martes, 26 de noviembre de 2019

INFANTERÍA DE MARINA, 1931-1957. POR TIERRA Y POR MAR XV.



En la entrada "Tercio del Norte, 1950-1955. Por Tierra y por Mar. XIV", de la que ésta es una continuación, se narraban los deseos de cambio y reforma, que como reacción a la irrelevante misión que se le asignó al Cuerpo de Infantería de Marina (Iª de Mª) en 1940, impulsaron el interés por lo que se publicaba sobre las operaciones navales, y en particular las anfibias,  de la 2ª Guerra Mundial (IIGM). Su recepción influyó notablemente en las mentalidades de los infantes de marina que reflexionaban sobre el futuro del Cuerpo tratando de buscar los cimientos en los que asentar la capacidad anfibia de la Marina.
Expresión de estas mentalidades son el conjunto de treinta artículos publicados en la Revista General de Marina (RGM) durante los "años oscuros" que van desde la disolución del Cuerpo en 1931 hasta la creación del Grupo Especial de Iª de Mª en 1957. En esta entrada se hace un somero análisis de los mas significativos, con el propósito de intentar desvelar las inquietudes que se manifestaban en el Cuerpo. En este particular ha sido Hugo O'Donnell, en su obra: "La Iª de Mª Española. Historia y Fuentes", quien primero ha apuntado esta vía para poder analizar los modos de sentir, pensar, actuar, y desvelar el ámbito de los sentimientos. En realidad para comprender bien el espíritu que animaba al Cuerpo en 1931 sería necesario mirar más atrás hasta el año 1900, y analizar lo que supuso la pérdida de las últimas posesiones ultramarinas, pero esto no se va a hacer en esta entrada.
En consecuencia, para el propósito que nos trae, debemos comenzar por el Decreto de la República de 10 de julio de 1931, cuyo preámbulo subraya la desproporción existente entre los medios humanos y materiales de la Marina y el coste de su sostenimiento, lo que juzga razón suficiente para darle una nueva organización que mantenga buques y bases, y permita reducir considerablemente sus gastos.
Culpa a la proliferación de Cuerpos en la Marina las dificultades en el desarrollo de las funciones de cada uno de ellos, además identifica que en los últimos tiempos la organización defectuosa y la falta de adecuados órganos de mando y dirección, son la culpa del desarrollo errático de la Marina y de sus medios. Como solución propugna la reducción de aquellos Cuerpos que dificultan el funcionamiento de la Marina, y cuya función, "siendo interesante, no justifica su existencia" (sic), en vista de lo cual, y para lograr "ahorros considerables" el decreto declara a extinguir el Cuerpo Eclesiástico, la Sección de Farmacia, el de Ingenieros, el de Artillería, y ¡cómo no! para añadir la sal a otra reforma de la Marina, el de Infantería de Marina: ¡el gran ahorro!... Ya tendrán ocasión de arrepentirse.
El decreto aclara que el mantenimiento de esos Cuerpos determina que haya una "plétora de personal" gravoso para el erario, pero eso sí; se afirma que sus servicios son utilísimos, lo que quiere decir que va a haber que seguir prestándolos, pero de forma "menos onerosa".
No hace falta ser un lince ibérico para columbrar que el Decreto responde también a otras motivaciones que requerirían de otra entrada en este Blog. Lo que si conviene es transcribir el (único) artículo del decreto con que se cierran cuatrocientos años de historia de un Cuerpo de la Armada.

CAPITUL0 VIII. INFANTERIA DE MARINA
Articulo 51. EL Cuerpo de Infantería de Marina se declara a extinguir con la plantilla que se fije. Los servicios actualmente encomendados a este Cuerpo  se cubrirán con marinería seleccionada a su ingreso en el servicio, al mando de Oficiales del Cuerpo General, que tendrán en estos destinos la mayor estabilidad posible. Estos servicios continuarán en su forma actual en tanto no se proceda a la sustitución, cuyos detalles orgánicos se prevendrán mediante la reglamentación oportuna.

Es evidente que, a pesar de haberlo empleado en cuantas ocasiones lo demandó el servicio a la Patria, la Marina había demostrado desde principios de siglo una evidente incapacidad de encuadrar eficazmente, y dar una misión razonable, a su Cuerpo de Infantería de Marina. Quizá el preámbulo del decreto de 1931 aporta una explicación cuando critica la defectuosa organización de la Marina y la carencia de adecuados órganos de mando y dirección (inspirados por un coherente pensamiento naval). Conviene recordar que no es hasta 1925 cuando se funda la Escuela de Guerra Naval, en la que se formarán oficiales capacitados para el servicio en los órganos auxiliares de mando y dirección, inculcándoles la necesaria unidad de doctrina y sólidos conocimientos de disciplinas como: Estrategia, Organización, Táctica, Logística, y otras, pues hasta entonces la formación para servir en los altos niveles de la Institución era autodidacta y no reglada.
Después de este demoledor decreto para la Iª de Mª, es en septiembre de 1932 cuando dos de sus oficiales alzan por primera vez la voz en la RGM: son el Capitán Camilo Gonzalez y el Teniente Carlos Díaz Calderón, quienes exponen la importancia y necesidad de las operaciones anfibias, y la necesidad de la existencia de la Infantería de Marina como primer escalón en las operaciones de desembarco. Además subrayan la importancia de contar con tropas embarcadas en las unidades mayores de la Escuadra, sugiriendo los servicios que podrían desempeñar a bordo. Al comienzo del artículo anuncian que este es el primero de una serie, pero me temo que la RGM no facilitó la publicación de mas artículos de este tema contrarios a la "verdad revelada", pues no volvieron a publicar ninguno.
En marzo de 1936 un prolífico escritor, José Luis Montero Lozano, a la sazón Comandante del Cuerpo, cuyas colaboraciones en la RGM habían comenzado en 1921, escribe sobre las operaciones de reembarque de Fuerzas Expedicionarias, para por medio de este artificio, insistir en la importancia de las operaciones anfibias y la necesidad de tropas de Iª de Mª embarcadas en la Escuadra que posibilitaran estas operaciones. Los lectores con canas recordarán los planeamientos y preparación para la extracción de las fuerzas de las Naciones Unidas (UNPROFOR) desplegadas en Bosnia y Herzegovina (BiH) en la segunda mitad de los 90', en las que la Fuerza Anfibia española estaba comprometida. Diría que las reflexiones del Comandante Montero seguían siendo válidas al final del siglo XX.
En junio de 1935 y enero de 1936 el Capitán Enrique Paz escribe dos artículos sobre las vicisitudes de la Brigada de la Marina francesa durante sus operaciones en el frente occidental en la 1ª Guerra Mundial (IGM). Cuando llega el momento de extraer conclusiones no es particularmente profético, pues cree que es posible que no se prodiguen en el futuro las operaciones de desembarco en gran escala, pero apoya que, en caso necesario, se emplee al Cuerpo de Iª de Mª, convenientemente modernizado.
En julio de 1935 el Capitán Fernando de la Cruz Lacaci escribe para demostrar la imposibilidad de que una Columna de Desembarco, tal como entonces se constituía, pudiera progresar en tierra operando aisladamente, si no contaba con ametralladoras. También la RGM acoge artículos sobre armamento y tiro, como los del mismo de la Cruz en noviembre de 1934 y febrero de 1935, relativos al tiro antiaéreo y su problemática. En febrero de 1936 también dedica otro artículo sobre las ametralladoras y sus unidades, que van a tener un papel destacado a partir de julio de ese año.
Durante la Guerra Civil 1936-1939, la RGM deja de publicarse. España se ha dividido en dos bandos, y la Iª de Mª tiene un papel relevante en ambos, lo que impulsa la reconsideración de su utilidad y necesidad de su restablecimiento, haciéndolo primero la República al dejar sin efecto el artículo 51 de disolución del Cuerpo, y crear por decreto de 28 de junio de 1937 el Regimiento Naval Nº 1, que ya contaba en la fecha con siete Batallones. Por su parte el General Franco, por Orden de 30 de septiembre del mismo año,  restablece la Infantería de Marina, y deroga el Decreto de extinción.


TROPA DE LA GUARNICIÓN DEL CRUCERO "CANARIAS". 1937
(El primero de la izquierda es el padre del autor de esta entrada)

       Habrá que esperar hasta la Ley de 17 de Octubre de 1940 para que se le asigne misión y organización. Es sorprendente que en su preámbulo cargue increíblemente sobre la Iª de Mª la culpa de la incapacidad de la Marina de haberlo hecho con anterioridad, al decir que: "esta Institución no evolucionó al mismo ritmo que las restantes de la Armada, encontrándose por ello en el momento actual con una gloriosa historia, pero sin misión definida y con conceptos orgánicos que no corresponden a la realidad presente".  Cabe preguntarse: ¿de quien era la responsabilidad de establecer los conceptos orgánicos? ¿del Estado Mayor de la Armada, quizás?... Pues bien, a la hora de redactar la nueva misión, el legislador, en una demostración de ignorancia de los "conceptos orgánicos de la realidad presente" sorprende al Cuerpo al mezclar sus cometidos con las normas de policía, determinar el armamento  de las unidades y hasta su forma de transportarlo; asombroso para un Decreto Ley.

ARTÍCULO PRIMERO:
A la Iª de Mª corresponderá, en el conjunto del servicio de la Armada: dar, con su irreprochable presentación, una tónica militar destacada en buques y dependencias; la guarnición de Arsenales y demás Centros de la Marina en tierra; el manejo de las ametralladoras pesadas y ligeras  de la defensa antiaérea de buques y Bases Navales, y el servicio de seguridad de estas últimas contra los bombardeos aéreos, en su aspecto de defensa pasiva.

Parece evidente que este "parto de los montes" no respondió a lo que la Iª de Mª esperaba después de su contribución al éxito de la guerra, pero a pesar de ello, continuó dando "con su irreprochable presentación una tónica militar destacada...", aunque a decir verdad aquello era todo un desengaño, pero poco más se podía pedir en la España de la posguerra volcada en la reconstrucción de la nación. De momento, había que empezar a andar con lo que el Decreto Ley regulaba, pero que en la práctica era muy poco, pues no había medios modernos para reconstruir a las unidades.

COMPAÑÍA DE INFANTERÍA DE MARINA EN CARTAGENA

Es de nuevo el Comandante José Luís Montero Lozano quien en julio de 1941, en su artículo "La Infantería de Marina y su organización en las distintas épocas" realiza un esbozo sobre la historia del Cuerpo, a veces impreciso, y finaliza con alabanzas a la decisión de Franco y del Ministro de Marina de dar al Cuerpo una nueva organización "adecuada a  la importantísima misión que le reserva la guerra futura". Montero, no comenta la nueva misión; sin embargo, por sus análisis de las operaciones anfibias en la IGM y con la IIGM, publicados en la RGM, no ignora que se avecinaban grandes cambios en la forma de hacer "la guerra futura", y sabe que allí podrán estar las unidades de Iª de Mª.
En junio de 1942 y enero de 1943, el Comandante Fernando de la Cruz Lacaci escribe sendos artículos sobre las enseñanzas de la IIGM. En el primero de ellos reflexiona sobre como la guerra en curso está destruyendo dogmas y creencias asentadas durante mucho tiempo, como la dificultad de lograr el éxito en las operaciones anfibias, pero su principal conclusión es la de que hay que estar permanentemente preparado para la guerra. En su segundo artículo reflexiona sobre el raid británico en Saint Nazaire, esforzándose en deducir algunas lecciones en base a la escasa información disponible, pero apoya que esas acciones son las que deben realizar las fuerzas de IM, para lo cual el Cuerpo debe empezar una minuciosa preparación para poderlas llevar a cabo en el futuro.
En agosto de 1942  es el Teniente Coronel Granados Gómez de Bustos quien coge la pluma para explicar la "Importancia y eficacia de las operaciones navales de desembarco", haciendo una síntesis histórica de las operaciones anfibias mas importantes del siglo XX, insistiendo en la importancia de que las naciones marítimas tengan en permanencia fuerzas anfibias que empleen nuevos medios, nuevas técnicas de planeamiento, y adecuadas relaciones de mando y doctrina. Cita el ejemplo de los EEUU, ya inmersos en la IIGM, y las operaciones anfibias llevadas a cabo por los alemanes en Noruega y los japoneses en Asia.
De febrero de 1942 a 1944 es, de nuevo el Comandante Montero quien escribe sobre las operaciones combinadas y anfibias que tienen lugar durante la IIGM, de las que ya se puede tener algunas informaciones para extraer algunas someras lecciones; entre ellas, la importancia de la sorpresa, el planeamiento detallado, la coordinación de las fuerzas de tierra, mar y aire, y los nuevos medios de desembarco por superficie que se están empleando, o la utilización de unidades paracaidistas por la Iª de Mª de los EEUU. En su artículo de septiembre de 1943, usa las lecciones extraídas de la IIGM en curso, para explicar con bastante detalle, el fracaso de la operación anfibia que las fuerzas nacionales habían planeado efectuar en Cataluña en diciembre de 1938.
En diciembre de 1947 el Comandante Carlos Arriaga escribe un provocador artículo: "La Iª de Mª y las unidades especiales de la Armada", que va a iniciar un debate en la RGM. Se lamenta de que no esté debidamente señalada la misión del Cuerpo en combate. Arriaga da muestras de un ardiente esfuerzo para que se dé al Cuerpo una misión anfibia acorde con los tiempos, pero lo hace empleando una absurda argumentación con la que pretende demostrar que la Iª de Mª no es infantería, como la del Ejército, y no combate en tierra igual que ésta, y en consecuencia propone que "la Iª de Mª como tal infantería no debe continuar" (sic) y se deba cambiar el nombre de sus unidades por el de Tercios de la Marina, que encuadrarían a las que él llama  Unidades Especiales de la Marina, de las que apunta su posible organización.
La primera réplica al Comandante Arriaga viene en mayo de 1948 del Comandante Luís Pérez Manso con su artículo "Hablemos de la Infantería de Marina", quien alaba que se haya planteado públicamente el principal problema de la Iª de Mª, cual es la determinación de una "función o funciones" que justifiquen plenamente la supervivencia del Cuerpo. El autor rebate la idea de que las unidades del Cuerpo no sean también de infantería, y muestra su disconformidad con el cambio de nombre que propone para las unidades "por puro snobismo iconoclasta que a nada conduce y nada resuelve" (sic). Finaliza proponiendo como único camino el convertir a la Iª de Mª en una fuerza especializada y equipada para operaciones anfibias.
En agosto de 1948 es el Teniente Coronel Francisco Martinez de Galinsoga en su artículo "Algo más sobre la Iª de Mª y las unidades especiales de la Armada" quien da razonada respuesta al artículo de Arriaga. Apunta que desde hace bastantes años la existencia de la Iª de Mª se ha convertido en un problema, cuya causa es "la falta de un concepto claro, definido y unánime de la misión del Cuerpo" (sic). Propugna también la revisión de la organización, medios e instrucción del Cuerpo, pero sin necesidad de cambiar su nombre para afrontar las nuevas misiones de combate en tierra en las operaciones anfibias. Para ello elabora una relación de cometidos, de los que deduce su propuesta de organización y equipamiento de un Tercio, en el que incluye un Regimiento de Infantería con sus armas de apoyo, Unidades Especiales de Destrucción, Unidades Especiales de Asalto, un Grupo de Carros (anfibios y ligeros), un Grupo de Defensa Pasiva, y un Tren de Desembarco. Cómo se puede adivinar, el futuro Comandante General del Cuerpo ya apuntaba, casi diez años antes, a la constitución del Grupo Especial.
En noviembre de 1949, el Teniente Coronel A. Martín Giorla en su artículo: "Sigamos hablando de la Infantería de Marina y de las Unidades Especiales de la Armada. Su necesidad para el cumplimiento de misiones de combate en tierra", califica el artículo del Comandante Arraiga como "una incitación a la movilización de ideas" (sic), y muestra su conformidad con lo expresado en su artículo por Galinsoga sobre el cambio de nombre del Cuerpo, y además aclara que cuando una fuerza de desembarco llega a tierra, combate con el fuego, el movimiento y el choque; o sea, como la infantería, lo que hace innecesario un cambio de nombre.
 Recomienda esperar a que se sedimenten las enseñanzas de la IIGM para deducir de ellas la posible misión del Cuerpo y derivar de ella su organización, medios, instrucción...etc. Subraya la importancia de evolucionar hacia un cuerpo especializado para operaciones anfibias, siempre dentro de las posibilidades nacionales, pero aprovechando las experiencias útiles de otros. A continuación se extiende sobre consideraciones sobre las operaciones habidas en la IIGM y las misiones que se le podría asignar a la Marina. Para obtener una capacidad anfibia nacional defiende el aprovechamiento y adaptación de la Iª de Mª, ante quien pudiera pensar que debiera constituirse en el Ejército de Tierra. Ataca la conocida misión de "dar la tónica militar" pues la considera que no puede ser privativa de Cuerpo alguno, aceptando el continuar con las misiones "secundarias" de la actual misión, pero insistiendo en que el problema actual es la ausencia de un concepto claro y definido de la misión del Cuerpo.


OFICIALES DEL TERCIO DEL NORTE

En julio de 1950 vuelve a las páginas de la RGM el Teniente Coronel Martín Giorla, con su artículo: "Alrededor de un problema de la Iª de Mª. ¿Cuarteles o Campamentos?", que ilustra muy bien la realidad imperante en el Cuerpo. Ataca directamente la vida tranquila que se vivía en los cuarteles, y conviene no olvidar, también en los buques de la Marina que languidecían en los arsenales. El autor explica el cambio habido en el campo de batalla y la necesidad de un nuevo modelo de soldado, cuya instrucción requerirá el alejamiento de los cuarteles y el traslado al campo, en el que debe aprender todo lo necesario, incluso si no cuenta con medios modernos, pues al menos aprenderá a moverse, vivir, bajo todas las condiciones meteorológicas, y ser capaz de utilizar el terreno y conocer sus aspectos militares. Estima, con razón, que los campamentos serán esenciales para este fin. No solo la tropa debe trasladarse al campo, también los cuadros de mando deben estar efectuando continuamente ejercicios de cuadros y puestos de mando. Considera también muy importante el continuo marineo de las unidades, aprovechando las salidas a la mar de los buques de su base, para así convertir al hombre en un auténtico "Soldado de Marina".
En su artículo clasifica a los lectores (léase a los infantes de marina) en tres grupos: el primero, los que coinciden con sus ideas; el segundo, los que no están convencidos, ni de acuerdo; y el tercero los que a pesar de estar convencidos aparentan no estarlo, pues no quieren vencer la inercia de la vida cómoda de guarnición. Su artículo se dirige a los del segundo grupo. En esta clasificación se puede apreciar que no existía unanimidad absoluta en la transformación del Cuerpo, y que solo con el esfuerzo de algunos se consiguió cambiar su mentalidad. El autor demuestra que a pesar de la carencia de medios es necesario continuar con la preparación para el combate, que es lo único que justifica la existencia de un cuerpo militar, y si es necesario llegar a la practica de la guerra de guerrillas. Cree que en ausencia de medios modernos, hay que emplear medios o imitaciones a los que se les asignen características de los medios de los que se carece.
A partir de 1952 los artículos que publican los oficiales de Iª de Mª se centran en aspectos mas técnicos; parece como si ya se hubiera logrado la unanimidad sobre la misión y organización del Cuerpo. De esta manera, en mayo de 1952 el Teniente Jesús Mª Costa Furtiá en su artículo "Escaladores de Acantilados. Ideas sobre Comandos", aporta sus ideas sobre la necesidad de contar con unidades de "Comandos" y como llevar a cabo su adiestramiento. A este artículo le sigue en febrero de 1954 el del Teniente José Lúgaro García sobre "Unidades de Iª de Mª de Asalto Anfibio en un asalto de acantilados", en el que se concentra especialmente en los aspectos técnicos de la escalada.


TERCIO DEL NORTE. COMPAÑÍA DE ESCALADORES

       También en junio de 1955 el Comandante Francisco J. Burgos desarrolla el tema "La información en los desembarcos", es decir: la inteligencia en las operaciones anfibias, pero concentrándose especialmente en la interpretación fotográfica, apoyando tanto la activación de Gabinetes en las unidades regimentales, como la formación de personal para esta especialidad. El autor identifica que la elaboración de una doctrina anfibia es de la máxima prioridad para la Iª de Mª.
      En febrero y septiembre de 1957, el Capitán Octavio Alaez Rodriguez escribe sobre el importante aspecto de las transmisiones en las unidades de Iª de Mª, en particular de una Agrupación regimental de tres Grupos Ligeros. Explica la composición y funcionamiento de las unidades de transmisiones, aunque orientado fundamentalmente a la telefonía. Es importante recordar su contribución a la implantación de las modernas comunicaciones en las unidades de Iª de Mª.
     Además de los artículos de la RGM que se reseñan, y que se han seleccionado de un total de mas de treinta, escritos por infantes de marina en el período que se trata, también se publicaron numerosos artículos de oficiales del Cuerpo General y de Iª de Mª sobre las operaciones navales que tienen lugar en la IIGM y, en particular, sobre las operaciones anfibias y sus relaciones de mando, incluso de oficiales del Ejército de Tierra para tratar sobre la cooperación de las fuerzas terrestres y navales. Todo este conjunto de artículos, incluyendo varias traducciones de revistas profesionales extranjeras sobre operaciones anfibias, muestran el interés levantado en la Marina por estas operaciones y por el futuro de la Iª de Mª.
El período que analizamos se cierra con la promulgación del Decreto del Ministerio de Marina de 3 de octubre de 1957, por el que se crea el Grupo Especial de Infantería de Marina, que supone la aceptación de la realidad impuesta por las lecciones de la IIGM, y que viene a coronar los esfuerzos de los infantes de marina para que se reconociera su naturaleza de fuerza de combate de la Marina, aunque fuera solamente con carácter experimental para crear su doctrina de actuación y empleo.
Este Decreto es excesivamente conservador, pues no se entiende que más tendría que suceder para poder "alterar las funciones peculiares de este Cuerpo" (sic), que estaban establecidas desde la Ley de 1940 y que no se atreve a hacer este Decreto, que ve la luz después de doce años de terminada la IIGM y cuatro años después de la firma de los acuerdos con los EEUU. Aquí la Marina tendría que haber tenido el valor de haber asignado una misión digna a su Iª de Mª, y no continuar dándole largas a esta imperiosa necesidad. Para ver una misión digna habrá que esperar todavía once largos años más, veintiocho desde la de "la tónica militar".
En conclusión, todos estos artículos reseñados evidencian la mentalidad imperante  en estos "años oscuros", y que los principales temas de interés común eran el futuro del Cuerpo de Iª de Mª y la reflexión sobre los rasgos esenciales que definieran y garantizaran  una existencia corporativa digna. Se puede afirmar que la mentalidad que imperaba era que la esencia del Cuerpo debía ser la de una fuerza para el combate anfibio, y el deseo de una profunda reforma inspirada en las lecciones de la IIGM.
Esta entrada es una primera aproximación al análisis de las mentalidades de una época, que  para completarse requeriría el estudio de la documentación oficial generada por la Inspección General de la Iª de Mª, la de sus unidades, las hojas de servicios, y diarios, crónicas, publicaciones, y correspondencia de las personas que la vivieron y que reflejaran sus sentimientos. No es tarea fácil.
No deja de ser asombroso que algunos infantes de marina  hubieran podido mantener la moral e ilusión por la profesión a pesar de las duras condiciones en que se desarrollaba. Es claro que no todos ellos impulsaron los deseos de transformación, y no pocos se dejaron llevar por el "dolorido sentir": - ¿para qué cambiar? si esto no tiene arreglo... , palabras que se oyen en los momentos de crisis; pero en este caso, afortunadamente, triunfaron las ideas de cambio que permitieron sentar las bases de lo que hoy es la moderna y prestigiosa Infantería de Marina, que está siempre preparada para acudir allá donde truene el cañón. En aquellos años se inició la reflexión y el intercambio de ideas, y cuando por fin la Marina se decidió a pensar en lo que tenía que hacer con su Iª de Mª, el Cuerpo ya llevaba algunos años señalando el rumbo a seguir.