domingo, 1 de diciembre de 2013

UOE 1971-1972. POR TIERRA Y POR MAR II

         El Tambor de Batallones.

      La tarde del día de su presentación en el Cuartel de San Carlos en Septiembre del 71, el incomprensible redoble de un tambor que retumbaba en las paredes del patio y subía hasta la entreplanta llamó la atención de unos recién llegados Alféreces-Alumnos quienes, presos de curiosidad,  se  abalanzaron a la ventana para ver que estaba sucediendo. Ante su asombro contemplaron  como un Tambor, vestido con uniforme de franjas, golpeaba la caja de guerra para arrancarle unos sonidos arrítmicos de un esotérico significado que se les escapaba, pero que indudablemente algún mensaje transmitían, pues al poco rato empezaron a formar en el patio los francos de paseo  conducidos con marcialidad por los Suboficiales de Semana de sus Compañías, como prevenía el Régimen Interior, demostrando que allí todo se ejecutaba “con la misma puntualidad que frente al enemigo”. Fue el primer aviso de que aquello ya no era la Escuela Naval: aquello era el Cuerpo de Infantería de Marina... el de verdad, no el de los libros.

     La Unidad de Operaciones Especiales (UOE)

En San Fernando, el Cuartel de San Carlos es la casa madre del Cuerpo de Infantería de Marina y fue construido para alojar a los Batallones de Marina del departamento de Cádiz sobre un proyecto inicial de Sabatini y posterior diseño de Vicente Imperial Digueri, concluyéndose sus obras en 1798.


En su segunda planta se alojaba la UOE, cuyo Comandante y fundador, recibió al día siguiente en su despacho de la segunda planta del Cuartel a los cuatro nuevos Alféreces  que se habían ofrecido voluntarios para servir en su unidad, animándoles a trabajar “a muerte” y llevarle nuevas ideas. El Comandante era querido por todos, siempre preocupado por su Unidad y su gente, y buscando “las ocasiones de mayor riesgo y fatiga”. No cabe duda que sin su impulso la UOE nunca hubiera llegado a ser lo que ha sido. La UOE: los “Boinas Verdes”, había heredado los cometidos de dos unidades pioneras en el empleo de técnicas especiales: la Compañía de Escaladores del Tercio Norte y la Unidad de Zapadores Anfibios del Tercio de Baleares.
En aquella época se acababa de reorganizar en base a tres Estoles de Operaciones Especiales y uno de Plana Mayor. El 1º Estol (Reconocimiento y Asalto) lo mandaba un Capitán excelente oficial y amigo, que trataba a los Alféreces como verdaderos Oficiales, no cómo alumnos en la Escuela Naval; venía de Jaca de hacer el Curso de Esquí y Escalada, aunque ya había hecho los de Operaciones Especiales, el de Buceador de Combate y el de UDT-SEAL en los EEUU. El Teniente segundo jefe, acababa de llegar de hacer el Curso de Operaciones Especiales en Jaca; era todo un personaje, con una fina ironía y sentenciosa sorna cordobesa. Al Estol también fue destinado quien estas líneas escribe, además de otro Alférez, quien acabaría sus días cómo piloto de un helicóptero de ataque "Huey Cobra" en un accidente; el Sargento del Estol, un simpático ferrolano y buen amigo, lucía unas sólidas tablas marciales adquiridas en el ferrolano Tercio Norte; completaba el cuadro de mando un Cabo 1º, brillante profesional que acumulaba una gran experiencia desde su tiempo en la Unidad de Buceadores de Combate, además de otros dos Cabos 1º que debutaban en la UOE a la vez que los Alféreces.

El Segundo Estol (Escaladores Anfibios) lo mandaba otro Capitán -uno de los tres miembros de su familia que servía aquel año en la UOE- y encuadraba también a otros dos Alféreces; en este Estol lucía su estampa marcial y carisma el Sargento más aguerrido y popular de la Unidad, toda una institución, también procedente de la escuela ferrolana.
El Tercer Estol (Zapadores Anfibios), mandado también por un  Capitán contaba con un  Teniente y un Alférez, este último veterano de la Unidad de Zapadores Anfibios del Tercio de Baleares, o como se decía en la UOE: “uno de Illetas”. En fin, un magnífico elenco que se complementaba con la Plana Mayor, con un Capitán o dos, según la época del año, dos Tenientes y varios sargentos, estos últimos auténticos nombres propios que hicieron su carrera en la Unidad. Es fácil comprender que con este plantel la UOE fuera una Unidad verdaderamente especial, con un ambiente de camaradería extraordinario y en la que realmente un Alférez podía  iniciarse en la vida militar.

Después de una Pista de Fuego



          Una casta guerrera

La UOE introducía a los que en ella servían en  los verdaderos secretos de la milicia, los que hacen que los hombres combatan y arriesguen su vida, que no son otros que los que se forjan al vivir juntos, divertirse juntos, entrenarse juntos, sufrir las penalidades y riesgos juntos, para de esta forma  desarrollar los lazos de camaradería que los unirán para siempre.
La tropa de la unidad, procedente del servicio militar obligatorio, era gente admirable que se presentaba voluntaria para servir en la UOE sabiendo de su nivel de exigencia. El valor, dureza y capacidad de sufrimiento que demostraban, sin pedir nada a cambio, y su permanente alegría y buen humor siempre eran motivos de admiración. La camaradería y orgullo de pertenecer a la UOE y lucir su boina verde eran sus principales motivaciones, y con ellos se estaba siempre dispuesto a hacer frente a cualquier desafío que se presentara. Los actuales herederos de la UOE tienen una deuda permanente con ellos.
El orgullo de pertenecer a aquella "casta guerrera", animaba a los Oficiales, Suboficiales y Cabos 1º a desear hacer el Curso de Operaciones Especiales, llamado de Guerrilleros, para poder pertenecer a la Unidad entrando por la puerta grande, lo que no siempre todos podían hacer, debido a los criterios de la política de personal.
Los "boinas"



 Por tierra y por mar

Las actividades de adiestramiento hacían sentirse diferentes, parte de ellas eran las largas y duras patrullas de reconocimiento y combate por las sierras de Cádiz con la boina verde por divisa, el Z45 y pesadas mochilas de montaña, sufriendo día y noche las inclemencias del tiempo, con el cielo por montera y moviéndose como lo hace la infantería: con un pié delante de otro. La técnicas de escalada y el descenso en rappel en pared y de helicópteros S55 de la Segunda Escuadrilla eran también prácticas habituales. Las pistas de fuego también enseñaban el “rumor del combate” y se incluían en las demostraciones de capacidades.
Los "boinas" a bordo de una BDK 


La Unidad se trasladaba a Tarifa para adiestrarse con las Lanchas Torpederas (LT), que junto con los submarinos constituían los principales medios de infiltración desde la mar. A bordo de embarcaciones neumáticas IBS, se navegaba día y noche en las revueltas aguas del Estrecho, Golfo de Cádiz o el Mar de Alborán; bogando o con motor, acercándose a la costa para lanzar una pareja de nadadores y después de recibir la señal convenida acercarse y saltar a tierra para cumplir la misión. Previamente había que embarcar en la Lanchas y estibar todo el material a bordo, y luego, después de la navegación, venía el lanzamiento de las embarcaciones y el trasbordo. Esta última operación era algo complicada cuando se ejecutába en movimiento, pues la mínima arrancada avante de las Lanchas Torpederas las ponía a unos seis nudos; primero se lanzaban al agua las IBS y se saltaba a bordo para posteriormente zafar un gancho disparador del remolque que tiraba de la IBS mientras iba abarloada a la Lancha; el problema era que al quedar libre del remolque la IBS tendía a “filar por ojo” lo que suponía, como desastre menor, una inmersión hasta la cintura de todos los que iban a bordo. Finalmente, con sucesivos entrenamientos se depuró la técnica.

Lancha Torpedera


El carácter de la UOE de ser la Unidad de Reconocimiento y de Operaciones Especiales del Tercio de Armada suponía ser empleada en las operaciones de la Fuerza Avanzada. Para ello se embarcaba en escoltas, patrulleros o submarinos que se destacaban del grueso de la fuerza para operar en la zona objetivo antes de la llegada de la Fuerza de Desembarco. Con este cometido, durante el ejercicio Sur 72, el Primer  Estol desembarcó de noche en la zona de Carboneras en Almeria para balizar las zonas de aterrizaje de helicópteros que se iban a usar para el asalto. Aquellas operaciones helitransportadas no eran como para tirar cohetes, debido al escaso número de helicópteros y las limitaciones de empleo, pero sirvieron para mentalizar a la Armada de que el helicóptero se podía emplear para algo más que la lucha anti-submarina, la obsesión de la época.

Llegada a tierra al amanecer a bordo de helicópteros S55


A veces la Unidad se iba a algún ejercicio y los Alféreces debían quedarse en el Cuartel para asistir a algún curso en la Escuela de Aplicación. En una ocasión los Alféreces del 1º Estol se quejaban a su Capitán de  que cuando se iba la Unidad  se aburrían porque les sobraba tiempo; su contundente respuesta no dejaba lugar a dudas: -¿Qué es eso? ¿Cómo que os aburrís? ¿Habéis hecho ya todos los posibles UPTT? La lección era clara, los Oficiales no pueden aburrirse nunca; siempre tienen algo que hacer, estudiar, trabajar o planear para hacer frente a todas las eventualidades…”todos los posibles UPTT”...ni más ni menos.
En el mes de Abril Cartagena esperaba a los Alféreces donde debían efectuar un curso en el Centro de Buceo de la Armada (CBA). Fue un curso muy instructivo, dirigido por un Capitán del Cuerpo que era una institución en los buceadores de combate; al parecer el único que ha sido extraído desde tierra por un avión en vuelo. En el CBA se empezaba el día con una exigente instrucción física, que se reducía a correr por los empinados montes de Cartagena de abajo a arriba, de arriba a abajo y vuelta a empezar, lo que ayudaba a eliminar el alcohol de la anterior noche cartagenera. Durante el curso, además de algunas clases teóricas se aprendían técnicas de natación de superficie, de reconocimiento hidrográfico, de buceo, y de demoliciones submarinas. Las inmersiones tenían lugar en las inmediaciones de la Algameca, después de navegar en LCP preparadas para buceadores y eran lo más apasionante y divertido.

         "Finale"

En Mayo del 72 el Tercio de Armada se trasladó a Madrid en tren militar, y la UOE con él, para participar en el “Desfile de la Victoria”. El viaje fue una experiencia inolvidable, pues aquello era como el Transiberiano, arrastrándose por el itinerario con una prioridad muy baja y parando continuamente para dejar pasar otros trenes con prioridad mayor, pero tenía el encanto de la novedad. La UOE desfilaba en Madrid por primera vez y formaba a las órdenes de un Capitan llevando como Oficiales de Sección a tres Alféreces.


La fase final del aprendizaje como alumnos incluía un viaje de fin de curso, acompañados por un Capitán de la Escuela Naval, con visitas a la Academia General del Aire de San Javier y la Academia General Militar en Zaragoza para sus maniobras de primavera.
La vuelta a la Escuela Naval después de un año en una magnífica unidad no se hacía con muchas ganas, pero se sabía que allí había que ir para recoger la segunda estrella, que certificaría el honor de ser Oficial de carrera del Cuerpo de Infantería de Marina...el de verdad, no el de los libros, y sería otro paso más para volver a la UOE por la puerta grande, pero esa es ya otra historia.



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