Una agradable mañana de otoño me subí a un vagón de la
línea Circular del magnífico Metro madrileño, con el propósito de acudir a un
Seminario en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense.
Fui rápidamente enlatado como sardina y comprimido por los viajeros, que eran principalmente una multitud de jóvenes madrugadores que se dirigían a iniciar su día universitario. Yo me dije: "todavía hay
esperanza de que España tenga un futuro mejor, con todos estos jóvenes dispuestos
a abrirse camino en la vida"...
Al veterano observador del Panorama no se le escapaba que había una cierta uniformidad en
vestimentas y estilos de cabelleras; se ve que la rebeldía de la juventud,
incluso en ambientes universitarios, se detiene ante los dictados de la moda,
aunque también se veían algunos -muy pocos- que pregonaban su "identidad" diversa. Otros exhibían su inconformismo con su apariencia extravagante y
supongo que, probablemente, con la desaprobación de sus padres, que ya con esas edades están obligados a aguantarse.
Desde la distancia de los años vividos, y el hecho que mis estudios hayan sido en la UNED, llamaba mi
atención la extrema juventud de los estudiantes -quizás más chicas que chicos-
olvidándome de cuando mis hijos lo eran, y eso también me dio esperanzas, al
verme casi llevado en volandas por la masa de jóvenes que vomitaban
los vagones del Metro al llegar a la estación de Ciudad Universitaria. Menos
mal que se ha diseñado con amplitud, porque en una estación normal podría
suceder una catástrofe.
Dirigí mis pasos hacia la Facultad de Geografía e
Historia, en la que iba a asistir un par de días al Seminario Internacional de
Historia Militar, pues tengo un interés creciente por los aspectos sociales de
la profesión que desempeñé tantos años. El tema del seminario era:
"Soldados y Ejércitos, siglos XVI y XVII". Había un abundante número
de ponentes, algunos de ellos "primeros espadas" de este tema, que
expusieron aspectos parciales muy
interesantes, derivados de sus recientes investigaciones. Pero no es el
propósito de esta entrada mis reflexiones marciales derivadas del seminario, sino relatar algunas de las aparentes inquietudes de los jóvenes universitarios.
Como decía, la juventud sigue viva e inquieta, agitada por las ideas que
quiere imponer el decadente mundo posmoderno, y por otras que parecían ya caducas, pero
que reviven a falta de creencias por las que merezca la pena luchar. En este
último campo, un gran cartel en el "ágora" (hall) de la Facultad nos
anunciaba que los comunistas siguen estando en la vanguardia de la lucha, esta
vez, a falta de otros adversarios, contra el DAESH, en la que no escatiman esfuerzos, pues dos comunistas españoles han sido
detenidos -quien sabe donde- por luchar en el Kurdistán. Me gustan los
valientes que en vez de ver series en la televisión y tomar cañas en Moncloa
toman las armas para luchar por sus ideas, aunque sean caducas, pero para ellos, en apariencia nobles: "No merece vivir quien por un noble ideal no está
dispuesto a morir".
Ahora bien, aquí también tengo que expresar mi discrepancia, pues lo que
evidentemente hacen es intentar "liberar" esta región del yugo turco,
y supongo que iraquí e iraní. De esta manera se incrementaría el número de estados
en las Naciones Unidas hasta hacerlas inmanejables -a río revuelto, ganancia
de pescadores- como intentan hacer los de Podemos y los socialistas con su experimentación social con nuestras autonomías, que
merecería primero la prueba de un estudio
prospectivo de la Rand Corporation, por supuesto financiado por el doctor
Sánchez y sus mariachis, a quienes les encantan los experimentos de ingeniería
social.
La "comunidad de los creyentes" -en la que me
incluyo- que sostiene la validez de nuestras fronteras actuales, está esperando
con baited breath la
posible publicación de los resultados. Seguro que hasta el sensiblero señor
Iglesias y su tropa -él, por fin, ya dignamente alojado en su dacha de Galapagar- que participarían como
expertos en ese estudio, siempre que se lo paguen otros...¡ah!. De ese modo podría el señor Iglesias vallar su dacha con cinco líneas de alambre de espino, como hay que hacer
para protegerse de los toros bravos, y los Vitorinos no son cosa de broma...¡A
quien se lo ocurre mudarse allí!
Tampoco cejan los comunistas en su intento de
"Acabar con la Monarquía", premisa que podríamos discutir, pero no la segunda, "Construir una vida digna", con la que estoy en absoluto
desacuerdo, pues no creo que la acción produzca el corolario de que con ello
íbamos a "construir una vida digna". Sinceramente me cuesta ver la relación, aunque sospecho que el sentido que yo
tengo de una vida digna no coincide con el que tienen los comunistas. Estaría
más de acuerdo si fueran dos premisas independientes; seguro que algún filólogo
de la Juventud Comunista podría buscar una redacción más apropiada. La
iconografía también es mejorable, a pesar de la fuerza del símbolo de la corona ardiendo; quizás se sienten continuadores de la supuestamente intransigente Inquisición
española, que tanto vituperan como origen de todos nuestros males, o que a pesar de su ateísmo creen en los efectos purificadores del fuego eterno aplicados a la Monarquía.
El feminismo
radical también tiene su presencia en al ágora de la Facultad, demostrando
que las mujeres están en lucha, cosa que ya sabíamos, y que también algunas lo
están contra el "patriarcado", concepto que requiere alguna
aclaración, pues puede referirse a la autoridad de los padres o a la del varón;
me temo que es a esto último, y de paso, a los primeros.
Me parece que el patriarcado
es un concepto histórico y social al que denuestan las feministas radicales. La
realidad es que venimos de dónde venimos, de los tiempos en los que el papel
del hombre ha sido preponderante en la historia. Hasta muy recientemente, la
historia social no se había ocupado de las mujeres y su importante papel en las
sociedades, de manera que es de justicia reconocer el papel que han jugado en el desarrollo de nuestras sociedades, y darles hoy el protagonismo que se merecen, pero queda aún mucho camino que recorrer.
Creo que lo esencial es igualar las oportunidades de la mujer con las del hombre, pero respetando
sus diferencias, y por supuesto sin
pretender degradar al hombre para potenciar a la mujer, como lo hacen las
feministas radicales. Me gusta más el concepto de feminismo de la diferencia -que no quiere decir desigualdad- que
se olvida de la pretensión de igualdad con el
modelo masculino, y destaca y valora las diferencias intrínsecas de las
mujeres.
En otro orden de cosas, el cartel evidencia su
radicalidad, con importación de la estética masculina (¿machista?), poco atractiva, que de
generalizarse como canon tendería al fin del género humano, sin tener que
esperar a la venganza de Cecilia -mujer frustrada y burlada- que quiere cavar
una fosa, como nos dice la canción calabresa:
vorrei scavare un foso di cento palmi fondo,
per soterrar le donne, cosí finisce il mondo...
Claro; en este ambiente no tenía nada de particular que
me encontrara en sesión a la "Asamblea
Lisístrata", respondiendo a la convocatoria del cartel; allí estaban
sus miembros, unas quince chicas sentadas en el suelo del hall debatiendo asuntos de su interés; quizás el teatro de Aristófanes. Me llamó la atención que eran solo chicas, aunque ya nos prevenía la convocatoria: no
mixta, aunque no se si las habrá también mixtas, pero de momento me temo que no, pues parecen una secuela de la huelga sexual que inspiró Lisístrata; en este caso me temo que el mundo se
acabaría antes de lo que quería Cecilia.
La convocatoria también nos alerta de que la Asamblea está
inspirada por la interseccionalidad y,
en consecuencia, es anticapitalista
y antirracista. Me gustaría estar seguro de que cuando en el
futuro sus miembros lleguen a alcanzar el poder -lo que sin duda lograrán si perseveran en el esfuerzo- no estarán de la parte de los que detentan
privilegios, como hoy los hombres, sino de la parte de los oprimidos, como hoy muchas mujeres, porque ya se sabe: una cosa es predicar y otra dar trigo.
Mientras paseaba reflexionando a la hora del almuerzo, me
encontré con el cartel de la convocatoria del Primer Congreso Internacional sobre
Comunicación y Espacios LGTBIQ+..., organizado
por la Politécnica de Madrid, y
que tendrá lugar el año próximo. Parece que las teorías queer de Judith Butler y Eve Kosofsky Sedgwick están calando en el campus. La pluralida y diversidad en la identidad de género que se predica es tan amplia, que ya casi no quedan mayúsculas en el abecedario para expresarla.
Yo he intentado informarme y, al parecer, los MARICORNERS buscan "propuestas
desde todos los ámbitos del conocimiento académico, incluyendo aquellos que
puedan integrar una perspectiva interdisciplinar y diversa". Al parecer los Maricorners "han adoptado este
nombre porque se sitúan en las esquinas, en los márgenes de las disciplinas
científicas asentadas... y trabajan por abordarlas desde su realidad plural..." (sic). Parece claro que la complejidad del asunto requiere más
dedicación, como sin duda se hará en el máster en estudios LGTBQI+ anunciado por la
Unidad de Igualdad de la Complutense...
No se si Umberto Ecco exploró en el campo de la semiótica, el significado del unicornio que exibe el cartel. Yo sigo sin entenderlo, aunque he buscado su significado en internet; a lo mejor se exige a los asistentes del futuro congreso que sean todos unicornios ¿quien lo sabe?... menudo lío. No entiendo nada -o demasiado-. Lo que tampoco me quedó claro es el origen del prefijo "Mari"; en Italia sería el prefijo de alguna palabra relacionada con la Marina, pero no creo que esa sea la interpretación del caso que nos trae.
No se si Umberto Ecco exploró en el campo de la semiótica, el significado del unicornio que exibe el cartel. Yo sigo sin entenderlo, aunque he buscado su significado en internet; a lo mejor se exige a los asistentes del futuro congreso que sean todos unicornios ¿quien lo sabe?... menudo lío. No entiendo nada -o demasiado-. Lo que tampoco me quedó claro es el origen del prefijo "Mari"; en Italia sería el prefijo de alguna palabra relacionada con la Marina, pero no creo que esa sea la interpretación del caso que nos trae.
El mundo se está volviendo demasiado complejo para un viejo soldado como yo, que no entiende como hemos llegado hasta aquí con esta tropa. El área de mi interés es más sencilla, y en algunos casos la
prueba del combate suele verificar la bondad de tus hipótesis; claro, cuando está
en juego la vida todo es más sencillo. Me fui de la Complutense contento con lo
aprendido en el Seminario de Historia Militar; también con la demostración de que
España tiene un futuro brillante, si sabe sacar partido de sus esforzados
jóvenes universitarios; y finalmente, también me fui feliz al ver el grado de
ebullición intelectual y de perspectivas de la realidad que se aprecia en sus
espacios.
Muy buen artículo por su interesante contenido y su optimismo respecto al futuro de la juventud actualmente en formación.
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