martes, 31 de marzo de 2020

ACTITUDES ANTE EL COVID 19.



En estos momentos de aflicción que vivimos, el aislamiento domiciliario nos  ofrece la posibilidad de reflexionar en nuestras casas (lejos del mundanal ruido) para poder extraer algunas lecciones sobre la crisis que nos está afectando.  La primera de ellas es el ver como se han sacudido los cimientos en los que creíamos que se asentaba sólidamente nuestra sociedad y su capacidad de hacer frente a los problemas que se le plantearan. Nuestra confianza se ha desmoronado y ha quedado manifiestamente clara nuestra fragilidad individual y colectiva ante un problema insospechado, que cuando se manifestó por primera vez creíamos que no nos iría a afectar, pues las pandemias eran cosas del "tercer mundo", como tuvimos ocasión de ver con la del Ébola.
La actitud posmoderna ante la vida también ha quedado sacudida por la extensión del Covid 19. Sus ideólogos y profetas se han quedado sin respuestas. Para ellos, hasta ahora, el valor de la vida  para los no natos y la tercera edad era relativo; su nueva ética social permitía que la pirámide de población pudiera recortarse por las partes más vulnerables de ambos extremos, por medio de políticas activas de apoyo al aborto y la eutanasia: era lo moderno. Ahora, cuando ven en riesgo de muerte a sus abuelos,  padres, e hijos, no parece que sus frías recetas sociales sean tan de aplicación: eran buenas para los demás, pero no para ellos, aunque me temo que volverán por donde solían...
Hoy, ante el avance de esta pandemia, es evidente la fragilidad de toda la pirámide de población, aunque sea más acusada en las personas mayores, potenciales receptores de las políticas activas eutanásicas que estaban a punto de aprobarse en España, herederas de los mismos principios que inspiraron las políticas abortistas. En el fondo subyace la actitud ante la vida: la de los ateos y agnósticos, y la inspirada por la moral cristiana.
Yo creo con Kierkegaard, que “la vida es el mayor bien que un hombre le debe a otro y que ésta deuda, por muchos números que se hagan, siempre será incalculable”. En consecuencia, en mi opinión, el respeto a la vida desde la concepción hasta su finalización, y la veneración a nuestros mayores, deben ser sólidos pilares éticos en nuestra vida.
Parece que las posiciones darwinistas mas posmodernas se han ido abriendo camino en estos días. Como ejemplo, tenemos la postura calvinista-luterana de Frits Rosendaal, jefe de epidemiología clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos) que recoge el ABC del pasado 27 de marzo, quien señala la posición cultural que en España e Italia tienen los ancianos; lo que explicaría los distintos estados de saturación de hospitales debido al coronavirus, comparados con los de su país. Rosendaal cree que los ancianos no se deben llevar a los hospitales y que en España e Italia admitimos a personas que ellos no incluirían porque son demasiado viejas. "Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana" dice este orate: Calvinismo y predeterminación en estado puro que reflejan el espíritu posthumanista de la moderna sociedad de los Países Bajos, en donde se han practicado 3.200 eutanasias el año pasado.
También en el ABC del día 31 de marzo se nos informa del dilema que se plantea en Bélgica y la recomendación que la Sociedad Belga de Geriatría ha elaborado para que no se trasladen a los hospitales  a los ancianos afectados con coronavirus, muy en línea con el espíritu que parece animar a sus vecinos de los Países Bajos.
Pero ese espíritu parece que también se ha extendido a sectores médicos de España, como se recogía en el ABC del pasado día 27 de este mes, dando la noticia de que la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) había publicado hace unos días una guía para ayudar a los especialistas a priorizar enfermos. Entre otras recomendaciones, se aconsejaba no intubar a mayores de 80 años ni a personas con Alzhéimer y con enfermedades neurodegenerativas, teniendo en cuenta el "valor social" de los pacientes: darwinismo en estado puro.
En respuesta a este documento y a los nuevos dilemas éticos que plantea la pandemia, nos informa el ABC que el Comité de Bioética de España ha elaborado un informe con criterios comunes para todos los hospitales en el que corrige la orientación de los intensivistas. Este órgano asesor del Gobierno rechaza, por ejemplo, que la edad y la discapacidad sean criterios exclusivos para decidir a quién se le dedica el máximo esfuerzo terapéutico, subrayando que la discapacidad de las personas enfermas no puede ser por sí misma un motivo para descartarlas. Al comité le preocupa que se descuide a otros enfermos con patologías diferentes al coronavirus y rechaza el concepto utilitarista, y éticamente  rechazable, de valor social, y considera que "Todo ser humano por el mero hecho de serlo es socialmente útil, en atención al valor ontológico de la dignidad".
En particular y en relación con el descuido a los enfermos, la situación actual con las residencias de mayores es absolutamente injusta e indignante, y quien tenga algún familiar internado lo sabe. La desatención de las autoridades hacia esta población es de juzgado de guardia; el número de fallecidos lo evidencia, ya mas de 3000. El efecto de la desatención es que las personas más vulnerables y con mayor riesgo a un eventual contagio del coronavirus han quedado al margen de las medidas de prevención y cura, y son las más perjudicadas por esta crisis.
La ineficacia y el diletantismo se han combinado en la errática y tardía acción del gobierno, y es la población quien está pagando su precio.

2 comentarios:

  1. El diablo cuando se aburre mata moscas con el rabo.....pero cuando está activo da dentelladas a los cuellos y deja a los descerebrados campar a sus anchas como aliados suyos: esos postmodernos, darwinistas, transhumanists, etc q mencionas en tu artículo. Je suis d'accord avec toi!!

    ResponderEliminar
  2. Me parece un brillante resumen de las diferencias ideologicas norte sur de europa....religioso y cultural.

    ResponderEliminar