viernes, 20 de mayo de 2011

VIDA DIGNA

Debido a la personalidad de la autora y su prosa sencilla, no lleva mucho tiempo leer las memorias de Simone Veil: “Une vie”. Su primera parte nos muestra la felicidad de la vida en provincias de una familia francesa acomodada, luego truncada por la Segunda Guerra Mundial y en especial por la persecución a los judíos. Un tercio de los judíos franceses fueron llevados a los campos de exterminio, en donde murieron los padres y un hermano de Simone. Francia todavía no ha hecho un ajuste de cuentas con este doloroso episodio de su pasado.
Los estudios, el comienzo de sus trabajos en la administración y la carrera política, llenan dos terceras partes del libro. Destaca su posición a favor de la Ley del Aborto o de “Interrupción voluntaria del embarazo” que es el eufemismo que usa para ocultar tan abominable accto. Simone  se declara agnóstica, lo que le ayuda a impulsar la ley, pero reconoce que no es un problema solo de la mujer, pues admite que hay otros actores con voz en tan doloroso hecho, como el Estado, el padre, el “nasciturus” y la madre, pero con tinte feminista lo deja todo en manos de la madre. Se escuda en que el Gobierno debe legislar lo que es una práctica habitual y no criminalizarla, y en un ejercicio de realismo no debe permitir que las mujeres francesas arriesguen sus vidas yendo a abortar a clínicas secretas o al extranjero. Parece que es preferible eliminar a los no nacidos en casa. 
El asunto es muy complejo y es muy dificil encontrar un punto de encuentro entre los creyentes contrarios al aborto y los no creyentes partidarios de él, pero está claro que los que Simone Veil cita como actores con voz deberían tener también voto. El esfuerzo de llegar a acuerdos debería mover a todas las partes en futuras revisiones de la ley, que indudablemente están por venir. Mientras tanto el gobierno español nos ofrece una muerte digna en vez de ofrecernos una vida digna, que es lo que está obligado a hacer. Esperemos que todos los actores en esta nueva Ley tengan esta vez voz y voto y se respeten sus sensibilidades, aunque poco cabe esperar de los radicales que nos gobiernan.

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