lunes, 2 de septiembre de 2019

ARTE Y NACIONALISMO


Esta corta entrada no es un comentario de una magnífica exposición, sino mas bien, una reflexión inspirada por su línea argumental.
El siglo XIX fue el siglo de los nacionalismos, que todavía padecemos en España, en donde las autoridades se empeñan en subrayar "hechos diferenciales", o la perogrullada, elevada a dogma posmoderno, de la "diversidad española" con la que los partidos pretenden hacernos comulgar, y contentar a las autonomías que  buscan una "identidad" (inexistente). El problema es que desde la primera globalización ibérica, ahora ya acelerada,  los movimientos de personas, ideas, objetos, capitales... etc., nos han traído una tendencia hacia la fusión y uniformización de las "culturas" existentes, lo que hace ridícula la visión microscópica de los nacionalismos peninsulares que busca el "Olive Tree", mientras quiere viajar en un "Lexus" (*) En estos tiempos, lo fundamental es respetar las tradiciones e instituciones que sostienen la unidad de nuestra cultura, toda ella, la hispánica.
Esta reflexión viene al caso después de admirar en el Museo del Prado la exposición "Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines".

El bufón de Primo. Velazquez
El valor de la exposición, y mérito de su comisario Alejandro Vergara, es su hipótesis de que la pintura no es la expresión de la "identidad" nacional, como pretendió el nacionalismo en su interpretación de la pintura durante el siglo XIX, y que «El nacionalismo ha contaminado el relato de la Historia del Arte. Ni Velázquez, ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones, sino unos ideales estéticos que compartían con una comunidad supranacional de artistas».
No hay que negar tampoco, que existieran diferencias entre las pinturas española y holandesa del XVII, «pero han sido muy exageradas. No somos iguales, pero tampoco tan diferentes». Esto queda claro al contemplar en la exposición las 72 obras de artistas, entre otros, como Velázquez, Rembrandt, Vermeer, el Greco, Murillo, Frans Hals, Ter Borch, sobre todo las de los holandeses, que para admirarlos hay que hacerlo principalmente en los museos de los Países Bajos. La disposición de las obras en las salas ofrece una excelente oportunidad de comparar las obras de los pintores españoles y holandeses y verificar la hipótesis argumental de la exposición. Hasta aquí las alabanzas, porque hay un asunto que no se puede pasar por alto. En la explicación que se expone en la sala 02 se afirma que "los holandeses se sublevaron contra el Rey Felipe II de España", lo que traslada un mensaje equivocado desde un Museo Nacional español. Creo que está claro que los holandeses se sublevaron contra el legítimo soberano de los Países Bajos y duque de Borgoña, Felipe II, y al hacerlo consumaron un delito de lesa majestad. 
El geógrafo. Vermeer.
¿Habrán consensuado con los herederos del pensamiento de los rebeldes holandeses esta redacción para poder exhibir la exposición en los Países Bajos, y así mantener viva la leyenda negra antiespañola? 
Esta leyenda, que todavía se mantiene viva, la refleja muy bien la placa situada en la Grand Place de Bruselas, escrita en francés y flamenco, y que hoy día aun recuerda la decapitación de los condes de Egmont y Hornes, "ilustres víctimas de la represión",  "durante la rebelión contra la autoridad del Rey de España Felipe II" (no contra su legítimo soberano).
Cuando comenzó la revuelta holandesa en el siglo XVI, los universos mentales del siglo XVI y la reacción de las autoridades ante delitos graves, no era la del siglo XXI, en el que hemos visto como las autoridades de una región española han organizado una rebelión contra el Estado, violando la Constitución y las leyes que las legitiman en sus cargos. Al parecer dicen que son una República (a la sombra del "olive tree" añado yo). Los Tercios no están ni se esperan.

(*) FRIEDMAN L. Thomas. "The Lexus and the Olive Tree". 



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