lunes, 23 de diciembre de 2013
domingo, 1 de diciembre de 2013
UOE 1971-1972. POR TIERRA Y POR MAR II
El Tambor de Batallones.
La tarde del día de su presentación en el Cuartel de
San Carlos en Septiembre del 71, el incomprensible redoble de un tambor que
retumbaba en las paredes del patio y subía hasta la entreplanta llamó la
atención de unos recién llegados Alféreces-Alumnos quienes, presos de
curiosidad, se abalanzaron a la ventana para ver que estaba
sucediendo. Ante su asombro contemplaron
como un Tambor, vestido con uniforme de franjas, golpeaba la caja de guerra
para arrancarle unos sonidos arrítmicos de un esotérico significado que se les
escapaba, pero que indudablemente algún mensaje transmitían, pues al poco rato
empezaron a formar en el patio los francos de paseo conducidos con marcialidad por los Suboficiales
de Semana de sus Compañías, como prevenía el Régimen Interior, demostrando que allí
todo se ejecutaba “con la misma puntualidad que frente al enemigo”. Fue el
primer aviso de que aquello ya no era la Escuela Naval: aquello era el Cuerpo
de Infantería de Marina... el de verdad, no el de los libros.
La Unidad de Operaciones Especiales (UOE)
La Unidad de Operaciones Especiales (UOE)
En San Fernando, el Cuartel de San Carlos es la
casa madre del Cuerpo de Infantería de Marina y fue construido para alojar a los
Batallones de Marina del departamento de Cádiz
sobre un proyecto inicial de Sabatini y posterior diseño de Vicente Imperial
Digueri, concluyéndose sus obras en 1798.
En su segunda planta se alojaba la UOE, cuyo Comandante
y fundador, recibió al día siguiente en su despacho de la segunda planta del
Cuartel a los cuatro nuevos Alféreces que se habían ofrecido voluntarios para servir
en su unidad, animándoles a trabajar “a muerte” y llevarle nuevas ideas. El Comandante
era querido por todos, siempre preocupado por su Unidad y su gente, y buscando
“las ocasiones de mayor riesgo y fatiga”. No cabe duda que sin su impulso la
UOE nunca hubiera llegado a ser lo que ha sido. La UOE: los “Boinas Verdes”, había
heredado los cometidos de dos unidades pioneras en el empleo de técnicas
especiales: la Compañía de Escaladores del Tercio Norte y la Unidad de
Zapadores Anfibios del Tercio de Baleares.
En aquella época se acababa de reorganizar en base a tres Estoles de
Operaciones Especiales y uno de Plana Mayor. El 1º Estol (Reconocimiento y
Asalto) lo mandaba un Capitán excelente oficial y amigo, que trataba a los
Alféreces como verdaderos Oficiales, no cómo alumnos en la Escuela Naval; venía
de Jaca de hacer el Curso de Esquí y Escalada, aunque ya había hecho los de
Operaciones Especiales, el de Buceador de Combate y el de UDT-SEAL en los EEUU.
El Teniente segundo jefe, acababa de llegar de hacer el Curso de Operaciones
Especiales en Jaca; era todo un personaje, con una fina ironía y sentenciosa
sorna cordobesa. Al Estol también fue destinado quien estas líneas escribe, además de otro Alférez, quien acabaría sus días cómo piloto de un
helicóptero de ataque "Huey Cobra" en un accidente; el Sargento del Estol, un
simpático ferrolano y buen amigo, lucía unas sólidas tablas marciales
adquiridas en el ferrolano Tercio Norte; completaba el cuadro de mando un Cabo
1º, brillante profesional que acumulaba una gran experiencia desde su tiempo en
la Unidad de Buceadores de Combate, además de otros dos Cabos 1º que debutaban
en la UOE a la vez que los Alféreces.
El Segundo Estol (Escaladores Anfibios) lo mandaba otro Capitán -uno de los tres miembros de su familia que servía aquel año en la UOE- y encuadraba también
a otros dos Alféreces; en este Estol lucía su estampa marcial y carisma el
Sargento más aguerrido y popular de la Unidad, toda una institución, también procedente
de la escuela ferrolana.
El Tercer Estol (Zapadores Anfibios), mandado también por un Capitán contaba con un Teniente y un Alférez, este último veterano de
la Unidad de Zapadores Anfibios del Tercio de Baleares, o como se decía en la
UOE: “uno de Illetas”. En fin, un magnífico elenco que se complementaba con la
Plana Mayor, con un Capitán o dos, según la época del año, dos Tenientes y
varios sargentos, estos últimos auténticos nombres propios que hicieron su
carrera en la Unidad. Es fácil comprender que con este plantel la UOE fuera una
Unidad verdaderamente especial, con un ambiente de camaradería extraordinario y
en la que realmente un Alférez podía
iniciarse en la vida militar.
Después de una Pista de Fuego |
Una casta guerrera
La UOE introducía a los que en ella servían en los verdaderos secretos de la milicia, los
que hacen que los hombres combatan y arriesguen su vida, que no son otros que
los que se forjan al vivir juntos, divertirse juntos, entrenarse juntos, sufrir
las penalidades y riesgos juntos, para de esta forma desarrollar los lazos de camaradería que los
unirán para siempre.
La tropa de la unidad, procedente del servicio militar obligatorio, era
gente admirable que se presentaba voluntaria para servir en la UOE sabiendo de
su nivel de exigencia. El valor, dureza y capacidad de sufrimiento que
demostraban, sin pedir nada a cambio, y su permanente alegría y buen humor siempre eran motivos de admiración. La
camaradería y orgullo de pertenecer a la UOE y lucir su boina verde eran sus
principales motivaciones, y con ellos se estaba siempre dispuesto a hacer
frente a cualquier desafío que se presentara. Los actuales herederos de la UOE
tienen una deuda permanente con ellos.
El orgullo de pertenecer a aquella "casta guerrera", animaba a
los Oficiales, Suboficiales y Cabos 1º a desear hacer el Curso de Operaciones
Especiales, llamado de Guerrilleros, para poder pertenecer a la Unidad entrando
por la puerta grande, lo que no siempre todos podían hacer, debido a los criterios
de la política de personal.
Los "boinas" |
Por tierra y por mar
Las actividades de adiestramiento hacían sentirse diferentes, parte de
ellas eran las largas y duras patrullas de reconocimiento y combate por las
sierras de Cádiz con la boina verde por divisa, el Z45 y pesadas mochilas de
montaña, sufriendo día y noche las inclemencias del tiempo, con el cielo por
montera y moviéndose como lo hace la infantería: con un pié delante de otro. La
técnicas de escalada y el descenso en rappel en pared y de helicópteros S55 de
la Segunda Escuadrilla eran también prácticas habituales. Las pistas de fuego
también enseñaban el “rumor del combate” y se incluían en las demostraciones de
capacidades.
Los "boinas" a bordo de una BDK |
La Unidad se trasladaba a Tarifa para adiestrarse con las Lanchas
Torpederas (LT), que junto con los submarinos constituían los principales medios
de infiltración desde la mar. A bordo de embarcaciones neumáticas IBS, se
navegaba día y noche en las revueltas aguas del Estrecho, Golfo de Cádiz o el
Mar de Alborán; bogando o con motor, acercándose a la costa para lanzar una
pareja de nadadores y después de recibir la señal convenida acercarse y saltar
a tierra para cumplir la misión. Previamente había que embarcar en la Lanchas y
estibar todo el material a bordo, y luego, después de la navegación, venía el
lanzamiento de las embarcaciones y el trasbordo. Esta última operación era algo
complicada cuando se ejecutába en movimiento, pues la mínima arrancada avante
de las Lanchas Torpederas las ponía a unos seis nudos; primero se lanzaban al
agua las IBS y se saltaba a bordo para posteriormente zafar un gancho
disparador del remolque que tiraba de la IBS mientras iba abarloada a la
Lancha; el problema era que al quedar libre del remolque la IBS tendía a “filar
por ojo” lo que suponía, como desastre menor, una inmersión hasta la cintura de
todos los que iban a bordo. Finalmente, con sucesivos entrenamientos se depuró
la técnica.
Lancha Torpedera |
El carácter de la UOE de ser la Unidad de Reconocimiento y de
Operaciones Especiales del Tercio de Armada suponía ser empleada en las
operaciones de la Fuerza Avanzada. Para ello se embarcaba en escoltas,
patrulleros o submarinos que se destacaban del grueso de la fuerza para operar
en la zona objetivo antes de la llegada de la Fuerza de Desembarco. Con este
cometido, durante el ejercicio Sur 72, el Primer Estol desembarcó de noche en la zona de
Carboneras en Almeria para balizar las zonas de aterrizaje de helicópteros que
se iban a usar para el asalto. Aquellas operaciones helitransportadas no eran
como para tirar cohetes, debido al escaso número de helicópteros y las
limitaciones de empleo, pero sirvieron para mentalizar a la Armada de que el
helicóptero se podía emplear para algo más que la lucha anti-submarina, la
obsesión de la época.
Llegada a tierra al amanecer a bordo de helicópteros S55 |
A veces la Unidad se iba a algún ejercicio y los Alféreces debían
quedarse en el Cuartel para asistir a algún curso en la Escuela de Aplicación.
En una ocasión los Alféreces del 1º Estol se quejaban a su Capitán de que cuando se iba la Unidad se aburrían porque les sobraba tiempo; su
contundente respuesta no dejaba lugar a dudas: -¿Qué es eso? ¿Cómo que os
aburrís? ¿Habéis hecho ya todos los posibles UPTT? La lección era clara, los
Oficiales no pueden aburrirse nunca; siempre tienen algo que hacer, estudiar,
trabajar o planear para hacer frente a todas las eventualidades…”todos los
posibles UPTT”...ni más ni menos.
En el mes de Abril Cartagena esperaba a los Alféreces donde debían
efectuar un curso en el Centro de Buceo de la Armada (CBA). Fue un curso muy
instructivo, dirigido por un Capitán del Cuerpo que era una institución en los
buceadores de combate; al parecer el único que ha sido extraído desde tierra
por un avión en vuelo. En el CBA se empezaba el día con una exigente
instrucción física, que se reducía a correr por los empinados montes de
Cartagena de abajo a arriba, de arriba a abajo y vuelta a empezar, lo que
ayudaba a eliminar el alcohol de la anterior noche cartagenera. Durante el
curso, además de algunas clases teóricas se aprendían técnicas de natación de
superficie, de reconocimiento hidrográfico, de buceo, y de demoliciones submarinas.
Las inmersiones tenían lugar en las inmediaciones de la Algameca, después de
navegar en LCP preparadas para buceadores y eran lo más apasionante y
divertido.
"Finale"
En Mayo del 72 el Tercio de Armada se trasladó a Madrid en tren militar,
y la UOE con él, para participar en el “Desfile de la Victoria”. El viaje fue
una experiencia inolvidable, pues aquello era como el Transiberiano, arrastrándose
por el itinerario con una prioridad muy baja y parando continuamente para dejar
pasar otros trenes con prioridad mayor, pero tenía el encanto de la novedad. La
UOE desfilaba en Madrid por primera vez y formaba a las órdenes de un Capitan llevando
como Oficiales de Sección a tres Alféreces.
La fase final del aprendizaje como alumnos incluía un viaje de fin de curso,
acompañados por un Capitán de la Escuela Naval, con visitas a la Academia
General del Aire de San Javier y la Academia General Militar en Zaragoza para
sus maniobras de primavera.
La vuelta a la Escuela Naval después de un año en una magnífica unidad
no se hacía con muchas ganas, pero se sabía que allí había que ir para recoger
la segunda estrella, que certificaría el honor de ser Oficial de carrera del
Cuerpo de Infantería de Marina...el de verdad, no el de los libros, y sería otro
paso más para volver a la UOE por la puerta grande, pero esa es ya otra historia.
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