Esta corta entrada no es un comentario de una magnífica exposición, sino mas bien, una reflexión inspirada por su línea argumental.
El siglo XIX fue el siglo de los nacionalismos, que
todavía padecemos en España, en donde las autoridades se empeñan en subrayar
"hechos diferenciales", o la perogrullada, elevada a dogma
posmoderno, de la "diversidad española" con la que los partidos
pretenden hacernos comulgar, y contentar a las autonomías que buscan una "identidad"
(inexistente). El problema es que desde la primera globalización ibérica, ahora
ya acelerada, los movimientos de
personas, ideas, objetos, capitales... etc., nos han traído una tendencia hacia la fusión y
uniformización de las "culturas" existentes, lo que hace ridícula la
visión microscópica de los nacionalismos peninsulares que busca el "Olive
Tree", mientras quiere viajar en un "Lexus" (*) En estos tiempos, lo fundamental es respetar las tradiciones e instituciones que sostienen la
unidad de nuestra cultura, toda ella, la hispánica.
Esta reflexión viene al caso después de admirar en
el Museo del Prado la exposición "Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas
afines".
El bufón de Primo. Velazquez |
El valor de la exposición, y mérito de su
comisario Alejandro Vergara, es su hipótesis de que la pintura no es la expresión
de la "identidad" nacional, como pretendió el nacionalismo en su interpretación de la pintura durante el siglo XIX, y que «El nacionalismo ha contaminado el relato de la Historia del Arte. Ni
Velázquez, ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la
esencia de sus naciones, sino unos ideales estéticos que compartían con una
comunidad supranacional de artistas».
No hay que negar tampoco, que existieran diferencias
entre las pinturas española y holandesa del XVII, «pero han sido muy exageradas. No somos iguales, pero tampoco tan
diferentes». Esto queda claro al contemplar en la exposición las 72
obras de artistas, entre otros, como Velázquez, Rembrandt, Vermeer, el Greco, Murillo, Frans Hals, Ter
Borch, sobre todo las de los holandeses, que para admirarlos hay que
hacerlo principalmente en los museos de los Países Bajos. La disposición de las
obras en las salas ofrece una excelente oportunidad de comparar las obras de
los pintores españoles y holandeses y verificar la hipótesis argumental de la exposición. Hasta aquí las alabanzas, porque hay un asunto que no se puede pasar por alto. En la explicación que se expone en la sala 02 se afirma que "los holandeses se sublevaron contra el Rey Felipe II de España",
lo que traslada un mensaje equivocado desde un Museo Nacional español. Creo que
está claro que los holandeses se sublevaron contra el legítimo soberano de los Países Bajos y duque de Borgoña, Felipe II, y al hacerlo consumaron un delito
de lesa majestad.
El geógrafo. Vermeer. |
Esta leyenda, que todavía se mantiene viva, la refleja muy bien la placa situada en la Grand Place de Bruselas, escrita en francés y flamenco, y que hoy día aun recuerda la decapitación de los condes de Egmont y Hornes, "ilustres víctimas de la represión", "durante la rebelión contra la autoridad del Rey de España Felipe II" (no contra su legítimo soberano).
Cuando comenzó la revuelta holandesa en el siglo XVI, los universos mentales del siglo XVI y la reacción de las autoridades ante delitos graves, no era la del siglo XXI, en el que hemos visto como las autoridades de una
región española han organizado una rebelión contra el Estado, violando la
Constitución y las leyes que las legitiman en sus cargos. Al parecer dicen que son una República (a la sombra del "olive tree" añado yo). Los Tercios no están ni se esperan.
(*) FRIEDMAN L. Thomas. "The Lexus and the Olive Tree".
(*) FRIEDMAN L. Thomas. "The Lexus and the Olive Tree".
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