había transcurrido todavía ni un año desde su última reforma.  También se ordenó formar una Junta compuesta de una representación de cada una de las comisiones para unificar sus informes. El informe final de esta Junta incluía algunas reformas, pero sin suprimir ni uno solo de los Cuerpos que integraban la Armada. 
      En el informe titulado "Reformas en la Marina" (del archivo familiar), el Coronel Díaz Montero cita la constitución de estas comisiones, y añade que posteriormente, el Estado Mayor de la Armada emitió su informe sobre la organización de la Armada, en el que en relación con el Cuerpo de Iª de Mª no solo consideraba necesaria su existencia, sino que ampliaba sus cometidos, que recoge en el Artículo 12 del informe:
  
ARTÍCULO 12
La Sección de Infantería de Marina tendrá a su cargo todo lo referente al material y personal de este Cuerpo, cuya misión será desempeñar el servicio militar en las Bases Navales, Arsenales, y demás establecimientos de la Armada que se juzgue oportuno, así como la cooperación a los desembarcos, cuando se crea conveniente. Podrá así mismo encomendársele misiones de servicios a bordo de los buques, la constitución de columnas volantes de comunicaciones que puedan ser necesarias sobre la costa y demás cometidos apropiados a la misión de este Cuerpo a cuyo cargo quedarán los campos de tiro de armas portátiles. Un reglamento orgánico detallará las disposiciones necesarias para la formación y reclutamiento  de esta sección; la cual como servicio tendrá la mayor autonomía, dependiendo del Estado Mayor de la Armada para todo lo referente a la utilización militar.


Las fuentes bibliográficas recogen escuetamente estos hechos. La obra de referencia de José Enrique Rivas Fabal, "Historia de la Iª de Mª Española", ni siquiera los cita, aunque luego se extiende en la relación de normas de personal y plantillas, confirmando su carácter de "pañol de referencias históricas". Solo dos obras le dedican una  mínima atención. 
La primera, de Ricardo Cerezo Martínez: "Armada Española Siglo XX", en la que se apunta que se constituyó una comisión para "dar pronto término a la redacción de un proyecto de organización de la Armada", pero no cita que también se habían constituido comisiones de cada uno de los demás Cuerpos, y que la que el autor cita, la del Cuerpo General, tenía la responsabilidad de coordinar todas las propuestas particulares. Esta obra induce a una interpretación errónea cuando afirma que: "La información recopilada en este metódico estudio será la esencia (y el detalle, en gran parte) de la reorganización del decreto de 10 de julio de 1931", pues ya sabemos que la propuesta de extinción del Cuerpo de Iª de Mª no salió de esta comisión. 
 La segunda, de Fernando Bordejé y Morencós: "Vicisitudes de una Política Naval",  tampoco es fiel a lo sucedido cuando afirma: "Con el fin de salvar lo inevitable, el 22 de junio de 1931, una ponencia de dicho Cuerpo [Iº de Mª] elevó al ministro un Proyecto de Reorganización de la Iª de Mª... ". El autor se olvida de incluir el dictamen del propio Estado Mayor de la Armada, que como sabemos era contrario a lo determinado en el decreto de extinción. Tampoco es fiel a los acontecimientos el presentar la propuesta de la Iª de Mª como una medida desesperada y aislada. 
La tercera es la obra de Pascual Díez de Rivera y Casares: "Historia de la Organizaciones Navales de España y Francia (Orgánica Naval)", que solo trascribe el Artículo 51, pero no trata la supresión de la Iª de Mª, a pesar de citar los esfuerzos de la Escuela de Guerra Naval para mantener los principios de la organización naval, concentrádose solo en las funciones de la Subsecretaría. Al parecer tanto a Cerezo como  a Bordejé, o a Díez de Rivera no les parece importante la extinción de un Cuerpo de la Armada.

         Después de elevarse los informes de las comisiones y una vez consultadas todas las juntas y organismos técnicos oficiales de la Armada, hay  unanimidad en reconocer la necesidad de la existencia del Cuerpo, pero estos informes no disuaden al ministro de su idea. Las razones que le llevaron a esta determinación en tan corto espacio de tiempo, a pesar de todos los informes en contra, parecen más fruto de un "frenesí reformador" y de una "pulsión dictatorial" que de una razonada reflexión y análisis. En consecuencia, el Artículo 51 del  decreto de 10 de julio de 1931 del Presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá-Zamora, establece la extinción del Cuerpo, todo él: Oficiales, Suboficiales y Tropa.

DECRETO DE 10 DE JULI0 DE 1931
Artículo 51. E1 Cuerpo de Infantería de Marina se declara a extinguir con la plantilla que se fije. Los servicios actualmente encomendados a este Cuerpo se cubrirán con marinería seleccionada a su ingreso en el servicio, al mando de Oficiales del Cuerpo General, que tendrán en estos destinos la mayor estabilidad posible. Estos servicios continuarán en su forma actual en tanto no se proceda a la sustitución, cuyos detalles orgánicos se prevendrán mediante la reglamentación oportuna.

Para la aplicación práctica de la extinción, se usó el Decreto de 23 de junio de 1931, que concedía el pase a la situación de retirado, con el mismo sueldo que estaban disfrutando en su empleo, a todos los Jefes, Oficiales y asimilados de todos los Cuerpos de la Armada que lo solicitaran, siempre que contaran veinte años de servicios efectivos. Para rematar la extinción, el 24 de julio de 1931 otro decreto estableció una reducidísima plantilla inicial para la Infantería de Marina (cuadro 1). Esto suponía, en la práctica, la supresión de todo el personal excedente; lo dicho: el exterminio del Cuerpo.  
Parece como si el Gobierno se hubiera dado cuenta que había obrado con excesiva precipitación, ya que los servicios que cubría la Iª de Mª tendrían que seguirse dando, y las economías no serían tantas, al tener que cargar en el presupuesto con, al menos 184 oficiales excedentes. 
Esta situación la pone de manifiesto la exposición de motivos del  Decreto de 22 de agosto de 1931,  en el que se lee que "suprimido el Cuerpo... y declarado a extinguir su personal", estima que: "exigencias de justicia obligan a dictar normas que armonicen la consecución de esta finalidad con el respeto debido a derechos adquiridos legítimamente..."   y  "pretende evitar la paralización de las escalas de los diversos empleos y asegurar a sus titulares el percibo de las pensiones que les correspondería de no tener que permanecer una gran parte en situación de disponibilidad por la desproporción entre el personal que existe en activo y el número de destinos que deben desempeñar".
Para arreglar esta situación el decreto  fija las denominadas "plantillas de extinción". En consecuencia, para la extinción del personal del Cuerpo se fijó una nueva plantilla (cuadro 1), añadiendo que: El personal que no desempeñe destino quedará en la situación de disponible forzoso y percibirá el 80% del sueldo asignado a su empleo.


PLANTILLA INICIAL
PLANTILLA EXTINCIÓN
PLANTILLA
REDUCIDA
PLANTILLA

ESC.ACTIVA
24-7-1931
22-8-1931
24-11-1931
JUL 1936
GRAL Bg

1
1
1
COR

4
1
4
TCOL
1
10
4
10
CTE
3
22
8
22
CAP
5
30
17
30
TTE
9
22
22
34
ALF

Indeterminado
Indeterminado
Indeterminado
CUADRO Nº 1.
EVOLUCIÓN DE LAS PLANTILLAS DE 1931 A 1936

A pesar de estas rectificaciones el ministro sigue insistiendo en que se organizarán fuerzas de marinería para prestar el servicio Militar de las Bases Navales, pero hasta que esto no se lleve a cabo, el 7 de septiembre de 1931, establece una organización transitoria para lo que queda del Cuerpo, distribuyendo las fuerzas como se expresa en el cuadro nº 2 siguiente:


B.N. CADIZ
B.N. FERROL
B.N. CARTAGENA
TCOL



CTE
1
1
1
CAP
4
2
2
TTE
8
6
6
ALF
8
4
4
AUX MAY 1º
1
1
1
AUX 1ª
6
4
4
AUX 2ª
12
8
8
CABOS
66
25
25
BANDA
7
7
7
SOLDADOS
450
250
250
M. ARMERO
1
1
1
CUADRO Nº 2.
ORGANIZACIÓN TRANSITORIA DE SEPTIEMBRE DE 1931

El frenesís reorganizador fue remitiendo y la realidad se impuso, por lo que no durará mucho esta organización. Tres meses después, por Orden Comunicada de 20 de noviembre de 1931, el nuevo Ministro, Giral Pereira, estableció otra "Organización de las Fuerzas y Servicios del Cuerpo", en la que se aumentó ligeramente el número de oficiales y tropa en Ferrol y Cartagena. El incremento más sustancial fue en las Músicas de cada unidad, que en la anterior organización habían desaparecido y ahora se autorizaban unas razonables Unidades de Música. En la Base Naval Principal de Cádiz, se estableció un Batallón de cuatro Compañías, y en las Bases Navales Principales de Ferrol y Cartagena, sendos Grupos de tres Compañías. A estas fuerzas hay que añadir un Sección de Ordenanzas en el Ministerio y la Sección del Cuerpo en el Ministerio, todo según la distribución del cuadro nº 3 siguiente:


B.N. CADIZ
B.N. FERROL
B.N. CARTAG.
SECCION ORDENANZAS
SECCIÓN
MINISTERIO
GRAL BRIG.




1
COL




1
TCOL
1
1
1

1
CTE
2
2
2

2
CAP
6
5
5
1

TTE
8
6
6
2

ALF
8
4
4
1

AUX MAY 1º
1
1
1
1

AUX PRIMERO 1ª
2
2
2
3
1
AUX PRIMERO
6
5
5


AUX 2ª
16
12
12
6
4
CABOS
66
36
36
12

BANDA
7
7
7
1

SOLDADOS
450
300
300
60

M. ARMERO
1
1
1
1

MÚSICOS
31
26
26


CUADRO Nº 3.
DISTRIBUCIÓN DE FUERZAS. 20 NOVIEMBRE DE 1931

Durante los meses de agosto a noviembre se produjo un intenso pase a la situación de retirado, que afectó a un total de 165 oficiales de la Escala Activa y de la ERAR (Escala de Reserva Retribuida), además de 146 Auxiliares de todos los empleos. En consecuencia, ante la disminución de efectivos, la ley de 24 de noviembre de 1931 volvía a modificar la plantilla, y reducía el número de oficiales, quedando como muestra el Cuadro nº 1.
CARTAGENA. COMPAÑÍA DEL 3º REGIMIENTO

 EL "CONVENIO PARTICULAR".

Para iniciar la segunda parte de esta entrada, hay que volver un poco atrás en el tiempo, pues se produjo un hecho que trastornó el marco normativo en el que se estaba desarrollando la extinción del Cuerpo, pues el 10 de septiembre de 1931 el Presidente del Gobierno autorizó al Ministro de Marina a que presentara a las Cortes un proyecto de ley. La iniciativa suponía que todos los generales, jefes y oficiales de Iª de Mª, pasarían a la situación de retirados desde el momento en que se promulgara esta nueva ley, aunque les concedía los anteriores beneficios de los decretos de petición de pase a la situación de retirado.
La propuesta de presentar este proyecto de ley produjo alarma e inquietud, y supuso un duro golpe a las expectativas de encontrar una solución transitoria que permitiera la extinción  paulatina del Cuerpo, y a la vez respetara los derechos adquiridos.
La reacción a este anuncio de proyecto de ley fue la unión de todo el personal para tratar de salvar todo lo que se pudiera del desastre que se avecinaba y atenuar, en lo posible, los perjuicios. Se buscaron apoyos parlamentarios,  se efectuaron estudios y reuniones de trabajo, y se aportó dinero. Finalmente se consiguió alejar el espectro del retiro forzoso, obteniéndose algunas ventajas que permitirían retirarse en mejores condiciones que las que iba a ofrecer el proyecto de ley.
La lectura y análisis de los documentos no oficiales utilizados, relacionados con esta propuesta, pone de manifiesto las mentalidades que imperaron en aquella difícil coyuntura. Como en todas las épocas de crisis, se dividen en dos: las de los que agotados sus ánimos manifiestan "el dolorido sentir", y las de los que creen en la justicia de su causa y están dispuestos a pelear por ella.
Las reacción ante el proyecto de ley y la unión que se había logrado se fragmentaron, cuando un grupo de oficiales pretendió mejorar aun mas las condiciones de retiro por medio de una mayor movilidad en el escalafón. Estos oficiales prepararon, para estudio y aprobación,  un proyecto que permitiera que alguno más de los previsibles pudiera alcanzar los empleos altos del escalafón, fundamentalmente, General de Brigada. La  justificación que aducían era una mezcla de comprensible amargura y desánimo, con la intención de ofrecer un futuro mejor a los más jóvenes, y a la vez intentar mejorar en lo posible las pensiones. Los oficiales que promovían la propuesta eran: el Teniente Coronel don Andrés Sánchez-Ocaña y Rowley, y los Comandantes don Jaime Togores Balzola y don Enrique Ardois Caraballo.
La propuesta era sencilla, aunque aparentemente fraudulenta. Creían los promotores que al no ser el movimiento del escalafón lo suficientemente rápido no podría causar extrañeza y, en esencia, suponía que después de servir seis meses en el empleo de General de Brigada, el titular pidiera el retiro para permitir el ascenso de otro Coronel. Por este procedimiento entre 1933 y 1941 servirían en este empleo catorce generales, en vez de los tres que hubiera permitido el movimiento natural del escalafón.
A este plan le llamaban los promotores "abrir el escalafón por arriba", y a la propuesta la calificaban de "convenio particular", pero sin renunciar  a "una reorganización que satisfaga el ideal de todos los componentes de la corporación y que permita una vida digna y útil a este desgraciado Cuerpo." La propuesta se extiende con unas consideraciones sobre dejar el camino libre a los más jóvenes, a la vez que obtener de beneficio mejores pensiones para todos los que ascendieran cuando comenzaran  los retiros voluntarios, pues habría un efecto cascada en los asensos. También creían los promotores que vivían "en una época que es propicia, no a los idealismos, sino en la que triunfa un total espíritu utilitario."
EL TCOL DÍAZ MONTERO CON OFICIALES DEL 1º BATALLÓN DEL 3º REGIMIENTO

El 1 de marzo de 1933 el Comandante Enrique Ardois, remitió la propuesta, a la que han denominado "Proyecto de Circular", al Coronel Díaz Montero, como se había hecho a todos los jefes. El coronel se encontraba entonces en situación de disponible forzoso, después de entregar en Cartagena el mando del 3º Regimiento, del que ya había anteriormente mandado su 1º y 2º Batallón.
En su contestación al Comandante Ardois, el Coronel expone su postura ante el "despiadado proyecto de Ley del Ministro Casares conducente a la extinción absoluta, completa y fulminante del Cuerpo". Mantiene que las ventajas obtenidas para el retiro se deben solo al Sr. Pérez Madrigal (Diputado por Ciudad Real) y al Comandante Togores. Cree que el inesperado movimiento del escalafón, motivado por el elevado número de los que se acogieron a la ley general de retiros, ha "abierto exagerados apetitos, no por legítimos y humanos, menos infundados y desproporcionados". No cree que para beneficio de unos, que nunca hubieran alcanzado los empleos superiores, deban otros renunciar voluntariamente y en perjuicio propio, a lo adquirido por su esfuerzo o su suerte. Tampoco está de acuerdo con que el movimiento del escalafón pueda pasar desapercibido, pues se llevaría a cabo sin tener en cuenta los intereses del Estado y sin acuerdo con él.
El Coronel muestra su escepticismo con la propuesta y encuentra incongruente el deseo de lograr la reorganización y resurgir de "este desdichado Cuerpo" y a la vez desear una prematura salida de él. Manifiesta que él es una persona alejada del "materialismo utilitarista", que ha tenido bien poca influencia en sus determinaciones sobre su carrera, en la que buscó los destinos más activos... "seguramente contraria a otros cuya ausencia de ideal no es cosa nueva, ya que es bien notorio, por propia confesión no recatada, que tal actitud la vienen arrastrando desde su ingreso en el Cuerpo". Finalmente añade que tiene confianza en que los jóvenes de la institución seguirán con brillantez y entusiasmo la gloriosa tradición del Cuerpo y no cree llegada la hora de prescindir, por propia decisión, de colaborar en esa obra. Manifiesta fe en una probable y próxima reorganización, añadiendo que "con el proyecto por Vd. elaborado, se niega toda esperanza, sepultándola bajo la losa del mas negro pesimismo". 
Finalmente, el 11 de mayo de ese año, en contra de la opinión expresada en la carta citada, aceptó firmar el compromiso del ahora llamado "convenio particular". En el documento de aceptación de la propuesta manifiesta "que los sacrificios morales que mi renuncia representa, los hago gustoso, única y exclusivamente en beneficio de mis compañeros y del Cuerpo al que pertenezco". Hay que tener en cuenta que el propio Coronel era un obstáculo serio para los que habían concebido el "convenio", ya que previsiblemente, por su edad, podría servir siete años en el empleo de General.
Añade "que si al terminar el plazo de mi estancia en activo, con arreglo a este compromiso, se hubiese aprobado o presentado en las Cortes algún proyecto de reorganización del Cuerpo que lleve consigo su resurgimiento para llevar una vida digna de su historia y un aumento en las plantillas que se traduzca en mayores beneficios para el personal que los que estos retiros voluntarios proporcionan, mi obligación de pedir el pase a la reserva se demorará hasta que el proyecto fracase o sea aprobado". "Como garantía del compromiso que contraigo entrego una instancia sin fecha, para que a su debido tiempo sea cursada". El documento está firmado, en nombre de la corporación, por los tres promotores ya citados.

El 13 de mayo de 1933 el General de Brigada don Luis Cañizares Moyano, acogiéndose a los beneficios que ofrece la ley, abandonó el barco, y pasó voluntariamente y anticipadamente a la situación de reserva. Su relevo en la Jefatura de la Sección del Cuerpo en el Ministerio será el Coronel don Rafael Moratinos del Río, que ascendió a general el 1 de julio.

   

PLIEGO DE FIRMAS DE OFICIALES DE SAN FERNANDO Y CARTAGENA

El 1 de junio de 1933, el Coronel Diaz Montero pasó destinado de Jefe  del 1º Negociado (Personal) de la Sección del Cuerpo en el Ministerio. Ya habían pasado dos años desde la promulgación del decreto de extinción, y en ese tiempo se habían hecho pequeños progresos para ir avanzando en la búsqueda de una solución orgánica digna para el Cuerpo, incluyendo los contactos parlamentarios.
En este destino debió de verificar las dificultades de aplicación del "convenio", pero sobre todo, percibió que el sentir mayoritario no era favorable a esta propuesta, como lo ponen de manifiesto algunas documentos y cartas que recibía que se han conservado en el archivo familiar, entre ellos uno de San Fernando y otro de Cartagena, que firmaban en octubre de ese año un total de 25 Comandantes, Capitanes y Tenientes en activo, lo que constituía un número significativo, teniendo en cuenta la exigua plantilla en vigor.
En el encabezamiento de las páginas de firmas se puede leer: "Con el fin de que el Coronel D. Cándido Díaz Montero pueda hacer constar en su día que no es general la conformidad del personal de Jefes y Oficiales del Cuerpo en cuanto a retiros voluntarios se refiere..."

Juan Conforto Thomas.(4) (6)
Antonio Martín Giorla.(6)
Pedro Curiel Palazuelo (6)
Juan León Gutiérrez. (6)
Esteban Dodero Pérez. (1)
Gerardo Fraile Massa. (1)
Ramón Dorda Morgado. (1)
Carlos de Miguel Roncero. (1)
Fernando Ruíz de Valdivia Díaz.(1)
Vicente Vidal. (1)
Basilio Fuentes Serna. (5)
Juan Luque Canis.(5)
Luis Calleja Gonzalez.(5)
Pedro Curiel Palazuelo.(6)
Ginés Sánchez Balibrea. (5)
Marciano Gutiérrez Gutiérrez. (5)(4)
Vicente Alonso Fernández. (5)
Enrique Paz Pinacho. (5)(2)
Angel Inglada y García Serrano. (2)
Manuel Martínez Pellicer. (6)
Manuel Torralbo Marin. (6)(1)
Carlos García
Miguel López Vera. (6)
Emilio Escuain Sanchez. (6)
Francisco Mas Zandalinas. (6)
Carmelo Coello Hernandez.(6)
Fernando de la Cruz Lacaci.(6)
Vicente de Juan Gómez. (6)

(1) Asesinado en el España nº3,  Arsenal de Cartagena o Paracuellos-
(2) Fusilado por los nacionales
(3) Fusilado por los republicanos
(4) Muerto en combate
(5) Bando Republicano
(6) Bando Nacional

CUADRO Nº4.
RELACIÓN DE OFICIALES OPUESTOS AL "CONVENIO" Y SU SITUACIÓN EN 1936

Las opiniones de esta correspondencia muestran que la mayor parte de los jóvenes oficiales no deseaban la temprana marcha a la situación de reserva del Coronel Díaz Montero, pues lo consideraban muy apto para liderar el Cuerpo debido a su prestigio y su potencial futuro, y le transmitían el apoyo de otros Oficiales y Auxiliares. Las cartas dan una idea de la calidad moral y espíritu militar que les animaba, como las del Comandante Esteban Dodero, el Capitán de Miguel Roncero, y el Teniente Alonso Fernandez, en las que declaraban no querer renunciar a seguir trabajando con ilusión por el futuro del Cuerpo, y relataban las presiones que recibían para firmar el convenio, que ellos rechazaban.
Estos datos permitirán afirmar al Coronel Díaz Montero, en una  carta al General Moratinos, que no existía una opinión mayoritaria en el Cuerpo para aceptar el "convenio" y que la propuesta no reflejaba el sentir de la Corporación. La razón de la carta es doble; la primera para informarle que ha recibido de forma más o menos directa la sugestión de que no se retirara, y haber sido informado por los remitentes que no iban a firmar ningún acuerdo de retiros; y segundo, que a falta de multitud de compromisos firmados que aceptaran el convenio, y al no existir unanimidad en los deseos de la Corporación, consideraba anulada y sin valor alguno el compromiso que había firmado para su pase a la reserva. Tres años después, el 22 de agosto de 1937, el General Moratinos pasó a la reserva  al cumplir la edad reglamentaria.


LA INICIATIVA DEL DIPUTADO JOAQUIN PÉREZ MADRIGAL

En el ámbito de los apoyos para garantizar un futuro al Cuerpo, hay que citar que el 15 de junio de 1934, quince diputados presentaron a las Cortes un "Proyecto de Ley de Restablecimiento del Cuerpo de Infantería de Marina", como recoge de forma muy escueta Rival Fabal en su obra "Historia de la Infantería de Marina Española. El proyecto incluía de manera muy pormenorizada la relación de sus cometidos y su detallada organización.

EXTRACTO DE LA EXPOSICIÓN DE MOTIVOS DEL PROYECTO
"A las Cortes. En el art. 51 de la ley constitutiva de la Armada se dispone la extinción del Cuerpo de Infantería de Marina, determinando las normas generales para sustituirlo en los cometidos que le están encomendados. Esta sustitución. que hasta ahora solo ha tenido realidad muy limitada, se viene llevando a cabo en forma fragmentaria, sin responder a un plan de conjunto armónico con las exigencias de los intereses de la Armada y que, sin procurar economía apreciable al Tesoro, repercute en forma bien sensible en la eficacia de los organismos y eficacia de los servicios que desempeñan.
La necesidad de unas tropas de Marina, cualquiera que sea el nombre con que se les designe, es evidente, como impuesta por la realidad; y se halla, además, avalada por las enseñanzas de la historia y lo que se practica en las principales Marinas que pueden tomarse como modelo
.......

El ponente, don Joaquín Pérez Madrigal expuso en su intervención, que previamente había tratado el asunto con el Ministro de Marina Rocha García, presente en la sesión, y con el Subsecretario. Se acuerda tomar en consideración la propuesta y trasladarla a la Comisión de Marina para su dictamen.
El 30 de diciembre de 1934 el Sr Pérez Madrigal escribió una carta al Coronel Díaz Montero, que evidenciaba que la propuesta de ley se había trabajado con su estrecha colaboración, y se congratulaba de que... "lo interesante de nuestra conquista por ahora es el reconocimiento de la existencia, sin trabas y sin sombras, del Cuerpo de Infantería de Marina, por lo que en los primeros días de 1935 será una realidad".
             
           


El ponente presentó el proyecto en la Comisión de Marina el 29 de enero de 1935, ahora desvestido de todo detalle sobre las misiones y organización, que debería ser objeto de desarrollo por el Ministro de Marina. Ese día el proyecto encontró el obstáculo del representante de la Comisión de Presupuestos, que lamentaba no poder informar favorablemente, por suponer un aumento en los créditos presupuestarios, incompatibles con las medidas adoptadas para introducir economías; en consecuencia se pospuso el asunto para un nuevo dictamen. El análisis y resultado final de esta propuesta de ley no es objeto de esta entrada, pero viene a evidenciar lo importante que es poder contar con apoyos parlamentarios, y el que los infantes de marina no estuvieron solos en su lucha.

FINAL

El 11 de abril de 1935, una septicemia ahorró al Coronel Díaz Montero el ver el Cuerpo, al que tantos desvelos había dedicado en vida, dividido en dos bandos combatientes en la Guerra Civil (ver cuadro nº 4). También le ahorró el saber que el Coronel Sánchez-Ocaña, uno de los ponentes del "convenio particular" y compañero de promoción, había sido asesinado, junto con otros oficiales con quienes había servido recientemente en el 3º Regimiento.
El tesón y confianza en el futuro del Cuerpo demostrado por un numeroso grupo de infantes de marina, luchando por un objetivo común, ayudaron en aquellos años difíciles de 1931 a 1936 a comenzar a preparar el terreno que en el futuro permitiría la digna regeneración del Cuerpo. Sus esfuerzos y sacrificios no fueron en vano, ni tampoco el ejemplo que dejaron.