miércoles, 12 de junio de 2013

CÁDIZ Y SUS NUEVOS MONUMENTOS

     La "Tacita de Plata" es muy acogedora con el viajero que allí llega, por lo que siempre la visito con ganas, como quien lo hace a un viejo amigo con el que pasó buenos tiempos. El fresco poniente me anima a pasear bajo el sol radiante de la mañana con sus fuertes contrastes de luz y sombra en sus estrechas calles que desafían al fotógrafo aficionado que llevo dentro. Se aprecian evidentes mejoras en el cuidado de los edificios, aunque la crisis está dejando sus heridas en los innumerables comercios del casco antiguo que han tenido que cerrar. En las calles de peatones parece que prosperan las franquicias de marcas de ropa y languidecen las de comercios clásicos de larga tradición. Los centros urbanos de las ciudades españolas se igualan en monotonía comercial: sota, caballo y rey.  La solución a sus problemas vendrá de las inversiones para potenciar la oferta artística, cultural y gastronómica, manteniendo un pequeño comercio orientado a los residentes.


El monumento a Moret en la Plaza de San Juan de Dios

     En Cádiz se aprecian los efectos de la posmoderna moda española de desplazar monumentos, estatuas y erigir otras nuevas en un ejercicio de destrucción de las narrativas tradicionales con el que cada alcalde ve la ocasión de arrimar el ascua a su escuálida sardina ideológica acercando o alejando en las plazas públicas a los inmortalizados personajes que cree de su cuerda, por lo que  no sorprende ver al liberal gaditano Don Segismundo Moret de nuevo en la Plaza de San Juan de Dios, de donde salió en el año del Señor de 1954 pletórico de fervor cofrade en su peregrinación por las calles de Cádiz. La popular Alcaldesa parece que ha querido encontrar en Moret la inspiración de su verbo al decir amén a su procesionar y ya puede contemplar a Don Segismundo desde su despacho. Esperemos que con ello se cierre por fin el viaje y que ésta sea su postrera -como lo fuera primera- estación de penitencia.

     Hasta ahí todo podría ser aceptable, con la excepción del gasto de la procesión, pero el problema es que la iniciativa edilicia ha ofrecido a los gaditanos y visitantes una coda de gusto "Kitsch" que no puede menos que producir inquietud. Los tres nuevos monumentos gaditanos  demuestran lo fácil que es disparar con la pólvora del Rey y mientras la Alcaldesa observa desde su ventana la magnífica obra de  Agustín Querol los sufridos gaditanos padecen tres adefesios que solo pueden ser producto de una estética esotérica que solo comprenden la Alcaldesa y los integérrimos contratistas que los han ejecutado. Claro, replica el coro de pecheros: cuando algún primer espada del Partido se echa a pechos varios millones de las viejas pesetas sin declararlas a Hacienda, como si oficiara en el Patio del Tío Picardías en vez de en el Senado; cuando se pagan sobresueldos de dudosa legalidad; cuando la financiación de los partidos es como el curso del Guadiana... entonces da que pensar tanto fervor estético y cofrade.


     La "Antorcha de la Libertad" te deja sin palabras, porque las pone el propio monumento, en cuya cima se ha instalado una pizarra electrónica por la que fluyen conceptos -panta rei- que darían cada uno para una tesis doctoral. Parece que la ilustrada Alcaldesa se los dedica a los parados gaditanos -que ya forman legión- en una demostración de cómo se gasta el dinero público -que como es bien sabido no es de nadie- y al menos estén un rato ocupados. A eso le llamo yo luchar contra el desempleo de forma eficiente, eficaz, solidaria, ecológica y sostenible...¡oé!

     El monumento al Bicentenario es otro despropósito; se derriba el edificio de la Comandancia de Marina y en su lugar se alza una especie de paloma dadaista al que le han anexado un pequeño jardín, digo yo que será para que los gaditanos que quieran comprender el discurso de la obra puedan relajarse en el verde  mientras se desbaratan en fecundas reflexiones sobre el año 1812: se han cargado la Plaza.

     El más ridículo de los tres monumentos es el del "Candado Abierto" emplazado al lado de la antigua Aduana; al parecer quiere representar la libertad de expresión, y digo yo que también podría serlo del levantamiento de la veda de la perdiz en Benalup de Sidonia, o de la trucha en el Rio del Bosque, o una oda al amor libre y su recomendación de "a fornicar que se acaba el mundo"...; en fin, que si lo que pretendía el Ayuntamiento era enriquecer el debate intelectual, lo está consiguiendo, al menos por lo que a mí respecta. Esta auténtica joya de las artes decorativas ya había sido inaugurada en Chiclana nada menos que por las lumbreras de Manuel Chaves y Magdalena Álvarez; ya te digo: Apolo y Calíope esperando en el Parnaso al resto de las musas. Lástima que Poussin no pudiera estar presente para inmortalizar el acto. Sorprende ver como la Alcaldesa al  traerse a Cádiz esa pieza única intenta arrancar plumas venales a la paloma de la libertad en su nido de la Asociación de la Prensa de Cádiz, para que con ellas sus miembros nos ayuden a "interpretar la realidad" que con las escasas luces de la caverna ni siquiera intuimos.

La Catedral de Cádiz

     No siendo mi intención ahondar en la herida que produce el ver tanto despropósito en tan pocos metros cuadrados, comprenderán que las fotos que adornan esta crónica sean las que les animen a visitar mi trimilenaria ciudad, ya que soy gaditano, a pesar de mi cuna gallega, pues es bien sabido que los gaditanos nacemos "donde nos sale de los..."



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