miércoles, 28 de agosto de 2013

EL MONASTERIO DE LEYRE

     Desde mi etapa jacetana, y después de haber visitado el Monasterio aragonés de San Juan de la Peña, me faltaba hacerlo al navarro de Leyre, el otro gran monasterio de la Canal de Berdun. A pesar de volver al Pirineo Aragonés casi anualmente no encontraba el momento apropiado, que finalmente llegó este verano. 
     En la década de los setenta tuve ocasión de marchar por las inmediaciones de la Tabla de los Tres Reyes, situada en los límites de Aragón, Navarra y Francia, y cuyo apellido no deja duda del carácter fronterizo de la zona. Para recordar aquellos tiempos en los que practicaba el antiguo oficio de soldado con fusil en la mano, mochila, esquís y el cielo por montera, volví a visitar otra vez la zona, esta vez sobre cuatro ruedas. Acompañando a un pequeño grupo familiar subimos por el Valle de Hecho, admirando la belleza del paisaje de montaña, hasta la Borda "Chiquín", en la que nos socorrimos con unas buenas migas regadas con vino Somontano para luego, con el viático ya a bordo, continuar hasta Zuriza, cruzar a las tierras navarras del Roncal, y bajar por valle hasta el Monasterio de Leyre.
La borda Txiquin

     El interés por la historia me ha llevado siempre a asociar las lecturas con visitas a castillos, palacios, iglesias y monasterios, y así intentar comprender mejor nuestra compleja historia medieval. Esta historia estuvo marcada por un lado por los conflictos con los poderes musulmanes de Al Ándalus y por otro entre los condados y reinos cristianos entre si, que coadyuvaron a definir las personalidades de regiones peninsulares que se han asentado, con más o menos fuerza, a lo largo de los siglos, aunque algunas de ellas hayan distorsionando la historia creando mitos inexistentes que el historiador tiene la obligación de denunciar.
     En la Edad Media el territorio navarro fue zona de contacto y mezcla, favorecido por los pasos pirenaicos hacia Aquitania y por los influjos europeos de las peregrinaciones jacobeas que traían ideas, costumbres, arte y cultura.  Desde la separación de Navarra del dominio franco fueron las luchas contra la dominación musulmana y su esfuerzo para hacerse con un espacio vital entre sus más poderosos vecinos lo que definió su personalidad como reino hispánico. Su momento de máximo esplendor en la Edad Media llegó con el reinado de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra (1005-1035) quien llegó a dominar Castilla, Aragón, Álava, y Ribagorza.  
     Al dividir su herencia entre sus cuatro hijos, Sancho III perdió la oportunidad de iniciar desde Navarra la unión peninsular y continuar bajo un solo rey la Reconquista, que para concluirla hubo que esperar casi quinientos años. Uno de sus hijos y heredero, Ramiro I, rey de de Aragón, descansa en el panteón de reyes del vecino Monasterio de San Juan de la Peña, que fue refundado por su padre en el primer tercio del siglo XI y que es visita obligada para quien llegue al Pirineo aragonés.
     Los orígenes del Monasterio de Leyre se remontan al siglo IX, con referencias como la visita de San Eulogio y la devoción a las mártires Nunilo y Alodia, algunas de cuyas reliquias se encuentran en el Monasterio. La historia posterior se inicia en tiempos de Sancho el Mayor, que parece fue educado en el Monasterio. Las convulsiones del XIX y la desamortización de los bienes eclesiásticos vieron en 1836 la salida del patrimonio, el fin de la vida monacal y su ruina, que también conllevó la desaparición del claustro y el derrumbe de algún edificio. Afortunadamente consiguió salir de su ruina en 1867 cuando fue declarado Monumento Nacional, de manera que en 1915 se devolvieron a Leyre los restos de los Reyes que habían estado allí enterrados y cuyas sepulturas habían sido profanadas, en la más pura tradición revolucionara española. 

     De la época románica data su cabecera, de altos ábsides que se apoya en su parte baja en la cripta, una joya del románico, con bóvedas de medio cañón y arcos fajones de medio punto sostenidos por columnas de corto fuste con capiteles decorados.  En el siglo XIV los monjes cistercienses que lo habitaban eliminaron las antiguas naves románicas y las sustituyeron por góticas. En el altar mayor se aprecia el enlace de ambos estilos y lo impreciso de la construcción inicial románica; en él se venera la imagen de Santa María de Leyre.



     
     En la nave se encuentra una arqueta conteniendo los restos de los primeros reyes de Pamplona-Navarra, aunque los de Sancho el Mayor, a pesar de haberse educado en Leyre, descansan en el Monasterio de Oña en Burgos. En el pie occidental de la Iglesia se encuentra el pórtico llamado la "Porta Speciosa", del siglo XII, al que en posteriores intervenciones se le añadieron esculturas de otros lugares de la iglesia.
Porta Speciosa

Al entrar en el templo del Monasterio llama la atención la sobriedad y paz que allí se respira y que apoya la vida contemplativa de sus monjes benedictinos. Al oírlos cantar las Vísperas "a capella" con la luz tenue de la caída de la tarde me vinieron a la mente los versos de Fray Luís de León que alaban la vida retirada del mundo:

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

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