¿Cuál es esa realidad? Para empezar diría que la dejación de autoridad es el decorado del fondo de esta crisis. Existe un rechazo a aplicar medidas que asienten la autoridad, que es permanentemente desafiada en todos los ámbitos, empezando en la escuela, en la que la exigencia en el nivel educativo brilla por su ausencia ante la indiferencia de las autoridades y de la sociedad.
Otro factor que agrava la situación es la permisividad con las expresiones violentas e inciviles de los jóvenes, que tenemos ocasión de ver en las vacaciones estivales y en numerosas manifestaciones de ocio. Hemos tenido y continuamos teniendo pruebas de esto con la actitud de las autoridades con los llamados “indignados”. Tampoco ayuda el “todo vale” de amplios sectores de la juventud, en particular para aquellos que creen que los derechos están por encima de las obligaciones –en caso que existieran.
El esfuerzo y el sacrificio en pos de un ideal de vida y de sociedad es inexistente, pues parece que nadie lo ha enseñado, suponiendo que existiera acuerdo en el modelo; el individualismo hedonista es la medida de todas las cosas; la reflexión individual y colectiva: inexistente.
¿Dónde quedan nuestras esperanzas de dejar un mundo mejor? Me temo que sin una regeneración ética no hay esperanza como también me temo que la ética no cotiza al alza en nuestra sociedad. Como siempre en la historia solo un revulsivo podrá salvar nuestra sociedad. ¿Serán estos disturbios en el Reino Unido la caída del caballo y el inicio de la reacción?
No hay comentarios:
Publicar un comentario