INTRODUCCIÓN
D. José María Montero
Subiela nació en Cartagena el 12 de Marzo de 1821, siendo sus padres Cándido
Montero y Rosario Subiela.
Ingresó en la Armada el
año 1836, ascendiendo a Subteniente del Cuerpo de Artillería de Marina,
sirviendo en varias unidades del Cuerpo en Ferrol, Cádiz y Madrid, incluyendo
destinos en Cuba y Santo Domingo.
En mayo de 1843, se
trasladó a Madrid con su Compañía para la defensa de la capital, durante los
sucesos debidos al conflicto dinástico que tuvieron lugar durante ese año.
El año 1846 contrajo
matrimonio con Sofía Solloso Prado, teniendo el matrimonio tres hijas:
Adelaida, Amparo (casada con Victor Díaz del Río, futuro Inspector General del
Cuerpo), y Dolores (casada con José Díaz del Río Arias-Salgado, hijo mayor de
Victor).
En abril de 1848, con
la separación de los Cuerpos de Artillería e Infantería de Marina derivada de
la reforma del Ministro Roca de Togores, ascendió por elección a Teniente Coronel
en el Cuerpo de Infantería de Marina, a Coronel en 1857, a Brigadier en 1869 y
a Mariscal de Campo en 1877.
Entre los años 1869 y
1873 desempeñó el cargo de Gobernador Militar de la plaza de Ferrol, tomando
las providencias necesarias para permitir la derrota de la rebelión contra el
gobierno de Amadeo I de Saboya que protagonizó el 11 de Octubre de 1872 el
Brigadier Bartolomé Pozas. Como
recompensa por su actuación fue nombrado "Benemérito de la Patria"
MONTERO
SUBIELA
INSPECTOR GENERAL DEL CUERPO[1]
Por Decreto de 31 de julio de 1877 se le nombra Inspector del Cuerpo y servicios de
Infantería de Marina y Vocal de la Junta
Superior Consultiva de Marina. Por otro Decreto del 13 de agosto se le
nombra Ministro del Consejo Supremo de la Armada, como anexo al cargo de
Inspector, cesando en ese cargo en febrero
de 1878 en virtud de la extinción de este alto cuerpo por refundición con el
Supremo de la Guerra.
Al asumir
el cargo de Inspector, el Cuerpo se encontraba organizado desde la reforma del ministro
Topete, de 4 de febrero de
1869, (que duraría trece años) con
3 Regimientos de dos Batallones de 6 compañías, y
dos compañías indígenas en Filipinas. Topete
crea los Regimientos, introduce
las Músicas, y disuelve por Decreto de 16 de abril de 1869 el Cuerpo de
Guardias de Arsenales.
El segundo
ministro con quien sirve es el almirante Francisco de Paula Pavía y Pavía (septiembre de 1877 – diciembre de 1879). Por disposición de 14
de febrero de 1878, como consecuencia de la nueva organización de Pavía, el Mariscal Montero cesa en el cargo de Inspector
del Cuerpo de Infantería de Marina convirtiéndose en Jefe de la Sección de Infantería de Marina en el Ministerio, y
continua como Vocal nato de la Junta Superior Consultiva.
A comienzos de la década de los 80, se discutían en
la Marina ideas para regenerarla y reestructurarla en las que se trató de la
Infantería de Marina y su futuro, con opiniones a favor y en contra, que se
ventilaron en la prensa[2].
Durante su segundo ministerio, el almirante Pavía (febrero de 1881– enero de 1883), por R. D. de 26 de junio
de 1882, el ministro da al Cuerpo su nueva organización que duró casi
cuatro años, con 3 Brigadas de 2 Regimientos de 2
Batallones de cuatro compañías.
Uno de los Regimientos de cada Brigada es de reserva,
con un Batallón de Reserva y otro de Depósito, que incluía
la Compañía
de Guardias de Arsenales.[3]
El
Almirante Pavía considera en el Preámbulo
"que la Infantería de Marina es
fuerza necesaria
para
atender al servicio de mar y tierra en la eventualidad de una campaña, y en la cual
debía de llenar la doble misión de
reforzar
las
guarniciones
de
los
buques
al número
necesario para llevar a cabo desembarcos y demás operaciones militares sobre las costas; guarnecer
los departamentos
y
arsenales
y
concurrir,
si
necesario fuera, a operaciones con las fuerzas del Ejército, bien en
Ultramar o en la Península".
El R.D. de 11 de diciembre
de 1883 nombra al Mariscal de Campo Montero Vocal de la Junta de Reorganización de la Armada de nueva creación.
De enero de 1884 a julio de 1885, es el segundo
período ministerial del Almirante Juan Bautista Antequera y Bobadilla, quien en mayo de 1884 da una nueva organización
al Ministerio de Marina, y en consecuencia el 26 de abril
de 1884 el Mariscal Montero cesa como Jefe de la Sección de Iª de Mª y es nombrado Inspector del Cuerpo y servicios de
Infantería de Marina, con funciones imprecisas y menores de las que tenía
anteriormente. El 20 de mayo de 1884 se le nombra Vocal de la Junta Reorganizadora de la Armada.
El ministro
José María Beránger Ruiz de Apodaca (27 de noviembre de 1885–10 de octubre de
1886)
se muestra incapaz de dar al Cuerpo una misión y organización racional, y por R.D. de 30 de abril de 1886 da al Cuerpo una
nueva Organización con 12 Tercios (tres en Depósito
y tres en Reserva) de cuatro
Brigadas, que sobrevivió unos seis años.
El Almirante Beranger sostenía que: "La Infantería de Marina ha dejado, pues de
servir para guarnecer buques y debe formar parte integrante de su dotación, si ha de ser útil sobre
las cubiertas
de
nuestras naves"
y en consecuencia adopta algunas medidas para marinear a los
soldados, como llamar Tercios a los Batallones y
Brigadas a las
Compañías;
cambiar en los cuarteles los camastros por
coys y los maleteros por taquillas;
disponer
que la tropa embarcada concurriera a cuantas
faenas fueran necesarias, alternando con la marinería en todas ellas y contribuyendo
al servicio de artillería y botes, y
además disponer que las dotaciones
se compusieran
en lo
sucesivo de dos tercios de marinos y un tercio de soldados.
El último ministro con el que sirve el
Mariscal Montero es Rafael Rodríguez de Arias Villavicencio (10 de octubre de 1886–21 de enero de 1890) , pues por RD de 20 de marzo de 1889 se le concede el pase a la situación de
reserva, pero continua en el cargo de Inspector hasta el 30 de abril en que
cesa
José María Montero
Subiela falleció en Ferrol el 2 de Octubre de 1908, a los 87 años de edad.
La "Memoria" que sigue a continuación fue redactada de puño
y letra por el Mariscal de Campo Montero Subiela antes de 1886, cuando el
ministro Beranger preparaba su reforma. Se ha conservado en los archivos
familiares junto con otros documentos personales suyos, siendo la primera vez
que ven la luz. En la ella se presentan dialécticamente los argumentos que
debía estar empleando en la defensa de los intereses del Cuerpo de Infantería
de Marina, tan maltratado por algunas reorganizaciones de los numerosos
ministros que ostentaron la cartera de Marina durante el proceloso siglo XIX,
en el que cada uno llegaba con su "menú del día", que inevitablemente
suponía desmontar el trabajo de su antecesor. Conviene recordar que entre 1805
y 1898 se realizaron 140 nombramientos de Ministros de Marina.
La amargura que se
aprecia en sus líneas refleja la que debieron sentir los infantes de marina de
aquel período, que a pesar de su esfuerzo y sangre en las campañas, sus méritos
no eran comprendidos ni recompensados, y la existencia del Cuerpo en el que
servían permanentemente discutida y amenazada.
En la España de la
Restauración, a falta de una política internacional coherente con las capacidades
nacionales, la inexistencia de una política de defensa y naval, y el continuo
despilfarro de recursos económicos con escaso control, incidieron en el
progresivo deterioro de la Marina de Guerra que recogió al final de siglo los
frutos de tan desastrosa gestión. Ya don Antonio Maura, que había sido miembro
de la Junta Superior Consultiva de la Armada, anticipaba en 1892 el desastre, cuando afirmaba: Yo he dicho más de una
vez que las primeras víctimas más dignas de lástima el día de un conflicto, son
esos dignos oficiales que sin haber tenido parte alguna en los desaciertos,
tendrán ante la historia y la opinión la más grande responsabilidad quizá,
además del riesgo de la vida.[4]
No podemos decir que
hubiera desinterés en la clase política por el futuro de la Marina, pues los debates
parlamentarios y las publicaciones en la prensa reflejan lo contrario, pero sus
problemas estructurales exigían medidas draconianas que la propia institución
se resistía a administrar, a pesar de opiniones y presiones de
políticos clarividentes como don Antonio Maura.
Para el Cuerpo de
Infantería de Marina, el período de mando de Montero Subiela fueron años de
gran actividad normativa y de reorganización. De su trabajo con el Ministro
Pavía, en sus dos ministerios, consiguió las funciones de General Jefe del
Cuerpo, ejerciendo el mando de la Iª de Mª subordinado al Ministro, y con los
Coroneles de los Regimientos con despacho directo con él, pero dependiendo de
los Capitanes Generales para los servicios. Con este ministro consigue satisfacer el anhelo del Cuerpo de contar con una única academia, al crearse la Academia General Central de Infantería de Marina por Real Decreto de 3 de mayo de 1879, que daba formación a oficiales, suboficiales y a soldados jóvenes; sin olvidar el nombramiento
como patrono a San Juan de Nepomuceno.
Pero no todo fueron
facilidades, también hubo años muy duros, como en el segundo ministerio del
almirante Antequera, con quien perdió competencias como General Jefe del
Cuerpo, quedando como Inspector con escasas funciones. Particularmente duros
fueron los años con el ministro Beranger, quién desmontó la organización
anterior. Además, Montero tuvo que sufrir la desconsideración de parte de la
jerarquía de la Marina, y sobre todo la de un grupo de jefes de cierto
prestigio que desde el Ministerio inspiraban los cambios que creían oportunos
para la Institución, fundamentalmente orientados a fomentar la construcción de
buques de guerra, sacando el dinero de donde fuera necesario, y sin atacar
directamente a la propia orgánica y el despilfarro presupuestario, ejecutado
con escaso control. Es un viejo dogma de la Marina: construir barcos que ya
luego los operaremos y mantendremos, lo que no servía ni entonces ni en la
actualidad.
MEMORIA
Desde tiempos muy remotos los buques de guerra han
llevado guarniciones de tropa, antes del Ejército y después especiales de
Marina
La Marina qué da la norma a todas las conocidas,
la inglesa, conserva tropas propias en crecido número y guarnecen con ellas sus
buques.
Sin negar que la Marinería es honradísima, hay que
confesar que sus costumbres y faenas de mar a que se dedican desde sus primeros
años, los hacen poco a propósito para la rigidez y hábitos militares.
La condición de fortalezas flotantes qué favor del
vapor adquieren cada día más los buques de guerra, reclaman que su aspecto sea
muy militar, aumentando las tropas de sus guarniciones en vez de disminuirlas o
suprimirlas.
Si los buques de guerra han de responder a su
misión tanto sueltos, como en Divisiones o Escuadras, y en sus operaciones
convenidas con los Ejércitos de Tierra, preciso es que cuenten con fuerzas de
desembarco con la instrucción militar necesaria, conocimiento de la Táctica y
práctica de la guerra, que solo pueden tener las tropas preparadas al efecto, y
nunca la marinería, como de primera línea, por su índole especial marinera.
La escasez de marinería cada vez más sensible, no
puede permitir se aumenten las dotaciones de los buques al disminuir o suprimir
las guarniciones de tropa, cómo sería forzoso hacer, si se ha de atender a la
parte militar y marinera sin dejar ninguna desatendida.
La mayor facilidad de adquirir soldados por medio
de las quintas recomiendan las guarniciones como aumento a lo que queda
expuesto.
El menor costo qué ocasiona un soldado, lo mismo
mar que en tierra, abona la continuación de las tropas de Marina para guarnecer
los buques y los Arsenales, si se ha de atender a no gravar los presupuestos
De suprimirse las tropas de Marina habría que
aumentar jefes, oficiales y marinería para cubrir los servicios de aquellas y
ninguna economía se reportaría.
La Tropa es la llamada a combatir en todos casos y
ocasiones cómo hombres preparados para la guerra, y la marinería para las faenas
a que está habituada en la mar
Las guarniciones con su disciplina, severidad
militar y rigidez de las ordenanzas militares han salvado en muchas ocasiones a
los buques conteniendo sublevaciones, como están bien patentes en los hechos de
la "Almansa", "Zaragoza", "Victoria" y casi todos
los buques en Escuadra o sueltos, que se encontraban armados en la época del
gobierno republicano, y cuyos comandantes descansaban al amparo de los
centinelas de tropa colocados en las entradas de las cámaras y bajo las
salvaguardias de las guarniciones (Barcelona, Cádiz, Ferrol, Cartagena, Rosas, etc.)
atestiguan está verdad[5].
El comportamiento de las Tropas de Marina en las
campañas de mar y de tierra han levantado tan alto su nombre y fama, lo mismo
en la antigua que la moderna, que por doquier se oyen sus alabanzas hechas por
propios y extraños.
En Trafalgar, en el Cabo de San Vicente, en donde
alcanzó fama imperecedera el soldado Martín Álvarez, en Tolón, en el Callao, etc.,
en todas partes en que los buques o Escuadras se batieron, allí resplandecieron
los hechos de la Infantería de Marina representadas por sus guarniciones (nunca
mancha su botón de ancla).
En los sucesos cantonales de Ferrol, Cádiz y
Cartagena las Tropas de Marina se mantuvieron al lado de las autoridades de la
Armada, siendo raros los que en aquel desorden social se separaron del
cumplimiento de sus deberes, aún cuando en algunas ocasiones se encontraron
abandonados.
Las campañas de tierra desde la Guerra de la
Independencia hasta las Civiles últimas atestiguan el comportamiento de la
Infantería de Marina. En la primera, toda en operaciones, asistió y derramo su
sangre en todos sus batallas principales, cómo atestiguan los escudos de sus Banderas.
En las Civiles, en la de África, Santo Domingo, Méjico, Cochinchina y Cuba, sus heroicos hechos están
en la memoria de todos todavía, recordando las jornadas.
De los tres días de San Pedro Abanto, en que los restos de un Batallón de Marina llegó
el primero con otro de Cazadores a las alturas, mereciendo la corbata de San
Fernando; en Galdames y las Muñecas en qué otro Batallón se hizo notar en todo
el Ejército por haberse presentado voluntario a atacar las inaccesibles y
elevadas montañas fortificadas; en Uad
Ras batiéndose sin descanso y con un denuedo que le valió especial mención en
la toma de las trincheras de Laguna Verde y en Puerto Plata (Santo Domingo) en
que marchó otro Batallón en primera línea; en Cochinchina mereciendo mención
especial de los generales franceses y por último en Cuba en la defensa de las
Lomas de las Doncellas donde alcanzó el Capitán Teniente Coronel, el empleo de
Coronel de Ejército y más tarde la Cruz Laureada de San Fernando. Estos hechos
apuntados y otros que sería prolijo enumerar, jueces y testigos son los Generales
del Ejército que mandaban las tropas de Marina.
Se dice que las tropas de Marina son ahora caras y
que desde su ulterior organización se han hecho más onerosas siendo el Cuerpo
más costoso de la Marina. Nada más inexacto. Al darse la última organización se
disminuyó en más de 40.000 pesetas el presupuesto anterior, se disminuyeron 24
compañías con los cuadros de dos Batallones Expedicionarios, se organizaron un
solo Batallón de Depósito y otro de Reserva por Regimiento, en lugar de ser por Batallón como en el Ejército
y se pretendía por la persona elevadísima que entendió en los detalles de esta
organización.[6]
Más tarde pidiéndose sacrificios de reducción de
gastos a la Infantería de Marina, cómo a todos los cuerpos de la Armada,
respondió sola de buena fe en términos de no aceptar la cifra el Ministro del
ramo, reduciéndola a más de 200.000 pesetas. Así responde siempre y en todos
los casos la Infantería de Marina; redujo sus músicas, academias y cuánto no
afectaba al servicio.
Dícese que ninguna Marina extranjera cuenta con 3
Brigadas como la española. Fíjense en la Inglesa, Francesa y en tantas otras y téngase
en cuenta que las Brigadas de Infantería de Marina se componen de un Regimiento
activo y otro de reserva en cada Departamento Marítimo, sin que se aumentasen
los Brigadieres, como se ha supuesto, puesto que solo se dio colocación a dos
que no los tenían.
El deseo de suprimir la Infantería en la Marina no
se abriga más que por los pocos llamados "Marina joven"[7],
pues los generales y jefes de aplomo y práctica se oponen a ella.
Se llama exorbitante la fuerza de Infantería de
hoy, cuando están a entrar y salir de guardias, ya bien limitadas, algunos días
no se pueden relevar y la instrucción se
hace imposible.
La Infantería de Marina no rechaza su pase al
ejército, sabe que dentro de él encontrará prestigio, honra y hermandad; lo ambiciona si en Marina ha de estar
menospreciada y desatendida; allí quedará abierta la carrera sin limitación,
igualándose a todos los militares sin el rebajamiento de hoy; lo que no quiere ni
puede consentir es que en premio de sus servicios especiales por mar y tierra, único
cuerpo que tiene este gran privilegio, se le arroje sin dignidad, sin decoro y
por medio de fórmula buscada, como parece haberlo expresado un alto funcionario del Ministerio
Asegurase que ha traído la prevención o enemistad
a la Infantería, su prestigio alcanzado a costa de tanta sangre vertida en los
campos de batalla, y el aprecio que siempre ha demostrado el Jefe Supremo del
Estado, honrándolo con tanta merced.
Se extraña este proceder de ahora con la Infantería,
y la ingratitud con que se la trata y quiere tratársela aún más, cuando en San
Pedro Abanto y en las Muñecas y en otros muchos puntos se sacrificó por
ensalzar a la Marina como es público, a la que llevo siempre sus laureles.
Y no se entiende la culpabilidad que todo y por
todo se le quiere echar a la Infantería, cuando no tuvo nunca voluntad propia
ni resolución dispositiva, no rigiendo sus destinos sino en clase muy inferior
subordinada, siendo oída muy pocas veces y no habiendo sido ninguno de sus
individuos, ni Ministro ni Subsecretario ni presidente de ninguna Junta
Consultiva, ni estando jamás más que en minoría y con sus pensamientos
revisados sin la mayor competencia. Se quiere responsabilidad sin facultades ni
derechos.
Tal es el ensañamiento que sin fundamento alguno
profesa la "Marina Joven" a la Infantería de Marina, que hasta le
achaca, haciendo de montera para ello, ser la causa de que no pueda construirse
buques, cuando, como queda dicho, su organización es la más barata y se ha
presentado a toda disminución, lo que no han hecho los censores. La causa de no
bastar el presupuesto para carenas y construcciones lo demuestra la nota
adjunta (letra A).
En este prurito de disminuir la importancia de la
Infantería y de dejarla impotente, no pudiéndose llegar a la meta de sus deseos,
dejaron sin facultades ningunas a la Inspección. Resolviendo en asuntos que no
entienden como ajenos a su profesión tratan de aislar al Cuerpo, y se mandó a
Filipinas, sin necesidad alguna de campaña, y sacándolo de su instituto un Regimiento
activo[8],
quedándose con su presupuesto de la península para salir de los apuros de la
paga del acorazado[9].
Y se ha influido de tal manera para acelerar la expulsión
denigrante de la Infantería, que su afán de conseguirlo pronto han anulado
y dejado en ridículo a la Junta de Reorganización de la Armada, llevando su
iniciativa irresponsable a la Comisión del Congreso llamada a entender en el
fomento de los buques, para que penetrando en todo lo que a la Marina afecta,
se pueda resolver por sorpresa en dicho Congreso, sin haber dejado llenar su misión
y estudio a la Junta formada para entender en la organización de todos los Cuerpos
de la Marina, cuyas facultades quedan usurpadas, y el dictamen de la Comisión
sin los antecedentes que debiera reunir. Se resuelve de pleno sobre la suerte y
porvenir de todo un Cuerpo dignísimo, sin tener en cuenta que se falta a lo que
se debe a los que lo componen, cuyos derechos se vulneran, y sin haberse oído a
uno solo de sus jefes y oficiales, continuando la marcha oscura y tenebrosa que
se inició con la organización del Ministerio de Marina planteada en el 1° de
mayo de 1884.[10]
Desde entonces quedaron nulos
los Cuerpos parias de la Marina, los Cuerpos Auxiliares.
Es muy de lamentar que el señor Ministro de Marina
se haya conformado con las exigencias de la "Marina Joven", rebajando
y humillando a la Infantería de Marina desde que tomó las riendas de ella.
Contrasta el proceder ingrato de la Marina a su
Infantería, con el afecto que siempre le manifestó el Ejército.
Se ha querido intencionalmente suponer que la
última organización de la Infantería fue puramente caprichosa, olvidándose que
obedeció a la necesidad y exigencias de la nueva táctica y a las disposiciones
del Departamento de la Guerra de devolver a cada Arma e Instituto sus reservas,
afectas antes todas a los cuadros de la Infantería, y que hizo preciso la
creación de los Cuadros para atender a los nuevos servicios, no solo en Marína
sino también en todas las armas especiales moldeándose al nuevo ser de los
ejércitos modernos
Lo que aseguró el señor Ministro en la discusión
de los presupuestos en el Congreso, de que se lamentaban jefes y oficiales de
la misma Infantería del desarrollo tomado por este cuerpo calificándolo de desproporcionado[11]
y poco meditado en temor del porvenir, puede asegurarse es pura fábula,
por cuánto ni hubo ese desarrollo ni pudo calificarse, aun cuando no es exacta.
Respecto a lo de poco meditado, consideraciones de alta
respetabilidad no permite entrar en pormenores; baste dejar consignado que
la nueva organización, producto de una junta técnica, pasó hasta por el Consejo
de Ministro que hizo alguna innovación.
Si deploró el Ministro de Marina que hubiera
excesivo número de Alféreces supernumerarios, llevando implícitamente un cargo
al Cuerpo de Infantería de Marina, debió
decir la causa y motivo, que no fue otro que el de las exigencias de la
política, a que tuvo que doblegarse el entonces Ministro del ramo, General de
la Armada, admitiendo más de cuarenta aprobados en unas oposiciones en que solo
pedían dieciocho, contra la opinión del
Jefe de la Sección respectiva, que se opuso respetuosamente, demostrando cuán
funesta era tal resolución para los intereses del Arma. De aquí la aflicción que se vino notando, sin
culpabilidad propia, que se rechazo, como el de las gracias de Alféreces sin
sueldo ni antigüedad, a las que igualmente se opuso el Cuerpo hasta donde pudo.
Si la Infantería de Marina se ha visto precisada
de continuo y por voluntad de los Ministros, Generales de la Armada, a estar
dispuesta para entrar en campañas de tierra en unión del Ejército, natural y lógico es que procurará organizarse,
en lo poco que de si dependiera, para
responder a lo que la Nación, la Marina y su propio decoro demandaban, alejándose de hacer un papel triste y
desairado entre sus hermanos de armas
del Ejército, buscando descrédito donde se ambicionaban servicios distinguidos
y laureles que presentar a la entidad Marina.
Se extraña y censura que en cada Departamento
Marítimo tenga el mando inmediato de las armas un Brigadier, cuando en los
demás cuerpos auxiliares, Artillería, Ingenieros y Sanidad, compuesto de escaso
número de personal, tienen esa categoría, y en Administración un Intendente,
asimilado a General
Se pondera e inventa ventajas que no tiene este Cuerpo
que podría llamarse anfibio, y no se dice que va a servicios propios y extraños
a la Institución, a América y Asia sin remuneración alguna, presentándose lo
ficticio y ocultándose lo laudable.
Quiere la "Marina Joven" un cuerpo
militar armado y organizado, sin autonomía propia, sin porvenir, sin
aspiraciones, sin recompensas, sin dignidad, ni honor, ni ninguna dote que lo realce;
es decir un Cuerpo sin alma, un cuerpo esclavo dentro de la época de
libertad y de nobles aspiraciones. La Infantería de Marina no se presta ni se prestara
jamás hacer papel tan humillante, tan depresivo e indecoroso. Antes prefiere su
extinción, desaparecer dentro de la gran familia militar.
Objeto es dentro de la Marina joven la
oposición sistemática a la Academia de Infantería de Marina establecida en el
Departamento de San Fernando bajo la denominación de General Central. Está
Academia ha resuelto la tan debatida aspiración de la unidad de procedencia en
la milicia. Allí se encuentra la 1ª Sección destinada a soldados jóvenes, hijos
de toda clase de militares marinos desvalidos que reciben carrera u oficio. La 2ª Sección, instruye los soldados o paisanos que aspiran a ser cabos. La 3ª da educación científica a los sargentos que aspiran a ser oficiales, y la 4ª a los soldados alumnos que por resultado
de oposiciones aspiran a las vacantes de Alféreces. Todos los de la 1ª, 2ª, y
3ª Sección tienen plaza de soldados en los Regimientos no suman gasto al
servicio.
El Cuerpo de Infantería de Marina es el único que disfrutando de grande honor y deber de servir por mar y tierra, en la península y ultramar, tiene prohibido el llegar al final de la carrera militar como los demás cuerpo armados, concedido hasta al soldado del Ejército; contraste notabilísimo, cuya razón de ser no puede justificarse ni comprenderse.
Predominando, como parece, en la "joven marina" el que se supriman las guarniciones de los buques de guerra, a pesar de su condición militar cada día mayor, según está apuntado, la misión de la infantería debe concretarse a las guarniciones de los Departamentos y Colonias, alternando en ambos servicios.
El Cuerpo de Infantería de Marina es el único que disfrutando de grande honor y deber de servir por mar y tierra, en la península y ultramar, tiene prohibido el llegar al final de la carrera militar como los demás cuerpo armados, concedido hasta al soldado del Ejército; contraste notabilísimo, cuya razón de ser no puede justificarse ni comprenderse.
Predominando, como parece, en la "joven marina" el que se supriman las guarniciones de los buques de guerra, a pesar de su condición militar cada día mayor, según está apuntado, la misión de la infantería debe concretarse a las guarniciones de los Departamentos y Colonias, alternando en ambos servicios.
LETRA
"A"
MOTIVOS
DE LA DECADENCIA DE LA MARINA
-
La arbitrariedad en disponer gastos no autorizados por Ley ni mandato del
Gobierno.
-
La prodigalidad en conceder sueldos y gratificaciones no justificadas.
-
La condescendencia de sostener una escala de Reserva excesiva, con Jefes y
Oficiales aptos para el servicio activo, y que permaneciendo en sus casas,
muchos, con cuatro quintos (de paga) obligan a sostener crecido número de
pilotos particulares en los destinos señalados a aquellos.
-
El mantenimiento de Jefes y Oficiales de todos los Cuerpos a sueldo entero
cuando están sin destino alguno en tierra.
-
Los gastos desorbitantes e
injustificados, como el ocasionado en Ferrol al formar el paseo llamado de
Herrera[12],
el del frente de la puerta del Dique, el de la espalda de la Cárcel y que han
costado muchos cientos de miles duros.
-
El incalificable gasto del dique flotante de Ferrol ascendente a unos 21
millones, sin haberse siquiera recibido oficialmente, por abandono punible de
que nadie respondió.
-
Los gastos hechos en la actual Capitanía General de Cádiz para vivienda de
multitud de jefes y Oficiales, que en otros
Departamentos se pagan sus viviendas.
-
En el mantenimiento de muchos edificios militares sin objeto, como las
Intendencias de Ferrol y Cartagena, otros en Madrid y los Departamentos y los
construidos sin presupuesto aprobado en los Arsenales, que no existían cuando
había grandes Escuadras.
[1] Las vicisitudes del período de
mando de Montero Subiela están tratadas con bastante detalle en: Cózar Navarro,
MC, "La Infantería de Marina durante
la Restauración 1875-1893" , Cádiz, 1993
[2] Ecos de la Prensa.
Recopilación de artículos referentes al Cuerpo de Infantería de Marina. Madrid.
1883
[3] NUÑEZ IGLESIAS, Indalecio. Breve historia Orgánica de la Infantería de
Marina del siglo XIX. RGM, Madrid, Enero de 1953
[4] CHOCANO HIGUERAS, Guadalupe: Evolución del pensamiento Naval en don
Antonio Maura. Madrid 1988.
[5]
Se refiere a la sublevación cantonal de 1874
[6] Reforma del
ministro Francisco de Paula Pavía Pavía. Real Decreto de Reorganización
del Cuerpo de IM, 26 de junio de1882.
[7] La Marina Joven puede
referirse al grupo de Oficiales
conocidos como el "Pentágono", que ocupaban destinos de importancia
en el Ministerio con Antequera y que tuvieron gran influencia en la Junta
Reorganizadora de la Armada. Entre ellos: Auñón, Ardois, Concas, Villamil y
Piñeiro.
[8] Destinado el
3º Regimiento a Filipinas por Real Orden de 14 de mayo de 1884, se prepara en
Cartagena, siendo su coronel don Joaquín Albacete quien, según su Hoja de
Servicios, el 4 de junio de 1884 tomó el mando del Regimiento, y el día 7
embarcó con la Plana Mayor y el 1ª Batallón en el vapor aviso transporte de
guerra "San Quintín" con dirección a Filipinas. El 18 de julio llegó a la bahía de Manila, y después de tres días
de observación impuestos al buque, desembarcó con la fuerza en la inmediata
población de Cavite a donde fue destinado con su Regimiento prestando el servicio
ordinario de guarnición, á las órdenes del Excelentísimo Sr. Capitán General de
las Islas.
Dispuesto el
regreso del Regimiento por Real Orden 15 de febrero de 1886, el 1 de marzo de 1886 y según orden del
Excmo. Sr Capitán General de Filipinas, el Coronel Albacete embarcó en el vapor
correo "San Ignacio de Loyola" con el 1º Batallón del 3º Regimiento y
Plana Mayor del mismo, llegando a Barcelona el día 4 de abril, continuando
viaje para Cartagena a donde llegó el 8 siguiente.[8]
El 2º Batallón
del Regimiento sale de Cartagena el 25 de junio de 1884 a bordo del vapor
correo "Venezuela", desembarcando en Cavite el 4 de agosto. Para su
regreso a la Península, el 2º Batallón embarca el 1 de octubre de 1886 en el
vapor correo "Isla de Luzón",
llegando a su destino el 7 de noviembre.
[9] Según Cózar Navarro, MC: o.c.,
p. 74: El Regimiento marchó a Filipinas para reforzar las fuerzas allí
destacadas, ante el levantamiento de los indios de Samar en 1884. Esta razón no
parece casar mucho con el empleo que se le dio al Regimiento.
[10] Reorganización del 1 de mayo de 1884 del Ministro, Almirante Juan
Bautista Antequera (18 de
enero de 1884–13 de julio de 1885)
[11] Subrayado en el original
[12]
Después del alzamiento de 1840 el Ayuntamiento ordenó demoler los antiguos Jardines
de Herrera. Andrés Comerma y Batalla, fue el Ingeniero que diseñó en 1885 los
Jardines de Herrera.
Un artículo estupendo, como nos tiene acostumbrados. Muchísimas gracias
ResponderEliminarGracias Jesús, no os olvidéis de donde venimos...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y he aprendido cosas muy interesantes sobre el Cuerpo , que desde luego no conocía.
ResponderEliminarEnhorabuena.
un abrazo
manolo casas
Hola, Don Tomás:
ResponderEliminarMi nombre es Rafael Sempau Díaz del Río y soy tararanieto de José María Montero. Muchas gracias por este trabajo y una pregunta: ¿Dónde está el cuadro suyo que aparece en este trabajo?
El primero es propiedad de un miembro de la familia y el segundo está en el Hospital de Caridad de Ferrol.
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