sábado, 28 de abril de 2012

EL CEMENTERIO DE PRAGA

       Finalizo la lectura de la edición italiana de la última obra de Umberto Eco “Il cimitero di Praga” …”E che diamine, non sono ancora un rammollito”,  con el convencimiento de haberlo hecho de una gran obra, no solo por la original perspectiva con la que presenta algunos importantes acontecimientos europeos del siglo XIX, sino también por su original estructura de folletín decimonónico profusamente ilustrada con abundantes láminas de la época.
   Con sus avances y retrocesos cronológicos, Eco te obliga a mantener la atención en la trama y en tratar de comprender a los dos personajes claves, que al final resultan ser una misma persona producto de la personalidad bipolar del protagonista principal: el capitán Simonini, un falsificador, asesino, misógino y antisemita furibundo, cuyo lema es “odi, ergo sum”.
      La lectura de las obras de Eco no te dejan indiferente, lo he apreciado con su  “L’isola del giorno prima”, “Baudolino” y con su introspectiva obra “La misteriosa fiamma della Regina Loana”. Su última creación tampoco te defrauda, pues está muy bien documentada y ambientada, y te presenta varios  acontecimientos importantes de la historia europea, como la garibaldina “Expedición de los Mil”, que contribuyó a precipitar la unidad italiana y de la que narra la improvisación, desorganización y entusiasmo de los “camisas rojas”. La guerra franco-prusiana también le ayuda a presentar a la sociedad francesa de la época de la caída del Tercer Imperio, con sus sociedades secretas, la masonería, las conspiraciones  y el episodio final de la comuna de Paris.
     Eco presenta con gran imaginación, no exenta de realismo, el papel de las conspiraciones y falsificaciones, que si muestran una trama atractiva y directa, pueden mover las conciencias de los pueblos y forjar el destino de las naciones.  En la historia hay abundantes muestras de estas falsificaciones  documentales y no podría faltar, en consecuencia, la visión de Eco del papel del antisemitismo y la masonería en las conspiraciones del siglo XIX, que forman parte del núcleo de la obra.
      Su interpretación de la génesis de “Los protocolos de los sabios de Sion” y la forma como se construye la trama, demuestra que hábilmente hecha pública y repetida acaba aceptándose como verdad, o al menos sembrar dudas sobre su falsedad. Los protocolos fueron publicados en forma de libro por Sergei Nilus, en 1903 en Rusia. Su lectura inspiró muchos pogroms; fueron aceptados por Hitler, con consecuencias ya conocidas, y sirvieron para sustentar en España la conocida y repetida “confabulación judeo-masónica”.
      El “affaire Dreyfus”, es uno de los acontecimientos que sirven para presentar la obsesión antisemita del protagonista y presentar las raíces profundas del antisemitismo, que tuvo en Vichy su último episodio, con cicatrices aun no cerradas en Francia y que según Bernard-Henri Lévy es uno de los sucesos “qui continuent de separer les famillies idéologiques et politiques.”
      Sorprende la excursión de Eco en el mundo de las sectas satánicas, que complican un poco la trama sin que despierte suficiente interés nada más que para los seguidores de estos temas. Yo, con pensar en un aquelarre galaico ya tengo bastante de Mefistófeles y sus secuaces, pero por lo de “meigas fora” recitaré algunos versos del conxuro mientras sorbo unos tragos de queimada:

    Mouchos, curuxas, sapos e bruxas;
    demos, trasnos e diaños,
    espritos das neboadas veigas;
    corvos, pintigas e meigas…



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