Un buen amigo nos hace una
generosa invitación para pasar unos días en su casa de Mera de Abaixo, por lo que decido llevarme un buen mapa de
"miña terra" para documentar mis inquietudes geográficas; así que
dirijo mis pasos al Instituto Geográfico Nacional con la intención de comprar
el mapa "Galicia", Escala 1/500.000, que también incluye parte de
Asturias, León y Zamora, y que forma parte de la tradicional división del mapa
físico de España escala 1/2.000.000.
Me atienden amablemente
en la "Casa del Mapa", pero mi sorpresa es mayúscula al descubrir que
los mapas de esa escala ya no se producen, pues por debajo del Mapa de España
de escala 1/1.400.000 ya se pasa a los de las Comunidades Autónomas, por
supuesto cada uno en la escala que mejor se adapte a la extensión del
territorio y también, por supuesto, sin incluir ningún detalle de la Comunidad
Autónoma vecina, no se vayan a enfadar los castellanos leoneses o los
asturianos porque el mapa de Galicia incluya a Cacabelos o a Catoute: La
Torre de Babel cartográfica.
- Pero oiga señora, le pregunto perplejo a la amable
dependienta:
-¿Me está usted diciendo que no hay un criterio único cartográfico? ¿Pero
no son ustedes un organismo estatal? ¿Pero
cómo hemos llegado a esto?
- Ya; tiene usted razón, pero así están las cosas,
contesta la funcionaria.
Me marcho con el mapa de Galicia en la mano, pensando
en lo que diría el señor Ibáñez Ibero ante semejante desafuero. Confiemos que el Servicio Geográfico del Ejército no aplique los mismos criterios.
Catedral de Lugo
En el viaje a
"Gallaecia" con mi santa, Lugo era una escala obligada para admirar
sus murallas romanas (la Lucus Augusti, fundada en el 25 a.c. por Quinto Fabio
Máximo) y la Catedral, que merece visitarse para contemplar la imagen de la
patrona, la Virgen de los Ojos Grandes, y las obras de arte que adornan una catedral
de tamaño mediano construida en variados estilos a o largo de los años. Recorrer el
centro nos permitió también verificar que seguía siendo cierto aquello de que
"para comer bien: Lugo"...y a buen precio, para seguir capeando la
crisis.
La situación central de
Mera de Abaixo en la comarca nos permitió recorrer la costa gallega desde
Ferrol hasta Viveiro y apreciar todas las variantes posibles de la combinación
de lluvia y viento, cuyas manifestaciones
más benignas nos concedieron treguas para disfrutar del paisaje y, de paso, de
la espléndida gastronomía de la zona.
Ría de Santa Marta de Ortigueira. |
A nuestra llegada a Ortiguera
pareciera que el cielo se precipitaba sobre la tierra, dejando a la ría sumida
en profunda oscuridad, pero nada disuade a un recio gallego cuando pertrechado con
un buen paraguas y una boina peregrina por su tierra; ya se sabe: "visite
Ferrol y su comarca con un paraguas de marca". Un paseo por la orilla del
río Mera, que llevaba un caudal más propio de un río de montaña que de un
arroyo gallego, nos abrió el apetito para poder disfrutar de los magníficos
productos de la tierra, como los percebes y las centollas con los que nos
obsequió nuestro anfitrión. Mientras al crepúsculo paseaba bajo la lluvia charlando con tan cortés invitante, el rumor de la corriente del Mera parecía traernos unos versos de Rosalía que cobraban sentido al aspirar el
inconfundible aroma del campo gallego en días "orballisqueiros":
"Como chóve miudiño
Como miudiño chóve,
Como chóve miudiño
Pola banda de Laiño
Pola banda de Cestrove"…
Con ánimo decidido
visitamos el cabo de la Estaca de Bares, la punta más septentrional de España,
de donde descendidos a la villa de Bares, rincón inmejorable para retirarse del
mundanal ruido. Cruzando la sierra de Coriscada llegamos hasta Viveiro,
magnífica y floreciente ciudad marinera, con monumentos bien preservados cómo
el Monasterio de las Concepcionistas Franciscanas o la Iglesia de Santa María
del Campo, y cuyos habitantes, como en casi toda España, miraban al cielo para adivinar las probabilidades de salida de las procesiones de su Semana Santa.
Concepcionistas Franciscanas, Viveiro |
El Cabo Ortegal y la
Sierra de la Capelada también nos mostraron su carácter de sierra litoral
alternando las nieblas en la Garita de Herbeira con chubascos, y con algunos claros
durante la obligada visita a cumplimentar a San Andrés en su Iglesia de Teixido, y no
tener que hacerlo de "morto",
pues ya se sabe que a San Andrés de Teixido "vai de morto o que non foi de vivo".
San Andrés de Teixido |
En el santuario, como
dice de Santiago el gran Don Ramón ...¡las almas todavía guardan allí los ojos
atentos para el milagro!...y yo añadiría al estudio de la semiótica, pues los parroquianos deben estar aun interpretando el sentido de la caida del cruceiro en los temporales de Enero de 2009, ya que todavía no se ha vuelto a levantar. Aprovechando un claro y con la bendición del apóstol bajamos a Cedeira, la
bonita villa marinera ubicada en la ría
homónima, en donde es proverbial la buena mesa en la que no pueden faltar los
percebes.
La visita a Ferrol,
cuna de mi familia, era obligada y allí los elementos se aliaron para hacernos
más corta la visita. Con morriña de los viejos tiempos me apoyé en la piedra de
nuestra casa, como siempre hago que la visito; situada en pleno centro de la
Calle Real, espera que alguien restaure su antiguo esplendor; me consuela el ver que al menos no ha
sido víctima de la piqueta. Pocas caras
conocidas me confirman la larga ausencia de la tierra que me vio nacer y a la
que siempre vuelvo con ganas. El viaje de regreso a Mera por la costa de
Doniños, San Jorge, Cobas...hasta Cedeira confirma que todavía quedan en España
parajes en los que se puede convivir con la naturaleza sin los horrores del
urbanismo salvaje.
Cariño |
Fueron unos días
magníficos en los que he podido apreciar el buen trabajo hecho por los gobiernos
regionales y locales -que no todo está mal en España- Es cierto que "xa
choveu" desde los tiempos de la Galicia aislada, sin autovías ni autopistas, y con muros ornados con consignas
como: "autopista, desune
povos"...Llegar hoy a Galicia por la remozada A6 y recorrer la nutrida
y bien cuidada red de carreteras regionales que ponen todo el territorio al
alcance de una excursión de jornada te anima a volver, y estudiar la geografía
de tu tierra con un buen mapa (militar, por supuesto) en la mano.
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