Las aguas del río Pisuerga también bajaban algo crecidas, pero esta vez mis ánimos estaban mejores que cuando veía bajar las del Aragón. Mi anterior entrada reflejaba un cierto pesimismo, así que me propuse que esta fuera algo más optimista, aunque no hay demasiados motivos para que así sea.
EL PISUERGA A SU PASO POR VALLADOLID |
Escribo
después de haber visto en la televisión el Día de las Fuerzas Armadas y la
celebración del 40º aniversario del ingreso de España en la Alianza Atlántica;
sin embargo, un gobierno dividido incapaz de explicar a la población la razón e
importancia del “…para bellum”, se llena la boca con consignas como la
defensa de la paz, sin citar el precio que hay que estar preparado a pagar para
mantenerla.
Tiene
razón la ministra de defensa cuando afirma que: «el prestigio que España ha
ganado a lo largo de estos 40 años en la Alianza se debe en gran medida al
extraordinario mérito y saber hacer de nuestras Fuerzas Armadas.» ¡Claro!, digo
yo, saber hacer con el ridículo presupuesto de defensa, impropio de una nación
con una mínima ambición. Parece que en el ministerio se haya impuesto la visión
derridana de que siendo todo texto, su contemplación y repetición crea la
realidad; pero es que esas ideas solo sirven para deconstruir y debilitar la
defensa nacional, pues a base de repetir los deseos de paz, ésta no se va a
lograr. Lo único que se consigue es debilitar nuestra defensa y poner en riesgo
la vida de los militares, que tienen que sobrevivir con exiguas dotaciones
presupuestarias, y se enfrentarán a consejos de guerra si fracasan. Los aliados
saben de sobra lo que le pueden pedir a nuestra patria; todo lo demás es
propaganda, como lo es el jalear los grandes programas de equipamiento, que
ocultan las debilidades reales.
El
citado motivo de optimismo lo trajo la excursión por las tierras de Valladolid,
que nos llevó al grupo de amigos compuesto por El Negro, Picaraña, Mera,
y yo, para hacer algunas visitas culturales y repasar la gastronomía
castellanoleonesa. Con un programa que con cuidado y atención preparó el Negro,
y una ejecución satisfactoria, no hay espacio para lamentaciones.
El viaje en tren hasta Valladolid te lleva una hora, así que con un desayuno en la capital de la comunidad autónoma de Castilla y León, iniciamos nuestro recorrido. La provincia y su capital tienen una rica historia en la edad moderna castellana y española que animan a contrastar los acontecimientos con los lugares en donde sucedieron. La provincia cuna del pueblo prerromano vacceo, está hoy poblada por 517.674 habitantes, de los que 29.202 son extranjeros. Ante la baja densidad de población de 25 habitantes por kilómetro cuadrado, comparada con el 95 del total nacional, debería iniciarse una nueva repoblación, como la que se produjo en los siglos X y XI cuando se consolidó la línea del Duero.
LA ACADEMIA DE CABALLERÍA |
Comenzamos la estancia en Valladolid recordando nuestros orígenes marciales en la primera visita que hicimos, que fue a la Academia de Caballería, instalada en un emblemático edificio de estilo historicista que preside la plaza de Zorrilla. El proyecto es obra del capitán de ingenieros José de la Gándara y Cividanes. Su edificio principal se inauguró el 1 de marzo de 1924. Nuestro propósito era el de visitar su museo, cuyo origen data del año 1899 pero que estuvo ubicado en distintas instalaciones hasta que en 1930 se dispuso que se instalara en la Academia en Valladolid. Con la creación del Museo del Ejército, desaparecieron los museos de las armas, pero en 1976, como consecuencia de la iniciativa y espíritu de cuerpo de profesores de la Academia, comenzó la creación del museo actual.
El
contemplar el monumento a los héroes del Regimiento de Cazadores de Alcántara
14 de caballería, obra de Mariano Benlliure, ya da una idea de los hechos
heroicos con qué nos vamos a encontrar. Hay varios lienzos que merecen contemplarse
cómo es el de José Cusachs que representa al apóstol Santiago patrón de España
y de la caballería. Augusto Ferrer Dalmau con su obra “El Deber Cumplido” nos
muestra a un cazador de Alcántara después de la famosa carga. En el salón de
actos se puede admirar el cuadro de gran tamaño "La batalla de Treviño" de Víctor
Morelli, así como el retrato ecuestre del Rey Alfonso XIII de Román Navarro. La
galería de retratos también merece verse con detenimiento para admirar los
variados uniformes de las distintas épocas del Arma.
En las salas del museo se puede apreciar uniformes, y las distintas armas de fuego y blancas que usaron las unidades de caballería en su historia además de armas colectivas, material de comunicaciones, y recuerdos de las unidades, también hay algunos lienzos, destacando entre ellos el retrato del general Diego de León. También luce en sus salas una escultura en bronce de Benlliure del año 1924 que representa a un teniente con estandarte del regimiento Alcántara 14, que en su pedestal lleva los nombres de los oficiales caídos durante el combate de Annual. El museo cuenta con una “sala guadarnés”, en la que se pueden admirar monturas de muy diversos orígenes y finalidades de varios países.
Cerramos nuestra estancia en la Academia de Caballería en la capilla y en el patio que lleva el nombre del héroe del
Arma, Teniente Coronel Primo de Rivera, en el que se encuentra su
estatua ecuestre sobre plinto. La situación de la Academia y su arquitectura la
hacen acreedora de una visita y de paso, sentir el orgullo de nuestro pasado
militar.
La parte gastronómica del viaje incluyó una visita a las bodegas Menade, en Rueda, fundadas en el año 2005, aunque los actuales propietarios pertenecen a la sexta generación de viticultores, que inició en 1820 la familia Sanz en el pueblo de La Seca, a 4 km de Rueda, cultivando viñas en distintos lugares hoy adscritos a la denominación de origen Rueda. En la bodega están muy orgullosos de no usar tratamientos químicos, y en cambio emplear técnicas naturales como las de infusiones de plantas, que son más respetuosas con el suelo, que ponen extremo interés en impedir su sobrexplotación. Los insectos también juegan su papel para prevenir las plagas, de manera que utilizan unos jardines de polinización repletos de plantas para atraer a los insectos a las viñas. Este ecosistema se completa con una serie de arbustos y árboles móviles que mejoran la biodiversidad del viñedo. Menade produce varias variedades de Verdejo, Sauvignon, y Tempranillo.
VIÑAS DE LAS BODEGAS MENADE |
En
la visita nos acompañó Iván, quien con erudita pasión no contenida nos explicó
las características de la viña y sus productos, haciéndonos muy agradable la
visita, que completamos con una degustación de vinos, entre ellos los
excelentes verdejos con los que regamos un escueto viático con quesos,
gazpacho, espárragos y salchichas, para levantar los ánimos.
No podía faltar en nuestro periplo castellano un buen lechazo, servido en cazuela de barro y con la piel crujiente. El lechazo es la cría de la oveja que todavía mama y que no debe pesar más de doce kilos en el momento del sacrificio. En Castilla y León la cría de la oveja churra es todo un arte, que los pastores de la tierra practican con mucho cuidado, y requiere atenderlas todos los días, sacarlas las noches de verano, darles una buena alimentación y sal, renovar constantemente el rebaño cambiando la oveja vieja por ganado joven, y sacarlas siempre al campo independientemente de las condiciones meteorológicas. En el restaurante asador El Figón de Recoletos, no nos faltaron atenciones, y el lechazo, regado con vino de la tierra, estaba francamente bueno.
CASTILLO DE LA MOTA |
Después
de haber visto tantas veces la torre del homenaje del Castillo de La Mota, en Medina
del Campo, desde la ventanilla del tren o del coche en tantos viajes de ida y
regreso de Madrid a Galicia, por fin había llegado el día de visitarlo. La historia
de la villa está asociada a la reina Isabel la Católica pues allí fue donde
dictó su testamento y falleció en 1504, lo que nos recuerda en El Prado el magnífico
cuadro de Eduardo Rosales.
Motas y motillas proliferan en la superficie castellana, y los primeros asentamientos en la de Medina datan de la edad del hierro, de los que se conservan testimonios en las excavaciones visitables. En el siglo XI, al adelantarse la frontera a la línea del Duero, comenzó la repoblación y es cuando nació la villa medieval protegida por un recinto amurallado, a cal y canto, que fue creciendo hasta convertirse en una fortaleza independiente de la propia villa. En 1390 Juan I la donó la villa junto con el castillo a su hijo Fernando de Antequera, futuro rey de Aragón. Tras la batalla de Olmedo en 1455, La Mota quedó bajo poder real, desempeñando funciones militares, de archivo y prisión. Enrique IV ordenó la construcción de la torre en 1460 y entregó la fortaleza al arzobispo de Toledo, cuya traición la devolvió al dominio aragonés. En 1468 por el acuerdo de Los Toros de Guisando se entregó la fortaleza y la villa a Isabel.
CASTILLO DE LA MOTA |
El Castillo se remató con ladrillo rojizo de la zona que cubre el hormigón, mientras que la piedra únicamente se emplea en pequeños detalles. Tiene un trazado irregular y consta de dos recintos: el interno de uso residencial y el exterior con gruesos muros dedicado a la defensa del edificio de los efectos de la artillería. En el interior sobresale la torre del homenaje de 40 m de altura, y el patio de armas. La barrera exterior fue construida en tiempos de los Reyes Católicos y se protegía en primer lugar por un gran foso con puente levadizo. El estado actual del Castillo es el resultado de un largo proceso de restauración que comenzó en 1904, aunque la mayor parte de las obras interiores son de la reconstrucción realizada en 1940.
IGLESIA DE SAN PABLO Y PALACIO PIMENTEL |
Valladolid merece recorrerse con detenimiento para apreciar los numerosos monumentos que atesora; entre ellos, el Palacio Real, el monasterio Iglesia de San Benito, la Plaza Mayor con su Ayuntamiento y el monumento a Pedro Ansúrez, el Palacio Pimentel (donde nació en 1527 Felipe II), la Iglesia de San Pablo (dode Carlos I fue reconocido como rey de Castilla), y por último el Museo Nacional de Escultura, establecido en 1933, que se encuentra instalado en el Colegio de San Gregorio, el Palacio de Villena, y la Casa del Sol, siendo el primero el principal (donde en 1518 reunió Carlos I su primeras Cortes Castellanas) que expone las obras maestras de escultura en madera policromada. La colección incluye obras desde la baja edad media hasta el siglo XX, y está especializada en el Siglo de Oro y en el arte de la escultura de temática religiosa en madera policromada. Adornan las salas las obras de artistas como Alonso Berruguete, Juan de Juni, o Gregorio Fernández, y se ha completado con obras de Pedro de Mena y Alonso Cano. El conjunto representa una visión muy cosmopolita, con artistas que proceden de Francia, Flandes, Italia o Alemania. En la colección abundan los retablos sepulcros y sillerías de coro, además de pasos procesionales.
COLEGIO DE SAN GREGORIO |
Desde el punto de vista arquitectónico el colegio representa la transición de la arquitectura española tardo gótica hacia la modernidad. En su construcción está atestiguada la participación de grandes maestros del momento como Simón de Colonia o Gil de Siloé.
MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA |
De nuevo, nos marchamos de Castilla y León con ganas de volver, así que ya estamos pensando en un próximo viaje a las provincias de Zamora y Palencia. No hay nada mejor que recorrer España para conocerla mejor.
Magnifica narracion Jesús. La guardaré para cuando vaya a Valladid. Un abrazo
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