sábado, 19 de noviembre de 2022

TRES DIAS EN PALENCIA

 

Esta entrada no es una narración del género de viajes, sino la crónica del viaje de una partida de amigos, adornada con detalles de los lugares por los que discurrió, y salpimentada con algunas reflexiones personales.

LA PARTIDA

   Los varios viajes que hemos hecho por las tierras de Castilla León necesitaban completarse con la visita a la provincia de Palencia qué, a pesar de atravesarla el camino de Santiago, parece algo olvidada. El planeamiento y elección de los itinerarios fue muy acertado, y cada uno de nosotros asumió un cometido; el mío, dejar testimonio gráfico y escrito.

      En la geografía de Palencia se distinguen varias comarcas naturales: al norte la Montaña Palentina en la cordillera cantábrica, en el centro los Páramos Valles y Tierra de Campos, y al sur el Cerrato. Los principales ríos que riegan la provincia de norte a sur son: al este el Pisuerga, y al oeste su afluente el Carrión, con el que confluye en Dueñas. Su población es de 160.000 habitantes, de los que 78.000 viven en la capital; hay 5 municipios de más de 5.000 habitantes y 186 de menos de 5.000, de los que 75 tienen menos de 100 habitantes. La pirámide de población tiene forma de columna estrechada por su base, lo que muestra la escasez de jóvenes. Esta distribución parece confirmar la noción de la España vaciada.

      En el primer día, el tren Alvia nos llevó en una hora y media hasta la capital. Estos modernos ferrocarriles en nada recuerdan a los que describen los libros de viajes de los siglos XIX y XX, y que conocimos a quienes el tiempo ha arado sus caras para recordarles lo rápido que pasamos por la vida.

     Las fuentes clásicas y arqueológicas muestran que los orígenes de la ciudad de Palencia, en territorio vacceo, se remontan a su fundación por los romanos después del año 72 d. C., a orillas del río Carrión, tras la destrucción de la homónima ciudad arévaca de Pallantia (Palenzuela). Las excavaciones también atestiguan la destrucción de parte de la ciudad romana durante las invasiones bárbaras. Tras la victoria del visigodo Teodorico sobre los suevos de Requiario, cerca de Astorga, su ejército arrasó la ciudad de Palencia en el 456.

   Parece que el primer prelado católico de Palencia fuese Murila, quien abjuró del arrianismo en el III Concilio de Toledo de 589. La invasión musulmana condujo a la práctica despoblación de la Tierra de Campos, perdiendo Palencia su rango de ciudad y durante más de un siglo el de Diócesis. Es probable que durante el episcopado de Ascarico, mediando el siglo VII, se construyese la catedral visigoda, de la que únicamente nos ha llegado la zona oriental de la cripta, que contiene las reliquias de san Antolín, que habrían sido traídas a Palencia por el rey godo Wamba (672-683). Olvidadas después de la invasión musulmana, se descubrieron por el rey navarro Sancho III, el Mayor cuando cazaba el jabalí, al parecer, por inspiración del propio San Antolín.

CATEDRAL DE PALENCIA

      Nuestra primera visita en la capital fue a la Iglesia de Nuestra Sª de la Calle, que fue construida por los jesuitas a finales del siglo XVI. En 1767, después de la expulsión de la orden, la iglesia se convirtió en parroquia-santuario al poner en ella la imagen de la Virgen de la Calle. Su fachada recuerda al Gesu de Roma.

IGLESIA DE LA VIRGEN DE LA CALLE 

       Continuamos hasta la Casa del Cordón y Museo de Palencia. Este edificio se construyó a principios del siglo XVI, siendo el único ejemplo de arquitectura civil renacentista que puede verse en Palencia. Su nombre se debe al cordón franciscano que decora la portada. Alberga el excelente Museo Arqueológico de Palencia, que reune colecciones de arte prehistórico, prerromano, romano y medieval, además de exposiciones temporales. La descentralización administrativa de España ha permitido la creación de excelentes museos municipales y provinciales, que impulsan la arqueología y la extensión de la cultura.
SAN FRANCISCO
SAN MIGUEL

      A la salida del museo, hicimos un recorrido por el exterior de la catedral, y bajamos a Puentecillas, que es el más antiguo de los puentes sobre el río Carrión. Tiene sus orígenes en el período romano, aunque la construcción actual es del siglo XVI. Es un paraje muy hermoso con la catedral de fondo.
      Desde allí continuamos nuestro paseo para visitar otras dos iglesias, aunque la suerte no nos acompañó, pues estaban cerradas al público. La primera, la de San Francisco, de estilo gótico del siglo XIII, fue residencia real y de nobles, y cuartel de las tropas francesas durante su ocupación de la ciudad. La segunda, la de San Miguel, de estilo tardo-románico y proto-gótico. Dice la leyenda que en esta última contrajeron matrimonio don Rodrigo Díaz de Vivar y doña Jimena.

SAN JUAN DE BAÑOS


      A continuación, nos fuimos a Baños de Cerrato, en la comarca sur de Palencia. El almuerzo fue en el restaurante “El Lagar”, digno, pero nada impresionante, solo para reponer fuerzas y admirar en su interior una prensa medieval de madera. Está situado delante de la basílica visigótica de San Juan de Baños, del siglo VII, que es la iglesia más antigua de España, y solo por eso merece una visita. Fue fundada por el rey Recesvinto aprovechando restos romanos, y tiene planta basilical con ocho columnas de mármol para sostener los arcos de herradura que separan las naves.

CASTILLO DE AMPUDIA

      Nuestra siguiente escala fue en Ampudia (606 habitantes), en Tierra de Campos, para ver su Castillo, construido entre los siglos XIII y XV en una colina que domina la villa. En 1521 fue el escenario de la batalla de Ampudia, reñida entre los Comuneros de Castilla y las tropas de Carlos I. Yendo del arte bélico al cinematográfico, citar que en sus alrededores se rodó la película “El Cid” de Charlton Heston. El castillo fue propiedad del Duque de Lerma, valido de Felipe III, y hoy es la sede de la fundación Fontaneda. Formando parte del conjunto monumental del castillo, se encuentra la Ermita de Santiago, construida entre los siglos XVI y XVII, y que muestra un cierto abandono. Recorrimos los alrededores del castillo en medio de una suave lluvia, que no consiguió disuadirnos de nuestras intenciones.       La colina está horadara por cuevas que albergan bodegas con zarceras, cuya excavación afectó a los cimientos de una de las torres, ocasionando su caída. El castillo se encuentra hoy bastante restaurado.

COLEGIATA DE SAN MIGUEL

      Descendimos desde la colina hasta la villa marchando por sus desiertas calles, algunas porticadas, sin apreciar signo de vida, y con algunas casas con sus puertas bloqueadas con tablas. Llegamos a la Colegiata de San Miguel, construida entre los siglos XII y XVI en estilo gótico renacentista, adornada con una esbelta torre de 63 metros, conocida como “La Giralda de Campos” por su tamaño y belleza.
     Se compone de tres amplias naves, con bóvedas de crucería y estrelladas. Cuenta con retablos renacentistas, platerescos y barrocos. En 1607 se incrementó su riqueza artística con el traslado de la Colegiata de Husillos (Palencia) a Ampudia, impulsado por Francisco de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma, cuyo escudo de armas luce en la puerta del coro, en donde se encuentra un magnífico órgano barroco de 1779.

El segundo día nos trasladamos a Frómista (784 habitantes) atravesada por el Camino de Santiago, ayuno de peregrinos, pues solo vimos pasar un par de ellos. Mis acompañantes ya habían visitado la villa en sus respectivas peregrinaciones jacobeas, y para mí, era la primera vez que veía lo que ya había visto en mis estudios. Nos concentramos en la visita de dos iglesias.

IGLESIA DE SAN PEDRO. FRÓMISTA

      La primera, la de San Pedro, gótica del siglo XV con tres naves y retablo de comienzos del XVII; la portada es renacentista del XVI, proyectada por Juan de Escalante. En la plaza de Tuy, enfrente de la iglesia, se encuentra la estatua de San Telmo (1185-1246), patrono de los navegantes, y vecino de esta villa.

IGLESIA DE SAN MARTÍN DE TOURS. FRÓMISTA

    La segunda, la de San Martín de Tours, es uno de los edificios más significativos del románico europeo, en el que destaca su austera sencillez. Fue construida en el siglo XI para un monasterio benedictino, por la reina Munianona, esposa del rey de Navarra Sancho Garcés III el Mayor. En 1904 se sometió a una amplia restauración. De su decoración escultórica destacan varios capiteles de los cincuenta del templo, así como los trescientos canecillos. Su planta es basilical de tres naves, terminadas en ábsides semicirculares. Sobre el crucero luce un cimborrio octogonal, y en la fachada principal, dos torres cilíndricas

     El espíritu peregrino hay que sostenerlo con algo material, como el pan de la tierra con un buen chorizo, que nos permitió reponer fuerzas, aunque se echó en falta una bota de vino, que no debe faltar en los próximos viajes.
   Reavivados con ese frugal viático, nos dirigimos a Aguilar de Campóo, parando previamente en Santa María de Mave, a la orilla del Pisuerga que riega su vega, en la que se ven molinos harineros. Allí queríamos visitar el monasterio benedictino y su iglesia, ambos de comienzos del siglo XIII, pero se desamortizaron en el siglo XIX. Son propiedad privada, y sus dueños iniciaron la necesaria restauración del conjunto. Recientemente, se han restaurado como parte del proyecto “Románico Norte”. El monasterio está hoy convertido en el hotel “El Convento de Mave”, pero tanto la iglesia como la hospedería se encontraban cerradas, por estar fuera de temporada, pero por su aspecto bien merece regresar para descansar lejos del mundanal ruido.

SANTA MARIA DE MAVE

     Aguilar de Campóo, (6.749 habitantes), fue nuestra siguiente etapa. Ya algo vencidos por el apetito, sentamos nuestros reales en el restaurante “Cortés”, donde dos nos premiamos con sopa de cocido y menestra, y otros dos, cocido completo. El cocinero y el servicio de un antiguo legionario, quien nos traía la “comida sana y abundante…” fueron muy amables, solo faltando que el primero nos diera de comer de su mano. Empujamos el conjunto con un vino Maldibarra, de la Ribera del Duero, que me gustó mucho.
     El río Pisuerga atraviesa la villa; visitamos la Plaza Mayor, el palacio de los Manrique, la casa de los Velarde, la casa de los Siete Linajes, y el palacio Villalobos Solórzano. Muchas casas adornan sus fachadas con escudos de hidalguía, recuerdos de tiempos pretéritos en los que sus moradores servían al rey con las armas en la mano, formando aquellos tercios cantados por el poeta y soldado, don Pedro Calderón de la Barca: 
Este ejército que ves,
vago al hielo y al calor, 
la república mejor 
y más política es… 

 

AGUILAR DE CAMPÓO

      En uno de los accesos a la villa, atravesada por el Pisuerga, se encuentra el puente del Portazgo que tuvo gran importancia en el pasado, que une la antigua judería con el barrio de las tenerías. Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico, nos informa que en 1844 se recaudaron en el portazgo 143.942 reales, y por el pasaron 17.794 caballerías y 33.154 carros de distintas clases. Mientras pasamos por el puente (sin pagar), allí charlaba y cantaba un grupo de jovencitas, curiosamente, sin sus móviles en la mano. Parece que progresamos.

EL PUENTE DEL PORTAZGO

     La Colegiata de San Miguel Arcángel era una visita obligada. Su construcción se inició en el XIII en estilo románico, del que solo conserva la puerta principal, pero se completó en el XIV en gótico. Tiene una torre campanario rematada en el siglo XVI en estilo herreriano. Estuvo bajo la protección del marqués de Aguilar de Campóo, y está muy bien preservada, muestra del interés de la villa por su patrimonio.

COLEGIATA DE S. MIGUEL ARCANGEL

    Al regreso a Palencia, nos esperaba la visita al interior de su Catedral, la llamada “La Bella Desconocida”, en donde se había instalado una exposición de obras de arte con motivo del séptimo centenario de su construcción. Hay en curso un proyecto cultural denominado “La Bella Reconocida”, la verdad es que se lo merece.

CATEDRAL DE PALENCIA

      Su construcción comenzó en 1321, pero sus obras se desarrollaron muy lentamente. A principios del siglo XV se reanudó su construcción, replanteando el proyecto inicial aún con dificultades, ya que no será sino entre las últimas décadas de dicha centuria y las dos primeras de la siguiente cuando los trabajos reciban el impulso definitivo que determinó su actual aspecto. El muy ambicioso proyecto inicial se vio condicionado por la precariedad de medios, y alterado por la evolución estilística en tan dilatado espacio de tiempo. Todo ello, sin renunciar a la monumentalidad inicial, la convierten por su tamaño en la tercera catedral de España.

CATEDRAL DE PALENCIA

      Durante la primera mitad del siglo XVI, el Renacimiento es el estilo artístico dominante en la catedral palentina, sobre todo en lo decorativo, como atestiguan piezas excepcionales como el magnífico retablo mayor o el de la capilla de San Ildefonso, y obras tan refinadas como la puerta occidental del claustro.
      Los siglos del Barroco y el Neoclasicismo, se limitaron a incorporar al templo elementos ornamentales y retablos, salvo algunas transformaciones notables, como el añadido de la actual Capilla de las Reliquias y el cerramiento (de dudoso gusto) de las arquerías de su magnífico claustro a fines del siglo XVIII.

MONASTERIO DE SAN ZOILO

El tercer día visitamos Carrión de los Condes (2.035 habitantes), comenzando nuestra jornada por su centro urbano, en el que la iglesia de Santa María del Camino, en la plaza principal, y la de Santiago, ambas del siglo XII, se encontraban cerradas. En nuestro deambular nos encontramos con la casa natal de don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, el 19 de agosto de 1398. Una lápida, potencial víctima de lo políticamente correcto, lo recuerda como: Caudillo Cristiano, prudente consejero e insigne literato. La memoria, que practicábamos en épocas más fecundas, todavía recuerda los versos del vate castellano: 
Moza tan fermosa
non ví en la frontera, 
como una vaquera 
de la Finojosa...

     En una mañana en la que la niebla celaba el valle del río Carrión, nos dirigimos paseando por la vega al Monasterio de San Zoilo, que se negaba a descubrirse. Los cronistas benedictinos afirman que el monasterio se fundó en el año 948, y se reformó posteriormente en el siglo XI, cuando se trajeron las cenizas de San Zoilo. En 1076, se cedió a la orden de Cluny. Tras la desamortización de 1835 los monjes benedictinos dejaron el cenobio. Posteriormente, fue ocupado por los jesuitas hasta 1959.
   Lo más sobresaliente del conjunto monástico es el claustro gótico-renacentista, proyectado por Juan de Badajoz, el Mozo, en 1537 y concluido en 1604. El templo, del siglo XVII, construido sobre el antiguo románico, es de una sola nave cubierta por bóvedas de arista tabicadas y cúpula sobre el crucero, con un coro con sillería y órgano barroco. Desde 1992 es el “Hotel Real Monasterio San Zoilo”.

   La siguiente visita fue al yacimiento arqueológico de la Villa Romana de La Olmeda, cuyo descubrimiento tuvo lugar en 1968. La Villa es una gran mansión rural del Bajo Imperio, siglo IV d.C., cuyo edificio principal o pars urbana, es de planta cuadrada flanqueada por torres en cada esquina, y se dispone en torno a un patio central y peristilo al que se abren las distintas dependencias, decoradas con 1.450 m2 de mosaicos polícromos conservados in situ. Se puede apreciar el Oecus o salón de recepciones, una habitación con hypocaustum o calefacción, y el Triclinium o gran comedor. Se han encontrado restos de escaleras que condujeron a una segunda planta. La villa es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo romano hispánico.

LA OLMEDA

     Al acabar la visita nos trasladamos a Saldaña, (2.958 habitantes), que se encuentra en las inmediaciones. Allí nos socorrimos en el Hostal-Restaurante “Saldaña”, en donde nos premiamos con lentejas, patatas a la riojana, y calamares en su tinta con arroz en blanco. Con las entrañas satisfechas, recorrimos la villa, que cuenta con un conjunto histórico-artístico muy bonito y armonioso, con su magnífica Plaza Vieja; vimos la Casa Torcida, el palacio de los Salamanca, el del marqués de Valdavia, y la iglesia de San Miguel, del siglo XIV, en donde se encuentra el sepulcro de los Salamanca en el lado del evangelio.

PLAZA VIEJA. SALDAÑA

     Tomamos un café en la Plaza Vieja, donde gracias a las habilidades dialécticas del Negro, que consigue hacer hablar hasta a la Esfinge de Guizeh, pudimos oír una pequeña glosa de los 91 años de vida de Eleuterio, incluyendo unas pinceladas de su época de trabajo en el campo. Nos relató alguna desgracia que le afligió, como la ceguera de su hija, de cuya carrera de derecho y su trabajo estaba muy orgulloso. Es un privilegio poder oír a nuestros antenatos relatar sus vivencias, exponiendo los valores que les sostuvieron en la vida en tiempos difíciles, y compararlos con los que predican los que hoy nos quieren adoctrinar, que ofrecen a las personas mayores facilidades para terminar con sus vidas antes que ayudarles a finalizarlas con dignidad.

CON ELEUTERIO

    Al regreso a la capital, cruzando los páramos centrales, el sol doraba las copas amarillentas de las choperas que orlaban el itinerario. Al llegar, nos quedaba por visitar la dársena del canal de Castilla, obra de ingeniería inconclusa, iniciada en la época del gobierno del Marqués de la Ensenada, con proyecto inicial del oficial de la Real Armada don Antonio de Ulloa, brillante científico, por lo que me pareció oír sonar, con legítimo orgullo, las trompetas de la banda del botón de ancla.

DARSENA DEL CANAL DE CASTILLA. PALENCIA

      Los cuatro puertos del canal, llamados dársenas, son las de Palencia, Valladolid, Medina de Rioseco y Alar del Rey. El proyecto inicial pretendía crear una red fluvial para distribuir los cereales castellanos por el reino. El plan preveía cuatro grandes canales que unirían Reinosa con El Espinar en Segovia. Las obras se detuvieron en 1804, sin llegar a completar el proyecto. En total se construyeron 207 kilómetros. El desarrollo del ferrocarril eclipsó al canal, que hoy pertenece a la Confederación Hidrográfica del Duero.

      Ya solo nos quedaba embarcar en el tren para Madrid, en el que el sueño derrotó a la partida, mientras mi mente volaba hacia el siguiente viaje.

4 comentarios:

  1. Una narrativa útil para cuantos te lean y quieran seguir vuestros pasos para conocer Palencia. Ilustra y entretiene al tiempo. Los datos demográficos son preocupantes y el precio del decremento de población en los pueblos no es solo el abandono sino también el deterioro del patrimonio artístico y la desaparición del cultural rural.

    Felicidades por este magnifico texto.

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  2. Maravilloso relato. Deberían hacerte hijo predilecto o palentino del año

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  3. Magnifico relato, culto, humano, sentido, sobre las gentes y sus obras, no llega a la altura casi divina de aquel que iba por las tierras de La Mancha reflexionando sobre la condición humana con gran dignidad. Digno discípulo el infante y sus compañeros de viaje. Las fotos son también de gran calidad.
    Your obedient servant I remain
    Hugo Z. Hackenbush

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  4. Excelente crónica viajera que no la mejora nuestro premio Nobel Camilo José Cela...

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