Dedico parte del tiempo de la última estación del zapaterismo a comprobar el estado de mi salud, cosa que tenía muy abandonada. Después de hacer unas pruebas en un hospital de Príncipe de Vergara, el fresco de la mañana me pide premiar el madrugón con un cafelito caliente. Veo una cafetería llamada Starbucks y decido entrar a sentarme con un periódico a disfrutar del premio.
Me dirijo hacia quien parece ser el encargado, protegido detrás del mostrador en el que se exhiben jarras de café de varios tamaños, y escojo la que me parece más apropiada:
-Un café con leche como este, por favor.
-¿Lo quiere para llevar? Pregunta el empleado.
-¿Para llevar a donde? Pregunto sorprendido.
-Para llevarlo a la calle, me contesta, mucha gente se lo lleva al trabajo, añade.
-No, no, yo solo quiero sentarme ahí con el periódico.
-Bueno, vaya al fondo y allí se lo dan.
Al llegar al fondo entrego el recibo a otro empleado con acento de andaluz oriental, quien amablemente me sirve el café y me dice:
-Ahí tiene, un “latetó”
El políglota pollo añade: - Un “latetó”, lo que usted ha pedido, lo pone aquí en el recibo.
Para mi asombro de cateto a estribor en Madrid (pues el de babor ya esta cogido) leo el recibo, donde reza: "LATTE, TALL" y le digo:
-Oiga, pero esto es italiano e inglés, ¿pero no estamos todavía en España?
-Sí, tiene razón, pero se llama así, cacarea el poliglota.-Oiga, pero esto es italiano e inglés, ¿pero no estamos todavía en España?
Así que me senté a tomar mi “latetó” pensando que entre etiquetar solo en catalán o hacerlo en español, italiano e inglés, me quedo con el catalán. Tendré que estudiar idiomas o salir mas.
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