Hay que remontarse al siglo V a.c. para recordar la más famosa presencia persa en el Mediterráneo y de consecuencias más duraderas. Recientemente este mar ha recibido otra “visita médica” con las dos apariciones en los últimos años de unidades de la Armada de Irán llevando a cabo misiones de presencia naval de bajo perfil y alta visibilidad, pues su capacidad naval no impresiona a nadie, ni siquiera creo que lo haga a sus propios oficiales; eso sí, el componente mediático de la misión ha sido lo más importante en estos momentos de escalada verbal de amenazas en Israel y EEUU. Las unidades iraníes abandonaron el Mare Nostrum una vez conseguido su impacto en los medios occidentales.
También hace unos años, en concreto el día 7 de Agosto de 1981, una Escuadrilla de Lanchas Lanzamisiles iraníes compuesta por las “Tabarzin” “Khanjar” y “Neyzev” entraba en el puerto de Cádiz, donde tenían una escala programada en su tránsito hacia Irán. El día 14, cuando se encontraban a cinco millas de Cádiz, inesperadamente, un grupo de iraníes que había previamente secuestrado un remolcador abordó la “Tabarzin” llevándosela al puerto marroquí de Tánger. Los asaltantes pertenecían al grupo monárquico anti-ayatola “Azadegan” que al parecer estaba dirigido desde Irán por el General retirado Bahran Aryana.
En la noche del 14 de Agosto se preparó una operación para garantizar la seguridad de las aguas territoriales españolas y evitar nuevos secuestros de buques, en este caso, de las lanchas “Khanjar” y “Neyzev” fondeadas en la bahía de Algeciras. Los iraníes aceptaron la invitación de las autoridades españolas de atracarse en Algeciras y pidieron protección. Una vez en puerto, los contactos con sus oficiales revelaron la extensa formación occidental que habían obtenido en la Escuela Naval francesa o alemana, así como varios cursos de especialización en Europa, y manifestaban su vehemente deseo de regresar a Irán para concluir lo antes posible la 1ª Guerra del Golfo contra Irak.
Los asaltantes-piratas a bordo de la “Tabarzin” se entregaron finalmente a las autoridades marroquíes y posteriormente a las francesas, que los liberaron. La lancha fue devuelta a Irán. Para entender mejor esta “french connection” conviene recordar que las lanchas habían sido construidas en Francia y que el ayatola Jomeini volvió a Irán en vuelo de Air France desde Paris, en donde gozaba del asilo político concedido por el presidente Giscard D’Estaing a la vez que planeaba el derrocamiento del Shah y dirigía la revolución. Ya se sabe: “el interés nacional”, que Giscard también mostró con su escaso apoyo a la lucha contra ETA.
Desde las Guerras Médicas la geopolítica dicta a Irán la necesidad de estar presente como actor y potencia regional en los asuntos de Oriente Próximo; en la actualidad, no solo con su diplomacia y con la presencia naval sino también por medio de otros actores estatales como Siria y otros como Hizbollah en Líbano y Hamas en la franja de Gaza. Esta última organización, sostenida por Irán, ha continuado ejerciendo presión sobre Israel por medio del lanzamiento de cohetes en cantidad creciente y con la respuesta habitual de ataques aéreos israelíes. En los últimos días se han lanzado cerca de 200 cohetes sobre Israel, que reconoce 22 heridos, pero a la vez presume de la interceptación con el sistema antimisil “Iron Dome” del 90% de los cohetes dirigidos a sus ciudades, lo que parcialmente desmonta algunos de los argumentos acerca de las indefendibles fronteras de 1967.
Veinte años han ya pasado desde el incidente de las lanchas y sus oficiales, si han sobrevivido a las convulsiones revolucionarias, habrán visto el bajo perfil de la presencia naval de su país en el Mediterráneo y la amenazante retórica hacia sus vecinos y hacia Occidente, en particular a Israel, mientras trata de ocultar y desmentir, con poco éxito, la existencia de un programa para dotarse de armas nucleares.
Dice el presidente Obama que la ventana de la diplomacia esta aún abierta, pero se está cerrando. Confiemos no tener que llegar a la Tercera Guerra Médica
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