Vivir en la Villa y Corte te
permite disfrutar de una moderna capital llena de historia y en particular
desde que Felipe II decidiera trasladar a ella la capital de la Monarquía
Española. La obligación de vivir en la Corte impulsó a la nobleza a construir
sus residencias en ella o sus alrededores, y a la vez adquir propiedades y villas de señorío. Recorrer los alrededores de Madrid es hacerlo
en la historia viva española, de manera que para el aficionado siempre hay algo
que visitar -cámara en mano- para después adornar para el recuerdo las escuetas
entradas de este "blog".
Aprovechando el benigno
otoño que nos acompaña, mi santa y yo dirigimos nuestros pasos a visitar la
Villa de Loeches situada en la Comarca de Alcalá, en una próspera zona
agropecuaria.
El tener en mi biblioteca un ejemplar del Diccionario Geográfico de Don
Pascual Madoz me permite conocer algunos aspectos de la historia de los pueblos que visito; en este caso el insigne
político progresista nos informa que en la Villa hay dos Monasterios: el de
Carmelitas Descalzas y el de Dominicas Recoletas, y la morada del Conde Duque de
Olivares situada entre ambos. La historia moderna de Loeches recoge la venta de
la Villa por Felipe II y su adquisición años después por la familia Cárdenas
Avellaneda.
Monasterio de San Ignacio Mártir |
Llegamos
a la amplia Plaza del Duque de Alba que contiene ambos Monasterios y comenzamos
nuestra visita por el más antiguo, el de
Carmelitas Descalzas de San Ignacio Mártir, fundado en 1596 por la carmelita
descalza Francisca de Cristo, hija de los señores de la
Villa, dirigiéndonos a la puerta de su Iglesia mientras una hermana remataba en
ella su faena diaria y con proverbial alegría carmelitana se ofreció a
acompañarnos en la visita, haciendo buenas las palabras de la santa de Ávila:
"Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía". Su particular acento no se le escapó a mi atenta esposa,
quién detectó su origen brasileiro que resultó ser de Minas Gerais de donde
había venido para incrementar la comunidad monacal actual formada solo por
trece hermanas ante la falta de vocaciones religiosas. No pudimos realizar la
vista al resto del Monasterio porque es de clausura.
Iglesia del Monasterio de San Ignacio Mártir |
Dos siglos después de su fundación, en 1808, y en aplicación de los
Decretos de Jose I ordenando la reducción a un tercio los Conventos y
Monasterios, la comunidad se vio obligada a abandonarlo y sus archivos y
riquezas saqueadas por las tropas francesas que lo ocuparon. Con las desamortizaciones no acabaron sus desgracias,
pues durante la Guerra Civil española 1936-1939 fue convertido en cuartel, quedando destruido
casi en su totalidad, pero las hermanas lograron restaurarlo con grandes
esfuerzos para poder vivir su vida de comunidad.
Altar Mayor |
Con los desastres de las guerras la Iglesia del
Monasterio no es ni la sombra de lo que debió haber sido, pero su decoración es
suficiente y digna para cumplir con su función. Un par de cuadros adornan el
retablo del altar mayor, uno de ellos con el martirio de San Ignacio de
Antioquía, Patrono del Convento. No podría faltar una imagen de la Virgen del
Carmen, lo que siempre alegra la vista de quien haya vestido el botón de ancla.
Para completar la visita nuestra amable guía nos mostró la reliquia que conservan
de Santa Teresa de Jesús (un fragmento del estómago).
En 1633 el Conde-Duque de Olivares
compró la Villa de Loeches y construyó en ella un pequeño palacio, hoy
desaparecido, y en su lugar se encuentra el panteón de la Casa de Alba y una
escuela pública, eso sí, con la puerta de piedra del antiguo
palacio..."loquuntur saxa". Don Gaspar pretendió conseguir el
patronazgo del Monasterio Carmelita, pero al no conseguirlo encargó la
construcción de uno nuevo a su lado, el de la Inmaculada Concepción, para las
Dominicas Recoletas: típica demostración de la piedad de la nobleza para
conseguir un buen lugar en la otra vida, mientras que en ésta las oraciones y
sus restos mortales quedan bajo la custodia de una Orden Religiosa y la
protección de sus herederos.
Monasterio de La Inmaculada Concepción |
La obra se encargó a
Alonso Carbonell y fue terminada por el IV Conde-Duque de Olivares. El
Monasterio reunió una excelente colección de pinturas, incluyendo obras de
Miguel Ángel, Tintoretto, Rubens, Alonso Cano, pero con ocasión de la
francesada fue saqueado y las obras llevadas a Francia. La guerra civil
1936-1939 también trajo nuevos destrozos y saqueos, en la mejor tradición revolucionaria
española, y durante ella la iglesia se usó para guardar ganado.
Alonso
Carbonell, es también autor de importantes obras de la época, como el Palacio
del Buen Retiro, y sigue para la construcción del Monasterio el modelo barroco
del convento de la Encarnación en Madrid. La iglesia es de una nave con bóveda
de cañón y cúpula sobre pechinas en el crucero. El altar está adornado con unos
grandes frescos de Fernando Calderón que sustituyen al retablo que debió tener
en otra época.
El Monasterio está hoy bajo el
patronazgo de la Casa de Alba, heredera del Conde-duque; pero lo que él no
previó fue el descenso de vocaciones religiosas que llevaría en este siglo al
traslado de las monjas a otros lugares, por lo que el Monasterio espera cerrado
una decisión sobre su futuro, y mientras tanto solo son visitables la Iglesia y
el Panteón.
Panteón de la Casa de Alba |
Este último fue mandado
construir en 1909 por Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó para enterrar a los
miembros de la Casa de Alba, agregando
una capilla al lado derecho de la Iglesia. En él descansan desde 1645 los restos mortales
de Don Gaspar de Guzmán, primer Conde-duque de Olivares y su esposa Doña Inés
de Zúñiga. Junto a los sepulcros de otros miembros de la Casa de Alba de los
siglos XIX y XX (y los espacios ya asignados para los del XXI)
destaca el mausoleo de Francisca de Sales y Portocarrero, Condesa de Montijo y
hermana de Eugenia de Montijo, obra de Charles Gumery.
Mausoleo de la Condesa de Montijo |
Dejamos Loeches y sus
Monasterios para socorrernos con algún producto de la zona llevando de recuerdo
una agradable jornada y un bote de "higos carmelitanos" elaborado y
comercializado por las monjas de la Villa, por cierto, adquiribles a través de
la página web del Monasterio. ¿Qué
pensaría de esto la hermana fundadora Francisca de Cristo?