Desde
mi etapa jacetana, y después de haber visitado el Monasterio aragonés de San
Juan de la Peña, me faltaba hacerlo al navarro de Leyre, el otro gran
monasterio de la Canal de Berdun. A pesar de volver al Pirineo Aragonés casi
anualmente no encontraba el momento apropiado, que finalmente llegó este
verano.
En la
década de los setenta tuve ocasión de marchar por las inmediaciones de la Tabla
de los Tres Reyes, situada en los límites de Aragón, Navarra y Francia, y
cuyo apellido no deja duda del carácter fronterizo de la zona. Para recordar aquellos
tiempos en los que practicaba el antiguo oficio de soldado con fusil en la mano,
mochila, esquís y el cielo por montera, volví a visitar otra vez la zona, esta
vez sobre cuatro ruedas. Acompañando a un pequeño grupo familiar subimos por
el Valle de Hecho, admirando la belleza del paisaje de montaña, hasta la Borda "Chiquín",
en la que nos socorrimos con unas buenas migas regadas con vino Somontano para
luego, con el viático ya a bordo, continuar hasta Zuriza, cruzar a las
tierras navarras del Roncal, y bajar por valle hasta el Monasterio de Leyre.
La borda Txiquin |
El
interés por la historia me ha llevado siempre a asociar las lecturas con
visitas a castillos, palacios, iglesias y monasterios, y así intentar comprender
mejor nuestra compleja historia medieval. Esta historia estuvo marcada por un lado por los
conflictos con los poderes musulmanes de Al Ándalus y por otro entre los condados y
reinos cristianos entre si, que coadyuvaron a definir las personalidades de
regiones peninsulares que se han asentado, con más o menos fuerza, a lo largo
de los siglos, aunque algunas de ellas hayan distorsionando la historia creando
mitos inexistentes que el historiador tiene la obligación de denunciar.
En la Edad Media el
territorio navarro fue zona de contacto y mezcla, favorecido
por los pasos pirenaicos hacia Aquitania y por los influjos europeos de las
peregrinaciones jacobeas que traían ideas, costumbres, arte y cultura. Desde la separación de Navarra del dominio
franco fueron las luchas contra la dominación musulmana y su esfuerzo para
hacerse con un espacio vital entre sus más poderosos vecinos lo que definió su
personalidad como reino hispánico. Su momento de máximo esplendor en la Edad
Media llegó con el reinado de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra (1005-1035)
quien llegó a dominar Castilla, Aragón, Álava, y Ribagorza.
Al
dividir su herencia entre sus cuatro hijos, Sancho III perdió la oportunidad de
iniciar desde Navarra la unión peninsular y continuar bajo un solo rey la
Reconquista, que para concluirla hubo que esperar casi quinientos años. Uno
de sus hijos y heredero, Ramiro I, rey de de Aragón, descansa en el panteón de
reyes del vecino Monasterio de San Juan de la Peña, que fue refundado por su
padre en el primer tercio del siglo XI y que es visita obligada para quien
llegue al Pirineo aragonés.
Los
orígenes del Monasterio de Leyre se remontan al siglo IX, con referencias como
la visita de San Eulogio y la devoción a las mártires
Nunilo y Alodia, algunas de cuyas reliquias se encuentran en el Monasterio. La
historia posterior se inicia en tiempos de Sancho el Mayor, que parece fue
educado en el Monasterio. Las convulsiones del XIX y la desamortización de los
bienes eclesiásticos vieron en 1836 la salida del patrimonio, el fin de la
vida monacal y su ruina, que también conllevó la desaparición del claustro y el
derrumbe de algún edificio. Afortunadamente consiguió salir de su ruina en 1867
cuando fue declarado Monumento Nacional, de manera que en 1915 se devolvieron a
Leyre los restos de los Reyes que habían estado allí enterrados y cuyas sepulturas
habían sido profanadas, en la más pura tradición revolucionara española.
De la época románica data su cabecera, de altos ábsides
que se apoya en su parte baja en la cripta, una joya del románico, con bóvedas de
medio cañón y arcos fajones de medio punto sostenidos por columnas de corto
fuste con capiteles decorados. En el
siglo XIV los monjes cistercienses que lo habitaban eliminaron las antiguas naves
románicas y las sustituyeron por góticas. En el altar mayor se aprecia el
enlace de ambos estilos y lo impreciso de la construcción inicial románica; en
él se venera la imagen de Santa María de Leyre.
En la nave se encuentra una arqueta conteniendo los restos de los
primeros reyes de Pamplona-Navarra, aunque los de Sancho el Mayor, a pesar de
haberse educado en Leyre, descansan en el Monasterio de Oña en Burgos. En el pie occidental de la Iglesia se encuentra el
pórtico llamado la "Porta Speciosa", del siglo XII, al que en posteriores intervenciones se le
añadieron esculturas de otros lugares de la iglesia.
Porta Speciosa |
Al
entrar en el templo del Monasterio llama la atención la sobriedad y paz que
allí se respira y que apoya la vida contemplativa de sus monjes benedictinos.
Al oírlos cantar las Vísperas "a capella" con la luz tenue de la caída
de la tarde me vinieron a la mente los versos de Fray Luís de León que alaban
la vida retirada del mundo:
¡Qué descansada
vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
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