Dedicado a la memoria de un abuelo inolvidable.
Las viejas fotografías familiares te ofrecen sorpresas, como el encontrar algunas de la campaña de Melilla de 1909, en la que participó el Teniente de Infantería Pedro Español Núñez. Revisando su Hoja de Servicios y el Historial del Batallón de Cazadores de Barbastro nº 4, creí posible preparar esta entrada del blog, que reflejara un episodio en la vida de un oficial del Ejército en aquella época, ilustrándola con unas fotografías, pues el contemplar a las personas que en ellas aparecen y que vivieron los acontecimientos que se relatan, añade matices a la narración, que en este caso es una recopilación de datos de archivos. No se pretende aquí analizar las causas del conflicto, con sus aciertos y errores, tampoco la política colonial española en Marruecos ni su impacto social, ni las operaciones militares, pero conviene recordar que la penetración española no pudo llevarse a cabo sin superar grandes dificultades, como demuestran estas líneas.
En Melilla se tropezó con el carácter levantisco e independiente de las tribus del Rif, con las excitaciones del fanatismo religioso y los trabajos de los altos personajes marroquíes que veían amenazadas su autoridad y su posición por el avance europeo. Este conjunto de causas explica la razón por la qué las Kábilas fronterizas se mostraron hostiles a la explotación de las minas de Beni-bu-Ifrur y rechazaron la construcción de la línea férrea.
Los
primeros trabajos se llevaron a cabo bajo la protección de los caídes rifeños y
con la colaboración de braceros indígenas hasta octubre de 1908, cuando las
tribus se sublevaron. Los talleres de las dos sociedades que explotaban las
minas tuvieron que evacuarse precipitadamente, abandonando todos los trabajos y
quedando todo el material a merced de los kabileños, que aprovecharon la
ocasión para robar cuanto pudiese serles de alguna utilidad y destruir el
resto.
La
reanudación de los trabajos representó para España y particularmente para
Melilla, un gran interés económico y político y por consiguiente las
autoridades entablaron negociaciones con las tribus de Guelaya a fin de
conseguir la reapertura de los talleres. Los caídes no se quisieron comprometer
a garantizar la tranquilidad de los trabajos y alargaron cuanto pudieron las
negociaciones dando respuestas evasivas, amparándose en la autoridad del
Sultán.
El
7 de junio de 1909 los talleres se abrieron de nuevo, la sociedad española
continuó sus trabajos de terraplenar a unos 6 km al sur de Melilla, y la
Compañía Norte-Africana emprendió el asentamiento de la vía bajo la protección
de las tropas españolas y, sobre todo, de la población indígena que el
Gobernador de Melilla estaba organizando. El 9 de julio hacia las 8 de la
mañana los obreros de la Compañía española fueron atacados por los rifeños
situados en el barranco de Sidi-Musa, con el resultado de seis muertos y un
herido. Este incidente fue suficiente para motivar la acción militar.
El
Gobierno determinó la movilización de tres Brigadas de Cazadores: la 1ª de
guarnición en Madrid, la 2ª de guarnición en Cataluña, y la 3ª en el campo de
Gibraltar. La primera en marchar desde el puerto de Barcelona fue la de
Cataluña, cuyos escasos efectivos se habían completado con reservistas, y cuya
salida hacia Melilla motivó la explosión social conocida como “La Semana
Trágica”. Las tres Brigadas Mixtas de Cazadores, después de reforzarse, se
encuadrarían en una División de Cazadores al mando del general Antonio Tovar y Marcoleta.
El capitán de Infantería de Marina Cándido Díaz Montero, destinado en 1910 en el Estado Mayor de Melilla, describe[i] en detalle la organización de estas Brigadas Mixtas de Cazadores como sigue: El General Comandante de la Brigada dispone de un Estado Mayor compuesto por un Comandante de E.M., un Ayudante de Campo y un veterinario. Los seis batallones están divididos tres a tres en dos medias brigadas puestos a las órdenes de un Coronel secundado por un Capitán Ayudante.
Cada
batallón de cuatro compañías tiene 28 oficiales contando con los diferentes
servicios (habilitado, almacén, representante, ayudante, etc.). Como medios de
transporte, cada batallón dispone de 1 carro catalán y 34 acémilas, 8 por
compañía (3 para municiones, 2 para bagajes, 2 para víveres y 1 para útiles).
Municiones: Cada individuo lleva 150 cartuchos (105 en las cartucheras y 45 en
el saco), las acémilas conducen 9.000 por compañía. Al mismo tiempo un
aprovisionamiento de 30.000 cartuchos, 40 por individuo, se transporta a África
al mismo tiempo que las tropas, quedando depositado como reserva en el parque
de artillería de Melilla. En resumen, se dispone de 235 disparos por fusil sin
contar las municiones del parque móvil del ejército de operaciones. El personal
está armado con carabina Maüser y el machete reglamentario.
A
las brigadas mixtas se les asignaron dos secciones de ametralladoras afectas
cada una a un batallón de las dos medias brigadas a efectos administrativos,
pero el grupo forma un organismo puesto a disposición del General de la
Brigada. En cuanto a las piezas Hotchkiss, la sección en pie de guerra está
mandada por un teniente montado y se compone de 30 hombres y 12 acémilas. La
dotación de municiones se eleva a 12.000 cartuchos por pieza. En la formación
de combate se fracciona en dos escalones, el de tiro que comprende 2 piezas y 4
acémilas que conducen 5.400 disparos y el segundo escalón que está formado por
5 mulos con los repuestos de municiones.
El
escuadrón de Caballería afecto a cada Brigada se completó entre los cuatro del
mismo regimiento. A su plantilla de 5 oficiales (1 capitán y 4 tenientes) se le
añadió un veterinario, y los efectivos normales de 90 hombres y 80 caballos fue
ampliado a 120 hombres y 120 caballos. Cada escuadrón llevó a campaña solamente
un carro catalán. Los jinetes, armados de carabina Maüser y sable, conducen
cada uno 50 cartuchos.
Para
constituir el grupo de 3 baterías de montaña afecto a cada brigada fue
necesario echar mano de todos los recursos en hombres y ganado que poseen en
tiempo de paz los tres regimientos de esta especialidad. Es indudable que hubo
que recurrir a medidas más completas, como la compra de mulos y la llamada a
filas de todos los individuos con licencia, porque los grupos se constituyeron
con efectivos de 591 hombres y 248 mulos, lo que representa para las tres
Brigadas un total de 1.773 hombres y 744 acémilas y las plantillas de tiempo de
paz representan para los tres regimientos de montaña y el grupo del Campo de
Gibraltar solamente 1.467 hombres y 536 mulos. Si bien es cierto que desde 1908
fue adoptado el cañón de montaña sistema Schneider, el material no se había
distribuido a los cuerpos al comenzar la campaña y las baterías tuvieron que
llevar a Melilla el cañón Krupp de 75 mm que prestaba servicio desde la Guerra
de Cuba (1898). Los 512 disparos
conducidos a lomo constituyen el aprovisionamiento de 1º escalón. El 2º escalón
que no comprende más que 64 tiros por pieza tuvo que transportarse en un carro
catalán, porque el carro de municiones para baterías de montaña no se adoptó en
nuestro ejército hasta muy poco tiempo antes de comenzar la guerra.
Cada
Brigada cuenta con un Grupo Mixto de Ingenieros, compuesto por 1 jefe, 8
oficiales, 220 hombres, 12 caballos y 63 mulos que se distribuyen en dos
compañías de Zapadores y Telégrafos. La compañía de Zapadores tiene unos
efectivos de 130 hombres repartidos en tres secciones, disponiendo cada una de
un parque de zapadores-minadores que conduce a lomo el material y útiles de
diferentes especies (32 mulos por sección). La compañía de Telégrafos está
formada por la sección Óptica que consta de 12 aparatos, y la Eléctrica, que
comprende teléfonos, transmisores, receptores y 30 km de cable.
Al organizarse en 1904, a cada una de las tres Brigadas se les asignó una Compañía de Montaña de Administración Militar que estaba formada en tiempo de paz por 1 oficial y 22 hombres. Este organismo, a fin de satisfacer a todas las necesidades fue elevado a 5 oficiales, 200 hombres y 155 acémilas y subdividido en dos grupos: una columna de víveres destinada a transportar dos días de víveres para la Brigada y una panadería de montaña con 4 hornos franceses Lespinasse y la provisión de harina necesaria para el consumo diario. La ambulancia de montaña agregada desde 1904 a cada Brigada de Cazadores se compone de 2 médicos, 24 individuos, 14 acémilas y 8 artolas, 12 sillas suecas, 12 camillas y 12 cajas de medicamentos e instrumentos de cirugía. El personal de tropa se aumentó a 54 hombres y a 20 el número de acémilas. Finalmente, a mediados de agosto, con el fin de facilitar las relaciones y transmisiones de órdenes y noticias, se organizó en cada Brigada una sección de 8 ciclistas bajo el mando de un oficial.
La
1ª Brigada Mixta de Madrid[ii], mandada
por el general Guillermo Pintos Ledesma, se organizó en dos medias brigadas con
un coronel cada una: los coroneles Federico Páez Jaramillo y Enrique Fernández
Blanco. La orden de movilización la recibió el 13 de julio y comenzó su marcha a
Málaga el día 21, llegando entre los días 23 y 26 del mismo mes. La Brigada
estaba integrada por las siguientes unidades:
Batallón de Cazadores de Madrid nº 2; Batallón de Cazadores de Barbastro nº 4; Batallón de Cazadores de Figueras nº 6; Batallón de Cazadores de Arapiles nº 9; Batallón de Cazadores de las Navas nº 10; Batallón de Cazadores de Llerena nº 11; Un Grupo de Ametralladoras de dos Secciones; Un Escuadrón del Regimiento de Cazadores Lusitania nº 12; Un Grupo de Artillería de tres Baterías del 2º Regimiento de Artillería de Montaña con 12 cañones Krupp de 75 mm; Un Grupo de Ingenieros con una Compañía de Zapadores y otra de Telégrafos perteneciente al 2º Regimiento Mixto de Ingenieros; Una Compañía de Administración Militar y una de Ambulancias de Sanidad Militar.
Ahora seguimos lo recogido en el Historial del Batallón de Cazadores de Barbastro: Al Batallón se le había
señalado en 1908 la fuerza de 300 hombres[iii].
En septiembre se mandó organizar en Madrid una sección de ametralladoras. Al
ser destinado para la campaña del Rif se puso en pie de guerra con reservistas
hasta completar una fuerza de 788 hombres. Salió de Madrid, al mando del
teniente coronel Luis Jiménez Pajarero y Velasco, el 21 de julio por
ferrocarril hacia Málaga en cuyo puerto embarcó el 22 en el guardacostas “Numancia”.
El día 23 el general Marina inició las operaciones, de manera que desembarcado el 23 en Melilla, el Batallón de Barbastro marcha inmediatamente en apoyo de las tropas de la guarnición que ocupaban las posiciones de Sidi Musa, los Lavaderos de Mineral y Posada del Cabo Moreno. Las compañías 1ª y 3ª, a las órdenes de su teniente coronel Luis Jiménez Pajarero protegieron un convoy a la segunda caseta del ferrocarril minero; las compañías 2ª y 4ª, con el comandante Francisco Alcalá Virto sostienen a una batería de campaña que cañoneaba las guaridas del enemigo, consiguiendo contener la furiosa embestida de los rifeños a costa de la muerte de cuatro soldados, quedando heridos un capitán y 6 de tropa.
En el combate del día 27, en las estribaciones del Gurugú, el batallón avanza impávido con desprecio heroico del mortífero fuego que le hacían los rifeños ocultos en el Barranco del Lobo, mandados por Abdelkader, y a la bayoneta toman una altura que batía la entrada del escarpado barranco al que habían descendido los Batallones de Cazadores de Figueras, Arapiles, las Navas, y Llerena con el general Pintos, jefe de la Brigada. Muerto tan intrépido general y forzados dichos batallones a retroceder ante el huracán de fuego que arrebató la vida a casi todos sus jefes y oficiales y diezmadas las filas, el batallón de Barbastro protege el repliegue de tan heroicas tropas al nudo del barranco opuesto al que ocupaba el enemigo. En este combate el batallón tuvo 8 oficiales y 39 cazadores muertos.
Posteriormente, en la conducción de un convoy hostilizado por el enemigo toma posiciones entre la Posada del Cabo Moreno y la primera caseta y sufre un muerto y varios heridos al relevar a otras fuerzas en la posición. Después del combate del día 27 en el Barranco del Lobo, el general Marina, jefe del Ejército de operaciones, decidió acumular fuerzas y abastecimientos antes de iniciar operaciones ofensivas de más entidad, aprovechando el tiempo para adiestrar a las fuerzas recién llegadas de la península, que venían con un adiestramiento muy limitado.
El día 20 de septiembre comenzaron las operaciones ofensivas de la 1ª Brigada, mandada por el General Felipe Alfau Mendoza, quien había relevado al General Guillermo Pintos Ledesma, muerto en el combate del Barranco del Lobo. Ese mismo día, el Teniente Español Núñez, formando parte de la columna mandada por el General de Brigada Alfau, asistió con su batallón a la toma de Taurit, en cuyo puesto quedó de servicio de campaña hasta el 10 de octubre, que marchó con el batallón al campamento de Tectana, donde continuó hasta el 29 que marchó a Zeluán quedando en ese puesto hasta el 29 de noviembre en que se trasladó a Nador. El 26 tomó parte en el avance de las fuerzas dispuestas por el general en jefe José Marina López que dio por resultado la ocupación de Atlanten y otras posiciones quedando en la de Ulad-Saud, terminando el año de servicio de campaña.
Comenzado el año 1910 continuó de servicio de campaña en Ulad-Daud y Ben Tahar hasta el 3 de enero, que fue relevado el batallón, marchando a Melilla y llegando el mismo día al campamento del hipódromo, donde quedó de servicio de campaña hasta el 15 del mismo mes, en que en virtud de la orden telegráfica del ministro de la guerra y por disposición del Jefe del Ejército de Operaciones, embarcó a bordo del vapor “Cataluña”, y llegó a Málaga el día 15, saliendo por la tarde en tren militar con dirección a Madrid. Llegó a Getafe el 18 y por carretera a Leganés el mismo día, quedando acantonado en dicho punto hasta el 22, que por ferrocarril se trasladó con el batallón a Madrid, donde hizo su entrada triunfal en medio de aclamaciones públicas con su Brigada, formando parte de la División de Cazadores al mando del General Tovar, quedando de guarnición en esta plaza.
Por
real orden del 15 de enero de 1910 se le concedió al Teniente Español Núñez la
Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo, por su distinguido
comportamiento y méritos contraídos en el combate sostenido en las lomas de
Jatet y Taurit. Por real orden comunicada de 19 de mayo se le autoriza el uso
de la medalla de plata conmemorativa de la campaña de Melilla con los pasadores
de Tardix y Atlanten.
La Armada también contribuyó a estas operaciones en Marruecos, pues se contó con el apoyo de los buques de la Escuadra que operaban en la costa, entre ellos, el crucero “Carlos V”. El Teniente de Infantería de Marina, Cándido Díaz Montero, comandante de la guarnición del crucero, recoge en su hoja de servicios las actividades del crucero con sus entradas en Melilla y fondeos en la Restinga y las Chafarinas, destacando como más significativas: El 7 de septiembre salió para Restinga fondeando el mismo día y después en Melilla. El 8 salió para Restinga donde fondeó continuando luego viaje a Muley-Alí-Cherif (Kebdana) para aprovisionar de agua a las tropas del Ejército de Operaciones en aquel territorio, marchando a Chafarinas donde fondeó aquella noche.
El 10 volvió a salir para la Restinga donde fondeó, regresando a Melilla el mismo día. El 20 salió de Melilla con el “Pinzón” y “Concha” a cooperar a las operaciones del Ejército en la Península de Tres Forcas, y siendo hostilizados por los moros cerca de Punta Negri, se rompió el fuego de cañón en la ensenada de Zera; el mismo día se fondeó en Melilla. El 21 volvió a salir de Melilla, bombardeando la costa desde Cabo Negri a los Charranes, siendo también hostilizados por los moros; el mismo día volvió a Melilla. El día 1 de Octubre fondeó en Málaga y el 9 salió para Melilla, fondeando el mismo día. El 18 salió a bombardear la costa correspondiente a las Kábilas de Beni-Said y Beni-bu-Gafar, regresando el mismo día a Melilla. El 20 salió forzado por el temporal, arribando el 21 a Cartagena con pérdida de dos anclas y algunas averías. El 29 salió de Cartagena y fondeó el 30 en Melilla.
Para finalizar recogemos
los ecos de la entrada triunfal en Madrid de la Brigada de Cazadores, que un
blog de internet[v] describe con detalle:
La animación se palpaba ese día un tanto gris por falta de sol el 22 de enero de 1910 por las calles de Madrid con cierre total de los comercios. Todas las vías llenas de ansioso gentío se encontraban engalanadas de banderas, gallardetes, estandartes y guirnaldas. La Orden General del 21-01-1910 disponía que el General Tovar tomara el mando de las fuerzas que desfilarán vestidas en traje de campaña siguiendo el itinerario que empezará por la Calle de Alcalá, Puerta del Sol, lado del Ministerio de la Gobernación, Calles Mayor y Bailén hasta la plaza de San Marcial.
El desfile comenzó a eso de las 11 de la mañana con el
General Tovar montando un brioso caballo poniéndose en marcha por el Paseo del
Prado. Abría el paso una sección de la Guardia Civil que fueron destinadas a
Melilla en numero de 40 miembros del 14ª Tercio. Inmediatamente detrás el
General Alfau con sus ayudantes, los Cazadores de los batallones de Arapiles,
Madrid, Barbastro, Figueras, Las Navas y Llerena. Una compañía de Ferrocarriles
y la de Aeroestación montado en columnas de piezas. En columna el Regimiento de
Lanceros de la Reina seguido de las ambulancias.
La revista “Actualidades”[vi] incluyendo algunas fotografías recogidas en esta entrada, también recoge que: EI sábado último, como se había dispuesto, se verificó la solemne entrada en Madrid de las fuerzas de la brigada de Cazadores perteneciente a la división que manda el bizarro general Tovar. No hemos de intentar aquí una descripción de aquel día de júbilo, de aquella nunca vista aglomeración de público en las calles, de aquella explosión de amor al Ejército que inflamó todos los corazones madrileños. Mejor que cuanto pudiéramos escribir, expresan lo que aquello fue las fotografías que reproducimos. Dejando a un lado censuras para las autoridades que no supieron prever, consignaremos que la entrada de las tropas de Melilla en esta corte revistió caracteres imponentes, conmovedores y que no la olvidarán fácilmente los que la presenciaron.
En
el entusiástico recibimiento tributado a los triunfantes Cazadores de la brigada
madrileña tomó parte principalísima el elemento femenino, distinguiéndose las
artistas de los diferentes teatros de esta corte y Ias obreras de la fábrica de
tabacos. Las artistas y sus compañeros los actores ocupaban una amplia tribuna
levantada delante del teatro de Apolo. Provistas de muchos y grandísimos
canastos de flores y de ramos atados con cintas de los colores nacionales,
arrojaron unos y otras al paso de las tropas, siendo el primer obsequiado el
general Tovar, que iba al frente de la formación. También echaron miles de
ejemplares de una inspirada y patriótica composición poética. Las cigarreras
ocupaban, en número que algunos calculan en 4.000, todo el terreno que se
extiende por delante del Dos de Mayo, acotado para ellas por medio de una doble
alambrada, y adornado con una colgadura de los colores nacionales. En nombre de
todas sus compañeras sujetaban una hermosa bandera Manuela Embir y Elena Reig.
Esta bandera es la que estrenaron para ir a despedir a los soldados que
marcharon a Cuba, y tiene una leyenda que dice: «Las cigarreras de Madrid la
dedican al Ejército español y a la Marina». La ovación que les tributaron fue
estruendosa, entusiástica, interminable. Dando vítores, arrojando flores,
agitando los pañuelos, estuvieron desde que apareció el general Tovar hasta que
terminó el desfile. La actitud de las cigarreras fue elogiadísima.
No
acabó aquí la pacificación del territorio marroquí, ni la experiencia africana del Teniente Pedro Español Núñez, pues unos
años después volvió a Marruecos a combatir sirviendo en el Batallón Expedicionario del
Regimiento de Infantería Extremadura nº15, y en el Grupo de Fuerzas Regulares de
Ceuta nº 3.
REFERENCIAS:
[i]DÍAZ MONTERO, Cándido. La campaña de Melilla de 1909. Archivo
de la Comandancia General de Iª Mª.
[ii] De
MESA, José Luís, y otros. Las campañas de Marruecos. 1909, 1927.
Almenara Ediciones, 2001, Madrid.
[iii] Historial del Batallón de
Cazadores de Barbastro nº3. Archivos del Servicio Histórico Militar.
[iv] Hoja de Servicios del Teniente
de Infantería don Pedro Español Núñez. Archivos del Servicio Histórico Militar.
[vi]
Revista Actualidades. Número 102. Jueves 27
de enero de 1910. Biblioteca Nacional.
Excelente relato de una campaña tristemente olvidada hoy y de la que tan sólo hemos heredado el desastre del Barranco del Lobo. No se aplicaron las lecciones aprendidas y ello nos llevó tan solo 12 años después a los desastres de Annual y Mont Arruit.
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