En los relatos de mis paseos por Madrid incluía, en una anterior entrada, la visita a la Fundación Carlos de Amberes, radicada en
la antigua Iglesia de San Andrés de los Flamencos, con ocasión de le exposición
“La orden del Toisón de Oro”.
Ahora añado una pequeña crónica de mi última visita en enero a la exposición "Maestros flamencos y holandeses" en la que se exponían obras del KMSKA de Amberes y del Prado, con cuadros de Rubens, Jordaens, Van Dyck, Brueghel el Viejo o Van Alsloot, entre otros,
y once grabados de desnudos masculinos y femeninos de Rembrandt. Con esta iniciativa la Fundación pretende convertir el Carlos de Amberes en un museo sin colección propia, pero formalizando acuerdos de préstamo de obras a largo plazo.
Margarita de Habsburgo |
Mi afición a la historia de la España de la edad
moderna y el período de vida transcurrido en Bélgica, me hacen destacar de la
exposición los retratos de tres personajes importantes en la historia común de
España y los Países Bajos: la regente y tutora del futuro emperador Carlos,
Margarita de Habsburgo con su retrato
oficial de corte, pintado por Bernard Van
Orley, en el que se refleja su poder, representándola como viuda,
indicando que no se casará y que la continuidad de la línea Habsburgo dará estabilidad
a los Países Bajos. Margarita era viuda de Juan, hijo de los Reyes Católicos y
heredero de sus reinos; a su regreso a los Países Bajos se casó y enviudó de
Filiberto de Saboya.
Archiduque Alberto |
Los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia aparecen
retratados en primer plano por Rubens
y con los fondos de paisaje pintados por Jean
Brughel el Viejo, que representan los jardines de sus palacios de Tervuren
y Mariemont. Los Palacios muestran la representación del poder mezclando lo
público y lo privado, y la relación entre riquezas y virtud.
Isabel Clara Eugenia |
Se exponen junto a
estos retratos otros de personajes del entorno cortesano, como "Policena Spinola", marquesa de
Leganés, hija del General Ambrogio
Spinola, retratado por Velázquez en "Las Lanzas". Policena
manifiesta en el lienzo del genial Anton
Van Dyck el poder y orgullo de pertenecer
a la clase dirigente de la Monarquía Hispánica y quizás de estar casada con uno
de los principales coleccionistas de pintura flamenca.
Policena Spinola |
España es, fuera de Bélgica y Holanda, la nación
del mundo con más arte flamenco, en cantidad y calidad, por lo que los amantes
de la pintura tenemos ocasión de admirar en nuestros museos las obras de
maestros flamencos. Recientemente se ha inagurado en el Museo del Prado la
exposición "Rogier van der
Weyden" a la me dirigí paseando con mi familia, en una mañana de
primavera, contemplando por el camino los dos pabellones que lamentablemente quedan de los
alrededor de veinte que constituyeron el conjunto palaciego del Buen Retiro. El
edificio del salón de baile o Casón del Buen Retiro y el Salón de Reinos, este cerrado
por reformas tras haber sido evacuado -a la fuerza- por el Museo del Ejército.
Un gran cartel anuncia la rehabilitación del Salón de Reinos, que confío
adquiera de nuevo el esplendor con que lo concibió el Conde-Duque para Felipe
IV y al menos se instalen en él algunos de los cuadros que de allí salieron.
El Calvario |
Rogier van der Weyden empezó su aprendizaje en
1427 en Tournai. De su formación en el taller de Robert Campin heredó las
formas escultóricas. Dos obras de la exposición dan muestra de su maestría: El Calvario
y El Descendimiento. Ambas fueron
pintadas en la época en la que en Europa continuaba el gótico internacional,
mientras que en los Países Bajos se recuperaba el naturalismo nórdico que
cristalizaría en la escuela flamenca. La primera procede del Monasterio del
Escorial, y es una de las obras más impresionantes y originales del pintor por
la grandeza y expresividad de sus figuras en una sencilla composición. Las
dimensiones son impresionantes y la obra llena la sala en que se expone. Las
labores de restauración del soporte y de la superficie pictórica lo han
devuelto a su estado original, permitiendo confirmar la autoría de Van der Weyden y concretar su datación
en un período comprendido entre 1457 y 1464, año de la muerte del pintor.
El Descendimiento |
El Descendimiento es una obra de un
profundo dramatismo; tiene la apariencia de un cuadro de retablo, y en él las
figuras lucen como si fuesen esculturas policromadas llenas de realismo y
expresividad. El cuadro está desde hace años cedido al Prado, y no puedes dejar
de admirarlo cada vez que te encuentras con esta obra maestra. Ahora tenemos la
ocasión de hacerlo junto a otras obras del mismo autor, como El Tríptico de Miraflores y El Tríptico de los Siete Sacramentos,
llegados de Berlín y Amberes respectivamente, y que nos ofrecen la oportunidad
de ver las cuatro juntas, por primera vez en la historia.
La visita a museos abre el apetito del
aficionado al arte, así que si el Barrio de Salamanca ofrecía elegantes opciones
para recuperar fuerzas, la castiza Glorieta de Atocha con "El
Brillante" ofrece en su terraza unos
clásicos bocadillos de calamares y cañas con los que rememorar los tiempos en
que allí me socorría antes de coger los trenes de Cartagena o Cádiz. El arte da
muchas satisfacciones espirituales y gastronómicas.
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