Contra la opinión extendida de que un
paisaje bonito debe incluir verdes campiñas, montañas, abetos y pinos, ríos...Heidi,
Pedro y la cabra, yo opino diversamente. Creo que la naturaleza es tan
fascinante o más cuando muestra su piel desnuda por la que asoman sus entrañas, cubierta con escasa vegetación, esparto, arena, piedra, sol ardiente y la mar cerca. Por eso Almería siempre
ejerció sobre mí una gran fascinación, así que, en cumplimiento de una vieja
promesa, me fui con mi santa de excursión primaveral para recorrer alguno de los
lugares que yo visité siendo soldado de marina.
Llegamos por la Autovía Autonómica
Andaluza A92, muestra viviente del robo y despilfarro del dinero asignado en
Andalucía a las obras públicas, que a pesar de su corta vida parece una anciana
llena de achaques; eso sí, cada casi 500 metros los postes lucen unos letreros
que rezan ufanos: "Junta de Andalucía"; vaya usted a saber cuánto ha costado
esa ridícula publicidad y a cual eximio contratista ha beneficiado. Mejor sería
que lo hubieran invertido en parchear el firme. Parece como si se tratara de un
ejercicio de autoafirmación política de
partido único al decir: "a pesar de que hacemos lo que queremos con vuestro
dinero, como lo demuestra esta porquería de carretera, tenéis que seguir votándonos
porque no tenéis otra alternativa, y si os va mal, no importa, con el dinero del
desempleo y de los ERE habrá para todos, nosotros y vosotros, y por ese orden", (como el tiempo se encargará de demostrar).
Hace mas de cien años los
regeneracionistas pensaban que los males de España venían de su aislamiento
secular y de la ineficacia y mediocridad de sus políticos; parece que en el
aislamiento hemos avanzado algo, pero muy poco o nada en el segundo mal. El caciquismo
de antaño ha devenido en la partitocracia de hogaño que impide el ejercicio
directo de las libertades democráticas, hoy secuestradas por
los nuevos caciques de los partidos, mientras algunos continúan enriqueciéndose en el
ejercicio de su vocación de "autoservicio" público sin que se vean
signos de resistencia ciudadana. A veces pienso que ocho siglos de resignación
islámica han dejado sus huellas en nuestra patria.
La Alcazaba |
Dejando atrás la A92 entras en Almería
en un abrir y cerrar de ojos por la nueva Autovía del Mediterráneo A7 de la
red del Estado, que bien se la merecía la ciudad, cuyo crecimiento ha sido muy
importante en los últimos años. Allí disfrutamos de un excelente alojamiento a
la sombra de la Alcazaba que luce iluminada en las claras noches mediterráneas.
En los terrenos de nuestro alojamiento, próximos a la antigua Mezquita, hoy
Iglesia de San Juan, estuvo situado el acuartelamiento del Tercio de la Corona
-como lo recuerda una calle- cuyo 2º Batallón fue uno de los que constituyeron
en 1717 el Cuerpo de Batallones de la
Real Armada, cuyo sucesor es el actual Cuerpo de Infantería de Marina.
Cerámica de El Argar |
La provincia de Almería tiene un
brillante pasado prehistórico como se aprecia en su nuevo Museo Arqueológico en
donde se pueden admirar perfectamente organizadas y explicadas las muestras de
la cultura de Los Millares y la de El Argar, sociedades del III y II milenio (a.c).
Merece destacarse la reproducción ideal de un corte estratigráfico en el que se
observan dieciséis estratos desde la roca madre hasta la actualidad, que
incluye toda la secuencia histórica de los yacimientos de la provincia. Los
períodos romano y musulmán también tienen una pequeña representación en el
museo, pero su fuerte son las culturas prehistóricas.
La ciudad de Almería fue fundada por
el califa Ab al-Rahmán III quién mandó construir en el año 955 su Alcazaba
sobre los restos de una fortaleza anterior. La marcha hacia el sur de los
reinos cristianos llevó al emperador castellano-leonés Alfonso VII en 1147 a conquistar Almería en una
operación en la que participaron fuerzas de Navarra y de la Corona de Aragón. Además
contó con la participación de la flota genovesa, de manera que los esfuerzos
combinados por tierra y mar permitieron ocupar la ciudad en octubre de ese año,
aunque posteriormente el avance almohade supuso su pérdida en 1157, en el mismo año en que fallecía Alfonso VII y con él la antigua idea imperial
leonesa. Finalmente en 1489 Almería cayó en manos de los Reyes Católicos.
Hoy en día la ciudad se ensancha por
barrios modernos y cuenta con un paseo marítimo con excelente playa con todos los servicios
que permite disfrutar del mar sin tener que alejarse de la capital. El casco
antiguo está muy cuidado con numerosos edificios en restauración y con todos
los ingredientes necesarios para hacerle agradable la estancia al visitante. Es
obligado un recorrido por los monumentos emblemáticos; la Catedral, la
Alcazaba, la Iglesia de San Juan, la de Las Claras y la Plaza de la
Constitución.
La Catedral de la Encarnación |
La Catedral de la Encarnación es un
magnífico ejemplo de catedral-fortaleza, empezada a construir en estilo gótico
tardío, comenzando las obras tras el terremoto de 1522, extendiéndose la
construcción entre los siglos XVI, XVII y XVIII, con elementos renacentistas y
neoclásicos. Su planta es la típica de salón y en general se aprecia en todos
los detalles la prioridad de los aspectos defensivos de una fortaleza.
Iglesia de San Juan |
La
Iglesia de San Juan fue la mezquita aljama de Almeria y la primera iglesia
cristiana después de la ocupación de la ciudad. Aunque han desaparecido en ella muchos
elementos musulmanes, todavía se puede apreciar frente a la iglesia lo que debió
ser el patio de abluciones de la mezquita, hoy incluido en terrenos militares.
Las emigraciones norteafricanas han vuelto a dotar a algunos barrios de la
ciudad con un aire islámico, en especial en el barrio de la Almedina, en donde
la Alcazaba parece reverdecer tiempos pretéritos, animando a reflexionar sobre
el sentido de la españolidad en el siglo XXI.
A la sombra de la Alcazaba |
A la caída de la tarde el paseo por la
ciudad pide reponer fuerzas, para lo que no faltan restaurantes y bares con buen
ambiente y estupendas ofertas gastronómicas. Nuestra elección para el tapeo fue
el tradicional bar "Casa Puga"
en la calle Jovellanos al lado de la Iglesia de las Claras y el restaurante "Plaza
Vieja" en la Plaza de la Constitución, en donde nos premiamos con un
"Cremoso de foie y gelatina de moscatel" y "Patatas con alioli
de trufa".
Llevaba el plan de recorrer algunos de
los lugares que había frecuentado en mi época de soldado. Comenzamos por
Carboneras, hoy irreconocible, con sus puertos, la cementera y la extensión que
ha logrado. Su Paseo Marítimo, delante de la playa, cuenta con abundantes
restaurantes, y en el "Chiringuito de Juan
Mariano" disfrutamos de los exquisitos frutos
de la huerta y de los de la mar: muy recomendable.
La Cala de Agua Amarga también merecía
una visita para rememorar los tiempos en que no era más que una pequeña aldea
de pescadores. Hoy la pesca ya no es la principal actividad y el pescado llega
desde Carboneras. De momento parece que el turismo de masas no ha descubierto
este rincón que la Mesa Roldan abriga de los vientos de levante. Allí todavía
se puede disfrutar de algo de paz lejos del mundanal ruido, alojándose en algún
pequeño hotel a la orilla de la playa o en alguna casa rural y disfrutar de su
gastronomía.
La Cala de Agua Amarga |
Llevaba la intención de pasar una
mañana en la Playa de los Genoveses, cuyo nombre recuerda a su influyente presencia comercial en esas tierras, pero su
inclusión en el Parque Natural de Cabo de Gata hace que solo puedas llegar hasta
sus inmediaciones si estás dispuesto a arriesgar las cubiertas de tu coche,
pues en San José acaba el asfaltado. En vista de lo cual, en esa mañana en la
que el viento fresco del nordeste arrancaba espuma a las rompientes de la
playa, saqué mis carnes a orear y a refrescar en la playa de San Jose, como lo
hiciera hace ya más de treinta años.
San José |
San José tampoco está todavía bajo las
garras del turismo de masas, por lo que puede ser un lugar agradable para
descansar unos días. Tiene un pequeño y moderno puerto y un paseo con varios restaurantes.
El azar nos llevó al restaurante
"El Faro" en donde una cocina excelente y un mejor servicio hicieron
muy agradable el viático, por lo que salimos de San José notados, cumplidos y
socorridos.
Nos marchamos de Almería con ganas de
volver para poder visitar otros lugares, como la antigua zona minera de
Rodalquilar y la Playa de Los Escullos, pero eso quedará para la próxima
visita, pues digo como Mac Arthur: ¡volveré!... o al menos lo intentaré. Para resumir;
a quienes no necesiten ver en su ambiente a Heidi y a Pedro les animo a viajar
a Almería, no les defraudará, y para los que una vez allí quieran saludar a la
cabra que pregunten por ella en el cuartel de la Legión en Viator.
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